Cabildos carabalíes en Santiago: la lucha por conservar una tradición
CARLOS SÁNCHEZ | Santiago de Cuba | 1 Jun 2015 - 7:53 am.
La historiografía cubana, a pesar de recientes avances, tiene pendiente
aún mucha investigación sobre este tema.
El pasado colonial no ha desaparecido totalmente del escenario social
cubano. En la identidad de las mayorías étnicas subsisten vicios y
deformidades, conceptos y actitudes enraizadas sobre las que se intenta
ejercer influencias educativas, correctoras o hasta de carácter legal.
El estrato social que más ha padecido incomprensiones y discriminación
ha sido el componente afrodescendiente.
Primero sufrió los horrores de la esclavitud y luego el desarraigo
social, lo cual lo obligó a organizarse en cabildos o microcomunidades
controladas por las autoridades, donde revivía sus tradiciones y
estructuraba relaciones no permitidas en el medio macrosocial.
A principios del siglo XIX y con la justificación de la españolización
de las grandes ciudades de Cuba, se produce la mayor inmigración civil,
que no excluye el de las asociaciones de color ya autorizadas.
Los cabildos organizados en Santiago de Cuba eran predominantemente de
orígenes congo, lucumí y carabalí[1]. En la convivencia de etnias
diferentes y todas integrantes de la masa esclavizada, lograron
preservar una identidad que sería su aporte a la idiosincrasia cubana.
Fue en este espacio de concurrencia y tolerancia, de rechazo y
discriminación racial, que afianzaron su permanencia sociocultural.
La esclavitud fue abolida en la Isla en 1886. El 18 de enero de 1887, el
Capitán General estableció que los cabildos de naciones se inscribieran
en el registro civil de los gobiernos del país, surgiendo con ello la
Ley de Asociaciones.
El 4 de abril de 1888 se dictó que cada cabildo debía acogerse a las
órdenes establecidas por la legislación vigente, incluyendo el registro
en la iglesia más cercana, a la cual debían transferir todas sus
propiedades en caso de disolución.
Por su parte, la Iglesia Católica exigía a los cabildos que pretendían
registrarse en sus actas, que adoptasen un santo patrón por el cual
debían darse a conocer. El Cabildo "Carabalí Olugo" se asoció a la
Iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados, el 26 de septiembre de
1889 y adoptó el nombre "Nuestra Señora del Carmen". Se refundó en el
campamento mambí ubicado en El Tablón, dentro de la jurisdicción de San
Luis[2], y funcionaba en las horas de asueto que les permitía el
ejército español, o sea, cuando no estaban en combate.
Los hermanos Baracoa (Francisco y Simón Nápoles), fueron los
responsables de la organización del Cabildo "Carabalí Isuama". A fines
del siglo XIX y, luego de finalizada la guerra, este se formaliza
también como sociedad protectora etnosocial y cultural, acogiéndose al
patronazgo de San Juan Nepomuceno, santo del silencio, en referencia a
la discreción y respeto que debían asumir, como asociación, a las
ordenanzas de sus amos.
El miércoles 10 de octubre de 1877, a propósito del noveno aniversario
del alzamiento de la Demajagua, (que dio inicio a la Guerra de los Diez
Años), en el campamento de Sierra Chiquita, Las Tunas, se celebró un
acto donde concurrieron oficiales y soldados del Ejército Libertador,
funcionarios civiles, y campesinos. Esta efemérides, celebrada en otras
zonas del país, asistió allí a un acontecimiento remarcable: por primera
vez actuó el Cabildo "Carabalí Olugo". De hecho, sus padrinos fueron el
mayor general Antonio Maceo Grajales y el brigadier Flor Crombet.
Gracias al reglamento del carnaval de 1901 dictado por Emilio Bacardí
Moreau, entonces alcalde de Santiago de Cuba, todos los cabildos y
tumbas francesas legalizados por la antigua Ley de Asociaciones podían
participar como comparsas en el carnaval junto con las verdaderas
comparsas que ya existían. Esto explica que el 15 de agosto de 1913, los
socios del cabildo reunidos dejaran constituida definitivamente la
organización bajo el nombre "Sociedad Nuestra Señora del Carmen"[3].
