Cuba y Estados Unidos ¿Lamentar el pasado o construir el futuro?
JORGE CALAFORRA, Varsovia | Diciembre 20, 2014
El 17 de Diciembre del 2014 a las 12:01, hora de Washington, el
Presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama, anunció la
nueva política de los Estados Unidos hacia Cuba. Es preciso recordar que
el Presidente de los Estados Unidos de América toma sus decisiones
teniendo en cuenta ante todo los intereses de este país no solo a corto,
sino también a mediano y largo plazo.
Fidel Castro, con el único objetivo de mantenerse en el poder hasta que
la salud se lo permitió, comenzó en 1959 la destrucción absoluta de
todas las instituciones existentes, de todas las libertades
individuales, y al mismo tiempo generó un conflicto con los Estados
Unidos que conllevo a la ruptura de las relaciones diplomáticas y a la
introducción del embargo. Intentos anteriores por parte de Estados
Unidos para reiniciar las relaciones diplomáticas fueron boicoteados y
las políticas cubanas conllevaron finalmente a la bancarrota de Cuba y
de Venezuela.
El embargo, inicialmente diseñado para hacer colapsar la dictadura,
terminó siendo solo una ley utilizada como moneda de cambio durante las
elecciones norteamericanas. La falta de información, herramientas y la
imposibilidad de lograr sus sueños conllevaron a que casi todo el
capital humano que posee Cuba se haya ido del país o esté listo para
irse en la primera oportunidad que se le presente.
Por tanto es poco probable que haya ocurrido un cambio hacia la
democracia en Cuba con la estrategia anterior, sin un cambio radical en
la estrategia de Estados Unidos hacia Cuba.
Tanto la liberación de Alan Gross, secuestrado tras el fallido intento
de cambiar a los 5 espías por los 75 prisioneros de la primavera negra,
la libración de un espía cubano muy importante para los servicios de
inteligencia de los Estados Unidos, la liberación de 53 prisioneros
políticos, como la liberación de los 3 espías restantes presos en
Estados Unidos, eran cuestiones fundamentales y no negociables para
ambos gobiernos.
Para los creadores de esta estrategia no hay mejor momento que hoy para
comenzar a realizarla. La reanudación de las relaciones intenta evitar
un posible colapso del país, una situación de violencia domestica no
controlada dentro de Cuba y una emigración repentina y masiva hacia los
Estados Unidos. El Presidente Raúl Castro sabe que el perfeccionamiento
de la economía no funciona ni funcionará y la entrada de capital
norteamericano aumentará la legitimidad de sus herederos mientras ofrece
al pueblo cubano lo que realmente la mayoría quiere en este momento: más
comida a mejor precio y un acercamiento con sus familias.
La resistencia del pueblo cubano al perfeccionamiento del sistema de
dirección socialista de la economía, que no acaba de traerles
beneficios, se manifiesta por un potencial migratorio que aumenta
aceleradamente de año en año. Raúl Castro prefiere agudizar los
problemas demográficos e incentivar la salida de talentos a permitir la
mejora de vida de la población a través del trabajo independiente. El
plan de Obama intentará revertir ese flujo, que debe ir agotando ya las
posibilidades de absorción de mano de obra y ayuda social en la Florida.
El esfuerzo cubano por destruir la economía venezolana, recomendándoles
que tomaran las mismas medidas que Cuba tomó en los años 60, finalmente
está dando sus frutos más la caída del precio del petróleo desde 107,89
dólares por barril como promedio en junio del 2014 hasta 55,91 este
miércoles han conllevado a no posponer por más tiempo la decisión tomada
esta semana por ambas partes.
La decisión norteamericana de restablecer las relaciones diplomáticas
con La Habana y comenzar un proceso que conllevaría al fin del embargo
vigente desde el 1960 tiene poco que ver con los cubanos.
Es una estrategia geopolítica para intentar situarse como matriz
cultural dominante que absorba a un círculo cultural diferente, como es
el latinoamericano. Para esto, Estados Unidos se vale de lo mejor que
tiene: fuerza y riqueza económica admirables. Fuerzas y riquezas que ha
podido producir y mantener desde que se formara como nación, porque
pudieron unirse como estados confederados y convivir con sus
diferencias. Eso sí, apuntando siempre a un gran objetivo común:
prosperidad para garantizar oportunidades para todos los norteamericanos.
Los latinoamericanos, sin embargo, a pesar de que pertenecemos al mismo
círculo cultural, no hemos podido mantenernos unidos. Desde las guerras
de independencias y el fraccionamiento del continente en una veintena de
repúblicas, hemos estado casi dos siglos en permanente pugna y
empobrecimiento cíclico. Si nos identificáramos como pertenecientes a un
mismo círculo cultural, pudiéramos desarrollar una fuerte industria
latinoamericana, única fuente posible de una verdadera democracia.
