El largo camino
Lamentablemente, hemos encarnado en no pocas ocasiones el papel de
peones sacrificados al servicio de reyes, que luego arreglan el juego
para quedar en tablas
Luis Carlos Battista, Miami | 29/12/2014 12:41 pm
El pasado 11 de diciembre publiqué un artículo titulado "Traemos a
nuestra gente a casa", en el cual analizaba las causas por las cuales el
presidente Barack Obama necesitaba anunciar pronto alguna medida en su
política exterior que impactara a la opinión pública nacional e
internacional. En las condiciones en que se encontraba el presidente
Obama, mi opinión era que la medida más factible era realizar un ajuste
en la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba y explicaba las
causas que respaldaban la factibilidad de hacer un cambio de política
prontamente. Para mi propia sorpresa, varios de los planteamientos que
expuse, se cumplieron con apenas una semana de diferencia.
El anuncio simultáneo de los mandatarios de ambos países, ciertamente
conmocionó a buena parte de la opinión pública nacional e internacional.
En un primer momento parecía, y aún parece, demasiada información para
digerir de un bocado. No solo súbitamente se eliminaron los obstáculos
que impedían un avance en la normalización de las relaciones, los casos
de Alan Gross y los agentes cubanos encarcelados en los Estados Unidos;
sino que de momento el presidente Obama ha hecho uso de prácticamente la
totalidad de las facultades presidenciales que le permite la Ley
Helms-Burton en relación a Cuba.
El gobierno cubano ha apostado de a lleno por una normalización de las
relaciones con su vecino del norte. Cuando a principios de diciembre la
cancillería de la Isla solicitó a los representantes diplomáticos
europeos aplazar indefinidamente el diálogo político que sostenían ambas
partes, varios pensamos que el gobierno del general/presidente Raúl
Castro planificaba un tiempo para emprender algunas de las reformas
políticas de las cuales él mismo ha venido anunciando desde el mismo
gobierno, v.gr. una reforma constitucional o ratificar los Pactos de
Derechos. Sin embargo el mismo 17 al parecer obtuvimos la respuesta: la
cancillería cubana no puede mantener dos frentes al mismo tiempo y
necesita enfocar todos sus recursos en sostener un diálogo con la
contraparte que más le interesa.
El reinicio de las relaciones diplomáticas entre ambos países no
significa que las controversias hayan terminado. No obstante, ambos
gobiernos sabiamente han coincidido que el mejor camino para
solucionarlas es estableciendo un diálogo directo entre sus
representantes diplomáticos. Como es de suponer, recomponer una relación
entre dos estados que no tendieron puentes por más de medio siglo
llevará mucho tiempo. La política de aproximación no estará exenta de
obstáculos y sabotajes. Pero para que se produzca una relación duradera
es preciso que entre ambas partes prime el respeto y la estricta
observancia del Derecho Internacional.
El restablecimiento de embajadas en La Habana y Washington,
respectivamente, ayudará a sus diplomáticos a velar por los intereses
nacionales de cada país. Téngase en cuenta que como diplomáticos
acreditados pertinentemente por sus países podrán sostener lazos
directos con los elementos del Estado anfitrión sin solicitar de manera
continua la aquiescencia de las respectivas cancillerías, de igual
manera se les permitirá salir de las capitales más libremente y
desarrollar un trabajo focalizado en otras comunidades e incluso
aumentar la presencia consular en diferentes ciudades para beneplácito
de los usuarios.