En los registros disponibles sobre estas cofradías, la etapa de los años
coloniales y republicanos está plagada de contradictorias leyendas y
alteraciones, agravadas por lagunas históricas que obedecen a la pérdida
o ausencia de documentos, quizás debido a constantes cambios
domiciliarios y al analfabetismo de la generalidad de sus miembros, lo
cual les impedía escribir sus memorias.
No obstante, se sabe que desde su origen colonial se han caracterizado
por desarrollar una danza dramática, colectiva, ensayada minuciosamente
e integrada por personajes alegóricos a la corte española. Aunque los
vasallos y tocadores evocan la forma de vestir del esclavo doméstico
cuyos adornos sí que denotan la impronta africana: los varones usan
cascabeles y alpargatas de suelas de esparto. También accesorios como
cestas en las manos y sombreros de yarey. Las mujeres portan pañuelos y
collares multicolores.
El 6 de septiembre de 1940 el Cabildo "Carabalí Olugo" estuvo integrado
por 18 personas, llegando al acuerdo de disolverse. Su última sede
residió en Estrada Palma (Santo Tomás) 708, entre San Basilio y Santa Lucía.
Luego de una larga crisis, se reorganiza después del triunfo de la
revolución, el 19 de noviembre de 1961, con 31 miembros, pero sin sede.
Bailaban en el salón de la calle 4, del reparto Mariana de la Torre, y
las reuniones de la directiva se hacían en la casa del presidente
Porfirio Soulary Lavalle, sito en Calle 8 y Pasillo de Silva # 8.
Su primer carnaval en esta etapa fue el de 1962[4]. En 1963, el Consejo
Municipal de Cultura decide no otorgarle premio por considerarla una
agrupación tradicional, al igual que el Cabildo "Carabalí Isuama" y "La
Tahona" de la Tumba Francesa.
Es necesario resaltar la inestabilidad de este cabildo por acoso de las
autoridades. Su primera institución, cercana a la Iglesia Nuestra Señora
del Carmen, se quema accidentalmente, y el forzado trasiego de sedes
ocasionó la pérdida de accesorios y atributos. Otro perjuicio notable
fue interrumpir la tradición de celebrar los honores a su santa patrona,
imposición debida al enfrentamiento de la Iglesia Católica con la
dirigencia del Gobierno en esa etapa[5].
La "Isuama", también peregrinó, aunque se mantuvo en el antiguo barrio
de Santo Tomás, hoy barriada de Los Hoyos, acogiéndose a la Iglesia de
Trinidad, muy cercana a su asentamiento.
La existencia de una cultura de afrodescendientes en los cabildos
"Carabalí Isuama" y "Olugo" es motivo de orgullo para la historia local
de Santiago de Cuba. Salvaguardar estas expresiones y manifestaciones de
la cultura tradicional que identifican al territorio con un alcance
nacional, es un trabajo que ocupa y preocupa, por los peligros que ya
han confrontado en su intento de garantizar la identificación,
documentación, el fomento y la transmisión de este valioso patrimonio.
Preservar su autenticidad y respetar el dinamismo con que tienden a
desarrollarse, y a la vez propiciar su adecuado reconocimiento y
difusión, es un compromiso que no debe postergarse.
La reconstrucción de la dinámica social, el comportamiento colectivo y
las prácticas ordinarias de los cubanos en diferentes entornos y épocas
históricas, es sin dudas un camino para comprender la complejidad del
proceso de formación nacional.
En este sentido, aún quedan muchas interrogantes por clarificar, sobre
todo en los años que comprenden el período republicano. La variabilidad
de instituciones que se crearon entonces generó divisiones en la
sociedad cubana: negros, blancos, españoles, chinos, fundaron sus
instituciones propias. El problema de la integración, aun después de la
igualdad estipulada por la Carta Magna, siguió siendo un punto álgido en
los debates sobre la nación.
¿Serían realmente iguales los cubanos? Aun cuando los hubiese hermanado
la guerra, ¿negros y blancos alcanzarían estatus equivalentes?