Un escenario con miembros de la oposición cubana actual en el poder no
es la opción deseada por ninguno de los dos gobiernos y la estrategia
deseada por los republicanos de fortalecer el embargo, apoyar
incondicionalmente a la oposición para derribar el gobierno, es
descartable después de su desastrosa aplicación en Irak.
El gobierno de Cuba puede ayudar mucho para implementar la nueva
estrategia norteamericana en América Latina, y Cuba puede beneficiarse
muchísimo si las decisiones del Consejo de Estado dejan de beneficiar
solo a sus familias, amigos e hijos de los amigos y si estas decisiones
se comenzarían a tomar para el beneficio de los 13,6 millones de
cubanos. Los más de 2 millones de cubanos que viven en Estados Unidos,
que según el censo del 2010 tenían más de 250.000 firmas y una
facturación superior a los 51 mil millones de dólares, y el talento, la
creatividad y la preparación de la fuerza laboral cubana serían la otra
piedra angular de esta estrategia, con un enorme beneficio para Cuba y
los cubanos.
Desde el punto de vista de los Estados Unidos, las fuerzas que le quedan
a Raúl Castro este par de años en el poder es una ventaja para asegurar
la estabilidad en el país y aprovechar su influencia en la región para
construir los fundamentos de una nueva estructura en sus relaciones con
Latinoamérica.
La falta de detalles y el discurso tradicional de Raúl Castro,
transmitido simultáneamente también el 17 de Diciembre a las 12 horas,
no debe preocupar demasiado. Fidel Castro ha terminado su vida política
activa y el Presidente Raúl Castro, la está terminando. En la mañana del
9 noviembre del 1989, los dirigentes del Partido Comunista de la
República Democrática Alemana confirmaban el apoyo del pueblo alemán a
la construcción del socialismo; mientras que esa misma noche el mismo
pueblo celebraba con júbilo la caída del muro de Berlín.
Desde el punto de vista del arte de la negociación, esta decisión es
genial ya que le permite Raúl Castro construir un callejón de salida, y
así evitar un arrinconamiento que conllevaría a una situación
extremadamente peligrosa para toda la región: un aumento del populismo
financiado por Rusia y China. Esto agravaría los problemas de América
Latina como la droga y la corrupción trayendo como consecuencia mayor
inestabilidad en la región y un aumento de la migración hacia Estados
Unidos. En otras palabras, más costos y menos negocios.
Los cubanos debemos construir nuevamente un país próspero y
democrático. Pero para que sea democrático, hay que modernizar
primeramente y como condición fundamental, su economía. No habrá
derechos humanos sin prosperidad. Y no debemos relegar esa
responsabilidad al gobierno de otro país.
Tanto Raúl Castro como Barack Obama han abierto nuevas oportunidades, y
tendremos tanta democracia en Cuba como nosotros como sociedad civil
seamos capaces de construir.
Hemos tenido uno de los gobiernos más inhumanos de todos los tiempos.
Los grupos cercanos a la cúpula actual del poder no van a desaparecer,
ni van a querer renunciar a sus beneficios y métodos mafiosos, ni a sus
tribunales secretos.
Pero no todos los que participan ahora en el sistema pertenecen a estos
grupos. Cuba será próspera si somos capaces de construir instituciones
para el beneficio de todos, si incluimos a los que tienen actitudes
constructivas, creando un estado de derecho, obligando al gobierno a que
respete los derechos humanos, y si logramos destruir las mafias y a la
corrupción e impidiendo que se tomen decisiones sin transparencia. Desde
dentro de Cuba, y desde la sociedad civil, organizada y con objetivos
claros.
Si como cubanos sabemos aprovechar el dinero y know-how norteamericano,
podremos no solo reconstruir el país sino ayudar a un futuro mejor para
toda América Latina.
Si las frases pronunciadas en los discursos, (en el de Raúl con respecto
al respeto a la ONU, y en el de Obama con respecto a los derechos
humanos) son un reflejo de algún acuerdo en las negociaciones, entonces
existen precondiciones para mejorar la condición de las libertades
individuales en la isla. Pero solo tendremos tantos derechos como seamos
efectivos en la lucha por ellos, y si somos capaces de defenderlos.
Podemos dedicar las 24 horas que tiene un día a lamentar el pasado o a
construir nuestro futuro. Si perdemos diez pesos, de algún modo
regresaran. Diez minutos que se pierden, se pierden irreversiblemente.
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Jorge Calaforra
Source: Cuba y Estados Unidos ¿Lamentar el pasado o construir el futuro?
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http://www.14ymedio.com/opinion/Lamentar-pasado-construir-futuro_0_1691830814.html
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