Los cambios que vienen de Cuba
El petróleo de Texas y los saudíes ha hecho lo impensable: abrir el
cerrojo castrista
JORGE CASTAÑEDA 20 DIC 2014 - 00:00 CET
La liberación por el gobierno de Cuba del preso/espía/rehén
estadounidense Alan Gross, y la de los tres espías/héroes/agentes
encubiertos cubanos en Estados Unidos, junto con los anuncios
respectivos de Raúl Castro y Barak Obama, y su conversación telefónica
de ayer, marcan el momento más importante en la historia de las
relaciones de Estados Unidos y la isla desde 1977. Como se recordará,
ese año Jimmy Carter y Fidel Castro llegaron a varios acuerdos entre
ambos gobiernos que permitieron la apertura de dos oficinas de intereses
en cada capital. La intervención del Vaticano, y de Canadá, uno de los
gobiernos más anti-castristas del mundo democrático, fue decisiva y
asegura el cumplimiento de todas las etapas del acuerdo. La valentía de
Barack Obama y de Raúl Castro garantizan lo demás.
No es el fin del embargo; eso solo lo puede cambiar el Congreso
norteamericano. No es una normalización plena: habrá embajadas pero no
embajadores. Pero sí es un avance notable: podrán viajar mas fácilmente
los norteamericanos sin ascendencia cubana a La Habana; se liberarán las
transacciones bancarias entre ambos países; algunos temas comerciales se
abrirán; y Cuba será retirada de la lista de países que apoyan al
terrorismo por el Departamento de Estado.
A primera vista, esto sugiere un gran triunfo cubano, una reculada y
rectificación norteamericana, tardía pero bienvenida. Parece una
confirmación de las posturas más pro-cubanas y anti-yanquis en América
Latina. A cambio Cuba entrega muy poco: Gross, liberar a 53 presos
políticos, permitir la entrada de observadores de la Cruz Roja
Internacional y relatores de Derechos Humanos de Naciones Unidas (lo que
pedimos nosotros hace catorce años) y la ampliación del acceso a
Internet en la isla. No es gran cosa, en vista de lo obtenido: el
restablecimiento de relaciones diplomáticas al cabo de más de medio
siglo de ostracismo.
Falta una variable en la ecuación. ¿Dónde encontrarla? La respuesta se
halla en Caracas, en Moscú y en los yacimientos de gas y crudo shale en
Dakota del Norte y en Eagle Ford en Texas. Me explico. Debido al
incremento espectacular de la producción petrolera de Estados Unidos, a
la recesión europea y japonesa, aunado a la decisión sáudi de reventar a
gobiernos poco afines a Riyadh, y al enfriamiento de las economías china
e india, los precios del petróleo se han desplomado. El gobierno
mexicano se ha cubierto para el año entrante. Pero hay dos gobiernos que
no pudieron: el ruso y el venezolano. Son precisamente aquellos que, en
el segundo caso, mantenían a flote la inexistente economía cubana, y en
el primero, se constituyeron en la esperanza de recambio cuando Nicolás
Maduro y los restos del chavismo no pudieran salvar a la isla.
El caso de Venezuela es el más importante. No sólo se han desplomado los
ingresos del estado venezolano y de la economía en su conjunto. El tipo
de cambio negro se encuentra a 30 múltiplos del oficial; la
hiperinflación acecha; las escaseces se generalizan; y los países
beneficiarios de anteriores subsidios venezolanos en materia petrolera
recompran su deuda con Caracas a 40 centavos por dólar. Para cualquiera
que vea las cosas de frente, es obvio que Venezuela no podrá seguir
subsidiando al régimen castrista con hasta 100,000 barriles de petróleo
diarios; es cada vez más probable que se produzca un cambio político
importante en Venezuela, en un sentido u otro, que imposibilite
perpetuar la tabla de salvación para Cuba.
Así se cierra el círculo. Todos los economistas que han estudiado las
llamadas reformas cubanas reconocen que no han surtido el efecto
deseado; la economía isleña está desahuciada. Todos admiten que sin la
subvención venezolana, Cuba se encontrará de nuevo en una crisis como la
de los años 90. Y todos saben que la única posibilidad de éxito de
dichas de reformas radica en una normalización plena con Estados Unidos.
Pero a pesar de la mejor voluntad de Obama, y de muchos Demócratas en
Washington, sin algún tipo de concesión cubana de fondo en materia de
democracia y derechos humanos .... esa normalización es imposible
Como lo demuestra el libro Back Channel to Cuba: The Hidden History of
Negotiations Between Washington and Havana, publicado hace unas semanas,
los cubanos siempre se han negado a negociar su régimen político contra
el fin del embargo o una normalización con EU. Por tanto, eso no fue
incluido en los anuncios de hoy. Pero apuesto doble contra sencillo que
muy pronto veremos cambios políticos y en materia de derechos humanos de
gran envergadura en Cuba. No es comprensible que Obama le haya dado
tanto a Raúl, a cambio de tan poco. La correlación de fuerzas es la que
es, y el hasta ahora inexistente pragmatismo cubano se le ha impuesto al
régimen por necesidad. Quien hubiera pensado que petroleros tipo James
Dean en Dakota del Norte y Texas, junto con príncipes de la familia
Saud, lograran abrir el cerrojo castrista, cuando nadie mas había podido.
Jorge G. Castañeda es analista político y miembro de la Academia de las
Ciencias y las Artes de EE UU.
Source: Los cambios que vienen de Cuba | Opinión | EL PAÍS -
http://elpais.com/elpais/2014/12/19/opinion/1418983356_928259.html
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