En las últimas semanas en ambas orillas se ha escuchado un clamor de
alegría y la mayoría de los cubanos han manifestado su complacencia. No
obstante, también ha habido quienes han demostrado su rechazo. Los
argumentos al criticar al presidente Obama por dar este paso, si bien
deben ser respetados como muestra de civismo, son sencillamente
risibles. Muestran una ausencia total de conocimiento sobre política
internacional. Por muy en desacuerdo que se pueda estar con el gobierno
de La Habana, es necesario reconocer que la falta de relaciones entre
ambos países no ha aIslado al gobierno cubano, al contrario, Cuba
mantiene hoy más relaciones bilaterales y multilaterales que en
cualquier otro momento de su historia. De igual manera, la Lista de
Estados Patrocinadores del Terrorismo del Departamento de Estado ha
perdido credibilidad ante la opinión pública con la actual inclusión de
la Isla sin hechos ni datos de peso para el Derecho Internacional. El
propio presidente Obama ha dado indicios en su alocución que esta
inclusión podría estar viciada por elementos ideológicos y que la pasada
política ha aIslado más al propio gobierno de Estados Unidos que a Cuba.
Algunos cubanos, incluso algunos de ellos oficialmente residentes en la
Isla, han declarado que se sienten "traicionados" por la actitud del
Presidente. A ellos permítanme recordarles que el deber del mandatario
es velar por los intereses nacionales de todo Estados Unidos, no los
intereses de los cubanos ni cubanoamericanos y ciertamente mucho menos
los de estos "traicionados". Además, en múltiples conferencias de
prensas, los voceros del Departamento de Estado y la Casa Blanca han
manifestado que los esfuerzos y fondos para promover democracia y
derechos humanos en la Isla seguirán disponibles. Espero ver a estas
personas hacer negación de dichos fondos si les son ofrecidos por alguna
agencia del gobierno que los "traicionó". Probablemente mi imaginación
es demasiada.
En días recientes la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (ETECSA)
ha anunciado que planea aumentar la capacidad de conexión a Internet de
los ciudadanos en la Isla, e incluso, adelanta que para el año que entra
se establecerán espacios públicos con conexión Wi-Fi. Los argumentos de
aquellos que han criticado al presidente Obama, ceden ante este tipo de
noticias.
En los últimos años es innegable se ha fortalecido la sociedad civil en
Cuba. Además de las organizaciones con fuertes lazos con el gobierno,
existen otras de diversa índole, ya sean sociales, religiosas,
académicas e intelectuales que trabajan activamente en la promoción de
principios democráticos y la plena observancia de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, fomentando fórmulas alternativas para
la gobernabilidad en la desde una posición nacionalista. De igual
manera, en estos momentos emerge un sector de empresarios privados que
necesitan empoderamiento, capacitación y herramientas para una mayor
capitalización. La posibilidad de acceder a productos, servicios y
tecnología en Estados Unidos brindará a estos dos sectores una mejor
dinámica, brindándole mayor acceso al comercio, la información y
comunicaciones mundiales, lo que repercutirá en mayor independencia.
Finalmente, negociar algunos aspectos como el cumplimiento de algunas
sentencias judiciales dictadas por los tribunales competentes de cada
país; establecer acuerdos para la protección del medio ambiente y los
recursos marinos, el combate contra el narcotráfico, trata de personas y
la protección de la propiedad intelectual; acordar, si es de interés,
algún tratado de extradición; y desde luego, el levantamiento del
embargo/bloqueo llevará años, si no décadas. No obstante, no hay viaje
que se emprenda sin dar el primer paso.
A pesar de que esta posible normalización llevará un largo camino, todo
parece indicar que las relaciones entre los dos gobiernos mejorarán más
temprano que las relaciones entre cubanos de distintos pensamientos y
generaciones. Lamentablemente, la sociedad cubana (la de adentro y la de
afuera) ha sido politizada y manipulada, y hemos encarnado en no pocas
ocasiones el papel de peones sacrificados al servicio de reyes que luego
arreglan el juego para quedar en tablas. La retórica del aIslacionismo y
el extremismo le ha costado mucho a nuestra patria. Pobres serán los
hijos de estas políticas cuando queden huérfanos. Reconocernos como
hermanos respetando el criterio de cada cual es necesario más que nunca
para lograr con todos y para el bien de todos una Cuba más próspera,
estable y democrática.
Source: El largo camino - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/el-largo-camino-321395
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