Aventuras de un ruso en La Habana
Martes, Junio 11, 2013 | Por Polina Martínez Shvietsova
LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -En la destartalada Terminal 3,
del aeropuerto internacional de La Habana, el Salón Oeste estaba casi
desierto, tal parecía que nadie viajaría de Rusia a Cuba. Los que
esperábamos, teníamos caras mustias. Pero finalmente Sasha salió del
área de aduana. En mi función de traductora y entrando en calor con el
idioma, le pregunté: ¿Viniste en el vuelo del hambre? Se quedó extrañado
con la pregunta. Le aclaré que en Cuba le llaman así al vuelo de Cubana
de Aviación, pues son 14 horas desde Moscú sin comer nada.
Para mayor comodidad, el poeta cubano que le serviría como guía, y yo,
habíamos contratado un servicio de taxi, para mover al joven durante los
3 días de su visita. Luego de que Sasha se montó en el carro, un
Chevrolet de 1956, lo trasladamos al hotel Ambos Mundos. Él lo había
escogido por el tópico de que allí se hospedó Ernest Hemingway.
Decidimos llevarlo a comer a algún restaurante de nuevo tipo, o sea, del
sector privado. Seleccionamos Mango Habana. La avispada camarera sugirió
que pidiéramos la especialidad del chef. Al cabo de un rato, trajo un
hermoso plato con filete de res al chocolate, puré de papas y otras
guarniciones. A mi amigo el poeta se le asustó el estómago, pues se pasó
casi todo el tiempo sentado en el inodoro. El pobre, acostumbrado al
picadillo de soya, el arroz con frijoles y los huevos…
Al día siguiente, la movida fue hacia la playa. El lugar elegido fue Mar
Azul. El día no estaba propicio. Tenían colgada la bandera roja. Sin
embargo, Sasha se bañó, disfrutó de la playa, también observó la
cantidad de merolicos que venden agua de cocos y artesanías. Cuando
llegó el mediodía, el hambre apretaba. Pedimos unos platos de frutas
tropicales, a 5.00 cuc por ración. Nada en esa playa era higiénico, ni
ordenado, ni barato.
Mientras el poeta trataba de mostrarle la parte idílica y romántica de
la Isla, Sasha se empecinaba en hacerme preguntas sobre las realidad de
Cuba. El poeta, por su lado, se esforzaba para no mostrar su hambre y su
miseria, en tanto la traductora mostraba el lado descarnado de un país
en ruinas.
Luego de la playa, asistimos a la boda de un joven amigo ruso con una
chica cubana. El novio vive en Moscú. Además, es escritor, pero no es un
escritor cualquiera. Tiene inclinaciones políticas y se ha dedicado a
investigar la vida y obra del Che Guevara, y ha publicado en Rusia
varios libros sobre este tema. En uno de sus viajes a Cuba se alquiló en
una casa de familia, allí conoció a la chica que le robaría el corazón.
Entonces, el joven casadero buscó ayuda y consejos entre los amigos de
ambos países. Como resultado de estas averiguaciones sobre cómo marchan
los negocios en La Habana, sacó en claro que le vendría bien regentar
una flotilla de taxis de alquiler.
A la mañana siguiente, hicimos gira turística por los consabidos sitios
del Casco Histórico, por 5ta. Avenida y El Vedado. Luego, llevamos a
Sasha al aeropuerto. Continuaba camino hacia Nicaragua.
Inesperadamente, a Sasha lo detuvieron en el área de chequeo y le
retuvieron el pasaporte. Por suerte, logró rebasar el percance y no
perdió el vuelo. De cualquier modo, aunque fuera por poco tiempo, Sasha
experimentó en carne propia la realidad que los cubanos vivimos todos
los días y a toda hora.
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