Las dinámicas de la sociedad republicana mostraron las prácticas
discriminatorias hacia los afrodescendientes y su constante búsqueda de
estrategias para legitimarse. En este sentido, los espacios de reunión y
asociación fueron una vía de acceso para el reconocimiento en la esfera
pública, motivos que explican la selección de los espacios de
sociabilidad de los negros y mulatos en Santiago, Bayamo, Matanzas,
Guantánamo y Trinidad como objeto de estudio.
En los últimos años la historiografía cubana ha tenido acercamientos muy
notables a la temática de la sociabilidad. Pero a pesar de que estos
resultados revelan un enfoque al sujeto popular, destacando su
participación en espacios públicos y privados, (sobre todo durante el
último tercio del siglo XIX), todavía las formas y espacios de
sociabilidad establecidos por este grupo étnico, no ha sido
suficientemente teorizado en el campo historiográfico.
Aún hoy se pueden identificar varios elementos que requieren de una
atención urgente. A saber:
Una protección legal efectiva de asociación, ausente en el Código Civil,
que institucionalice la condición de sociedad civil de estos
organismos. Mientras que en La Habana se creó la "Asociación Yoruba de
Cuba", estos cabildos que subsisten en Matanzas, Trinidad, Bayamo,
Guantánamo y Santiago de Cuba, no gozan del mismo derecho.
Una protección económica efectiva que no se limite a su participación en
el carnaval, y en cambio asegure su promoción concreta. Aunque el país
dedica recursos para la preservación de las expresiones tradicionales de
la cultura, en el caso de los cabildos casi no existe soporte económico.
Generar acciones que permitan la protección de estos valores
intangibles en la Lista del Patrimonio Mundial. Es sintomático que la
Tumba Francesa "La Caridad de Oriente" se encuentre en la Lista, y estos
cabildos, de mayor antigüedad, no se hayan promovido en igualdad de
condiciones.
Entre las diversas instituciones que pueden y tienen la misión de
preservar este legado, como el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural,
las Direcciones de Cultura, el Centro de Estudios Africanos y la Casa de
África, debe diseñarse una política coordinada, que en la actualidad no
existe.
Apoyar las investigaciones realizadas en relación con estos cabildos
para garantizar una fuente documental segura y la promoción de los
saberes y tradiciones acumulados por ellos. Las actuales investigaciones
son parciales y apenas se difunden.
Se establecería así una política verificada en la práctica que en verdad
contribuya a la memoria y difusión de los cabildos, y terminarán los
avatares que afrontan desde el siglo XIX. Se lograría su verdadera
inserción en la vida social y la consistencia de su aporte a la cultura
local y nacional, esa cultura auténtica que tanto se pregona.
[1] Congo: término común en las Américas y el Caribe debido a la
cantidad y variedad de esclavos transportados. Referidos con la
denominación "congo", evoca el territorio y río del mismo nombre.
Lucumí: múltiples fuentes como Ulkumi o Ulkami condujeron a una falsa
generalización de homologar esta denominación con la supuesta
omnipresencia yoruba. Carabalí: se refiere a los puertos de embarque
situados en el Calabar, todos fluviales. El término carabalí es
ampliamente conocido por su significación comercial en el área de las
Américas y el Caribe.
[2] Así se expresó Tomás Soulary, presidente fallecido, padre de Benito
y esposo de Feliberta, presidencia de este cabildo hasta el 2010.
[3] Millet José y Rafael Brea, Grupos folklóricos de Santiago de Cuba
(Editorial Oriente, Santiago de Cuba), p. 27.
[4] Black, Irene, "El Cabildo Carabalí Olugo". Ponencia presentada a la
I Conferencia Provincial de Estudios Culturales. Santiago de Cuba. 1987.
[5] Chappi, Tania, et.al: "Fiestas Populares. Las penas se van bailando"
en Bohemia, 29 de septiembre de 2006, p.32-33.
Source: Cabildos carabalíes en Santiago: la lucha por conservar una
tradición | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1432587289_14786.html
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