29 de febrero de 2016

Qué gana Obama con su viaje a Cuba?

JOAQUÍN ROY: ¿Qué gana Obama con su viaje a Cuba?

¿Cuáles pueden ser las motivaciones de Obama para acelerar el calendario?
Destaca la inestabilidad de Venezuela, unida al cambio de gobierno en
Argentina
La Habana presume de colaborar en procesos de intermediación en
conflictos domésticos
JOAQUÍN ROY

A estas alturas del proceso que comenzó en diciembre de 2014 con el
sorpresivo anuncio de la apertura de las relaciones entre Estados Unidos
y Cuba ya casi nada debe merecer el calificativo de novedad
espectacular. El detalle que la decisión entre Washington y La Habana
convirtieron en noticia según la costumbre tradicional (que un hombre
muerda a un perro) es que el plan de sentarse a hablar implicaba que
Cuba dejaba de exigir la condición previa del levantamiento del embargo.
Por parte de Estados Unidos, se aceptaba también que Cuba no tomaba
decisión alguna de modificar especialmente su propio sistema político.

Desde entonces, cada una de las partes ha estado cumpliendo un guión
básico que debiera algún día derivar en una apertura total. Lo único que
nos debemos preguntar es qué gana Obama con esa decisión no exenta de
riesgos y cuáles pueden ser las motivaciones para acelerar el
calendario. La clave está tanto en el próximo calendario cubano, como en
el norteamericano.

En el contexto cubano, el desarrollo de la coyuntura latinoamericana,
tanto en el plano político como en el económico, no recomienda extender
la inercia y esperar que el ambiente mejore mientras se agote el plazo
que a Raúl Castro le queda en el gobierno (aunque eso no signifique
cambio de régimen). Están ocurriendo algunos cambios sustanciales en
algunos escenarios de América Latina que tendrán un efecto insoslayable
en La Habana.

Destaca la inestabilidad de Venezuela, unida al cambio de gobierno en
Argentina, que puede desencadenar una modificación de las alianzas de
Cuba. Aunque es pronto para vislumbrar una notable reconfiguración de
las alianzas, no se descarta una progresiva caída del populismo escorado
hacia la izquierda y un regreso de la preponderancia de la moderación y
el neoliberalismo. Por lo tanto, equilibrar la consistencia de la
implantación de Cuba en América Latina con una buena relación con
Washington es una prioridad. Obama viene al rescate.

El presidente norteamericano tiene la ventaja de que la antaño
arriesgada apuesta por Cuba no le afecta en su presente o futuro
político. Ya no es candidato a la presidencia. El tema de Cuba ya no
tiene el peso que tuvo hace años en el contexto electoral de Florida,
cuyo peso en el cómputo de los votos ya dependería del tema cubano. El
peso de los sectores que se oponen a la normalización y al final del
embargo ha sido erosionado con el paso de tiempo y las circunstancias.
En el resto del territorio norteamericano, Cuba no existe como issue.
Este aspecto está resultando evidente en la campaña de primarias de los
candidatos republicanos y demócratas, donde ni siquiera los que poseen
un origen cubano (Cruz y Rubio) pueden explotar esa ventaja, valiosa
antaño. Es más: el reclamo de la terminación de los obstáculos de
comercio se esgrime como beneficioso para las economías de numerosos
estados con productos que Cuba necesita y desea adquirir.

Regresando al escenario cubano-latinoamericano, la modificación de las
tensiones político-sociales resulta en el beneficio del descenso de las
presiones en otras zonas del planeta. Con la desaparición de Cuba como
una fuente de infiltración en diversos escenarios (África, Caribe,
Sudamérica), La Habana incluso presume de colaborar en procesos de
intermediación en conflictos domésticos (Colombia). Colabora en
funciones de control del narcotráfico (aunque se sospecha que existe
implicación individual). Garantiza la seguridad de las vías de acceso al
Canal de Panamá y debe encajar la tozudez norteamericana en mantenerse
en Guantánamo.

El único reto y riesgo consecuente de Cuba para Estados Unidos es su
propia inestabilidad a causa de un deterioro de la economía que afecte
al tejido político y provoque enfrentamientos internos, que (de momento)
solamente sus propias fuerzas armadas y agencias de seguridad pueden
mínimamente garantizar. Las agencias de seguridad de Washington y el
Pentágono saben que Estados Unidos ya está lo suficientemente ocupado en
prestar mayor atención a escenarios más explosivos en otras zonas del
planeta (Oriente Medio, Asia). Por lo tanto, para la Casa Blanca, sea
quien sea su inquilino, resulta prioritario disfrutar de una cierta
estabilidad al sur de Cayo Hueso. Raúl Castro toma nota.

Catedrático Jean Monnet y Director del Centro de la Unión Europea de la
Universidad de Miami.

jroy@miami.edu

Source: JOAQUÍN ROY: ¿Qué gana Obama con su viaje a Cuba? | El Nuevo
Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-cuba/article62772162.html

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