Abuso de poder
Miércoles, Junio 12, 2013 | Por Gladys Linares
LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -Hace más de una década que los
huracanes Lilly e Isidore azotaron a la provincia de Pinar del Río con
trayectorias casi iguales y once días de diferencia.
Estos temidos y caprichosos huracanes causaron grandes daños en el
municipio pinareño de San Juan y Martínez. En el barrio El Paradero
muchas viviendas fueron destruidas totalmente. Una de ellas fue la de
Esperanza Perdigón.
Cuando los medios comenzaron a informar la posible trayectoria del
primer meteoro, la familia no lo pensó dos veces para aceptar el
alojamiento que les ofrecía un sobrino de Esperanza. Tras el paso de los
ciclones, permanecieron allí otros seis meses, tiempo que demoraron sus
hijos en levantar un ranchito provisional, pues su casa había
desaparecido. En este conviven desde entonces -once años- cinco adultos
y una niña de dos años.
Cuenta Esperanza que, cuando llueve, el techo parece una regadera, y que
apenas le quedan muebles, porque los pocos que pudieron salvar entonces
los fueron perdiendo con las lluvias.
Ella muestra un recorte del Granma del 7 de junio de 2003, donde
Salvador Gomila, vicepresidente del Instituto Nacional de la Vivienda,
en reunión de trabajo con los directores municipales de la esfera,
informaba que a partir de ese año se harían 8 909 viviendas para reponer
las destruidas totalmente.
Pero no fue hasta el 11 de julio de 2011 que comenzaron a fabricar la de
Esperanza y su familia. Para lograrlo, sus hijos se prendieron a
trabajar duro y a correr detrás de Eddie Dupeirón, jefe de producción de
la Agrupación de Mantenimiento de la Vivienda, encargado de autorizar la
adquisición de los materiales.
Pero en diciembre de 2012 el director de la Agrupación, Edel Cordero
Hernández, dio por terminadas las quince viviendas que se estaban
fabricando en ese momento, aunque en realidad solo seis de ellas estaban
listas. Días después, mandó a poner las ventanas, las puertas con sus
picaportes, y se quedó con las llaves.
Según refiere Michael, hijo de Esperanza, "para la Dirección Provincial
y Nacional de la Vivienda, estamos viviendo en esas casas desde
diciembre. Por eso quieren obligarnos a firmar el contrato de pago de la
casa, y así empezar a cobrarlas. Pero si lo hacemos, ni nos venden los
materiales que faltan, ni los albañiles nos terminan el trabajo".
"Hace unos días, la primera secretaria del partido de San Juan y
Martínez, Niurka Gambía, dijo que esas casas hay que comenzarlas a
cobrar, pero nadie acepta firmar el contrato", agrega Michael, y
concluye: "¿Cómo vamos a pagar unas casas que no están terminadas, y
donde no estamos viviendo?".
En el mes de abril, Michael se entrevistó con Edel y le pidió las llaves
para seguir con la construcción antes de que comenzaran las lluvias,
pero la respuesta de este fue: "No hay apuro por terminar".
Algo similar le sucedió con Reinaldo Izquierdo Reloba, director de
Vivienda de San Juan y Martínez, quien después de escucharlo
pacientemente, le dijo: "Yo voy a ir por allá". Y todavía lo están
esperando.
Al no recibir respuesta, ese mismo mes se dirigió a la sede del partido
comunista y a la del Poder Popular para plantear allí su situación. Pero
en ambos lugares solamente le tomaron los datos para citarlo a un
despacho del que tampoco ha recibido aviso.
El miércoles 5 de junio, las numerosas lluvias y los vientos acabaron de
tumbarles el techo de la choza. Por no tener un lugar donde guarecerse
con su anciana madre enferma y su hermana con cinco meses de embarazo y
una niña de dos años, decidieron abrir la casa y ocuparla. Los vecinos
los apoyaron, y apareció una llave que abrió la puerta.
Al entrar, les sorprendió ver que todos los materiales que faltaban, e
incluso las cinco lámparas, estaban dentro de la casa.
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