25 de septiembre de 2015

El último pecado de la iglesia católica cubana

El último pecado de la iglesia católica cubana
Luego de los leves minutos de gloria que le trajo el Papa Francisco,
sobrevendrán las penas
viernes, septiembre 25, 2015 | José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba – Jesucristo resucitó al tercer día, según la Biblia. La
iglesia católica cubana necesitará mucho más de tres años, si es que
consigue resucitar con la plenitud y el poder al que aspiran sus
prelados y por el cual empeñan hoy el alma.

Luego de los leves minutos de gloria que le trajo el Papa Francisco,
sobrevendrán las penas, dadas en el pugilato por recuperar viejas
posesiones, no ya las materiales, que seguramente el régimen está
dispuesto a devolverles como pago a los servicios que le ha prestado. En
cambio, otro gallo va a cantar cuando pretenda recuperar espacios de
influencia y de abierta incidencia en los asuntos públicos. Las
dictaduras totalitarias no comparten el dominio y el control sobre las
personas, sencillamente porque en ello radica la base de su poder.

No es algo que desconozcan los de Roma, claro está. Desde muy antaño
datan sus lidias con reyes, emperadores y tiranos, sobre los cuales no
pocas veces lograron flotar airosos, justo mediante recursos digamos
diplomáticos que hoy el Papa Francisco ha demostrado emplear con
maestría. Sin embargo, aun cuando disponga de todo el apoyo que estarían
dispuestos a darle nuestros caciques, la iglesia católica cubana,
representada, como es de ley, por sus más altos mandos, seguirá
prescindiendo de lo esencial: la confianza del pueblo. Eso por no hablar
de la fe, que entre nosotros era verde y se la comió una chiva roja.

Fe y confianza, dos atributos que no se compran en la farmacia, ni en
ninguna otra parte. Hay que ganárselos. Y como tampoco el régimen cuenta
con la fe y la confianza del pueblo, no va a poder cederle aunque sea un
poco a la iglesia. Por otro lado, estamos lejos de aquellos tiempos en
que la fe se conseguía a punta de espada y a fuego de arcabuz. Entonces
para engrosar las filas de sus prosélitos, a los ilustres prelados les
bastaba con bendecir las matanzas de indios y la esclavitud de los
negros. Pero como hoy no los matan, salvo excepciones, sino que sólo los
arrastran y les dan patadas, y ya que el esclavismo se ha suavizado al
incorporar el prefijo seudo, tampoco hay jugada por ahí.

Luego, para mal de males, no existe popularidad sin liderazgo. Y nada se
parece menos a un líder que aquel que la iglesia católica tiene ahora
como líder en Cuba. Por si no fuera suficiente la historia que le
precede como abominable pelele de una dictadura atea, bastaría con ver
las imágenes en que los camarógrafos (suspicaces que fueron) lo muestran
mientras el Papa hablaba en La Habana, y él, baboseando, con el labio
inferior colgante y los mofletes ampulosos, rosados, brillantes por el
sudor al que no está acostumbrado, movía robóticamente la cabeza, en
señal de aprobación, ante cada palabra.

En Cuba (y esto debiera saberlo el Arzobispo de La Habana) no es posible
convocar ni a una mosca si no eres simpático, o atractivo, o envolvente,
o si no ostentas por lo menos algún rasgo que llame la atención y te
distinga a simple vista. Sea bueno o malo, lo que aquí no entra por los
ojos no llega al corazón. No vale entre nosotros aquello de que es mejor
ser rabo de león que cabeza de ratón. Aquí, si quieres ser líder, debes
empezar por tener cabeza de león, aunque no lo seas.

Por supuesto que la falta de un líder convincente y capaz de aglutinar
almas no es el único pecado que podemos achacarle a la iglesia católica
cubana en los días que corren. Poniendo por delante nuestro respeto a
los católicos honestos y a algunas de sus autoridades que se lo han
ganado, hoy resulta imposible pasar por alto las desventajas
competitivas (no sólo en Cuba, pero sobre todo) de una institución con
estructura de mando antidemocrático, que además es homófoba, misógina y
con escalofriantes índices de pederastia entre sus presbíteros.

Dentro de ese contexto, arrinconada por la falta de confianza y de fe
entre sus potenciales feligreses, y dirigida por un líder en cuya
credibilidad ni él mismo cree, el último pecado de la iglesia católica
cubana muy bien podría radicar en el flaco favor que le está haciendo a
Dios y a los virtuosos fieles que aún la siguen.

Source: El último pecado de la iglesia católica cubana | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/el-ultimo-pecado-de-la-iglesia-catolica-cubana/

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