Dos visitas papales

Dos visitas papales
septiembre 23, 2015 9:06 am·

Marianao, La Habana, Rogelio Fabio Hurtado (PD) La visita de Juan Pablo
II, dieciocho años atrás, estuvo repleta de expectativas esperanzadoras
Aún me emociona recordarlas. Esperábamos que, efectivamente, Cuba se
abriera al mundo y, esencialmente, que esto se reflejase en una apertura
al diálogo con sus críticos internos, encabezados por la Iglesia
Católica cubana.

Pero el régimen esperaba otra cosa y no incluía entre sus expectativas
nada parecido.

Fue el ya desaparecido Obispo de Santiago de Cuba, Pedro Maurice Estiú,
quien expresó durante la misa celebrada allí esta situación con mayor
claridad. Ya conocemos hoy la furiosa reacción del Líder Máximo, quien
inmediatamente ordenó la retirada de todos sus militantes presentes en
la Plaza.

Durante su misa habanera, con la Plaza Cívica repleta al 50 % o más de
sus brigadistas de respuesta rápida, coordinados con la Cruz Roja para
sacar de allí, previamente desmayados a la fuerza a quienes sacasen
carteles o coreasen lemas de protestas, el Cardenal Ortega no expresó
protesta alguna.

Se marchó Juan Pablo y de inmediato comenzó una contraofensiva oficial,
encabezada por el entonces canciller Pérez Roque, para poner en claro
que nada había cambiado ni iba a cambiar en Cuba. Los disidentes
seguíamos siendo enemigos a los que había que destruir implacablemente,
como siempre.

Desgraciadamente, el Vaticano no escuchó a Meurice y nuestra Iglesia,
que desde 1993 había permanecido erguida, bajó la cabeza y pocos días
después, la Mesa Redonda la emprendió contra Meurice y contra el
activista pinareño Dagoberto Valdés, sin que el timorato Cardenal Ortega
dijese ni pío. Se hizo nítido que la disidencia no podía contar con la
Iglesia. Esta indefensión se patentizó durante la Primavera Negra.

La actual visita del Santo Padre Francisco se presenta en un contexto
muy diferente. Ahora se le recibe como a un aliado, a quien se le
agradece por su contribución al restablecimiento de relaciones con los
Estados Unidos. Esta vez, a los brigadistas presentes en la Plaza se les
permitirá aplaudir.

Francisco no se reunió con la disidencia. No esperaba que ocurriera.

Las ilusiones, perdidas, como las golondrinas de Bécquer, esas, no
volverán. Sabe Dios con cuanta tristeza lo digo.

rhur46@yahoo.com, Rogelio Fabio Hurtado

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