El escampavías
Martes, 11 de Junio de 2013 04:00
Escrito por Frank Correa
Cuba actualidad, Jaimanitas, La Habana, (PD) El Tetis, un padre de
familia del municipio habanero La Lisa, se tiró al mar en la noche del
10 de diciembre por la costa de Jaimanitas, desesperado por la difícil
situación en que vivía.
Pensó que cruzando el estrecho de La Florida y alcanzando la otra orilla
ganaría la libertad económica y política que necesitaba para salir
adelante y realizarse como ciudadano y como individuo, y así poder
ayudar mejor a la crianza de sus hijas. Subió a una embarcación rústica
junto a varios amigos y se hizo a la mar.
Al tercer día de navegación, perdieron el rumbo y quedaron a la deriva.
Sin agua, sin comida y sin fuerzas para remar, los avistó un helicóptero
de la guardia costera, informó a un guardacostas americano que los
recogió y llevó a un buque más grande llamado escampavías, que se
desplazaba por el norte de Cuba, entre Pinar del Río y Villa Clara, con
la tarea de asistir a balseros traídos por los barcos guardacostas y
coordinar por radio con el mando cubano el atraque en la bahía de
Cabañas, o en Bahía Honda, para desembarcar la carga humana.
Cuenta el Tetis que era de noche cuando lo subieron al escampavías. Se
bañaron, recibieron ropas y zapatos nuevos. Los pusieron a dormir en
cubierta, junto a otros balseros que habían sido recogidos en el mar
hacía varias jornadas.
El escampavías estaba recién pintado. Por los cristales se veían
oficiales y marineros americanos trabajando. Había un radar blanco que
giraba lentamente. Le trajeron frijoles mexicanos, largos, nadando en
agua. Supo que eran mexicanos porque se lo dijo un marine de origen
mexicano que se los llevó a la cubierta. También le dieron pan y yogurt.
No quiso comer los frijoles y se los cedió a un colega de infortunio.
Botó el vaso plástico por la borda y vio como se hundía en el remolino
blanco de la estela. Mojó el pan con el yogurt y lo comió con calma,
mientras veía pasar por delante los cayos alumbrados por el reflector. A
veces imaginaba ver náufragos entre los mangles, luchando por salvarse,
pero miraba bien y eran sombras del agua distorsionadas con la luz.
Se cansó de ver agua y se acostó sobre una señalización para aterrizaje
de helicópteros. Lo tomó como un buen augurio. Miró el cielo estrellado,
luego la inmensidad del estrecho de La Florida, mucho mayor que la
indicada en los mapas. Pensó en sus hijas. En la suerte de estar vivo y
regresar a casa.
Para Cuba actualidad: frankcorrea4@gmail.com
http://primaveradigital.org/primavera/cuba-sociedad/sociedad/7693-el-escampavias.html
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