Desde adentro: investigadores cubanos desnudan mecanismos totalitarios
mayo 24, 2013
Rogelio Manuel Díaz Moreno
HAVANA TIMES — Un refrán popular reza que la mentira puede correr muchos
años pero la verdad, en cuanto la sueltan, la alcanza en un día.
Este proverbio resonará en la cabeza de cualquier persona que hojee el
libro La Verdad no se ensaya¸ del especialista cubano en derecho Julio
César Guanche y publicado por la editorial Caminos.
Tan notable como el contenido mismo de la obra, es el hecho de que este
haya sido el fruto de autores cubanos, residentes y trabajadores en
Cuba, y publicado por un medio cubano reconocido.
Si bien este medio posee una relativa autonomía de las estructuras
oficiales, la aparición de un texto con las características de La
Verdad…, en las librerías oficiales del Estado cubano, resulta tan
sorprendente como el grito del chicuelo en cierto cuento donde un rey
salió a caminar desnudo por la calle.
Este ignorante comentarista no se había tropezado nunca antes con unas
observaciones tan serias, tan fundamentadas y críticas del sistema
político social instaurado en Cuba a partir de 1959, como las que hallé
en este libro.
El autor despliega un poderoso arsenal teórico y metodológico, con el
que estudia y desmenuza dramáticamente fundamentos del sistema político,
ideológico, gubernamental, de nuestro país.
Los resultados de sus análisis señalan catastróficas carencias en
materia democrática y participativa, que laceran la vida de los cubanos.
Para los no entendidos, nos costaría ofrecer de manera coherente una
visión lo suficientemente abarcadora y, a la vez, sintetizada, del libro
de Guanche. El tratamiento de cada tema es riguroso, profundo, como
corresponde a un experimentado jurista, politólogo, historiador,
ensayista, tal que no deja espacios a tergiversaciones maliciosas o
cuestionamientos superficiales.
Para rebatir esos argumentos, hay que estar a la altura del ponente. Y
lo que es mejor, se torna imposible tachar a este último de interesado
al servicio de extraños agentes que manipulan a su conveniencia la
verdad. La verdad es que el rey está sin ropas, y un dedo ineludible
recorre sus desnudeces.
También hay que decir, para respetar el principio de la veracidad, que
la posición de Guanche es la de respeto y optimismo ante un sistema que,
alega, debe perfeccionarse y no destruirse. En todo caso, hay que partir
de un diagnóstico veraz, duélale a quien le duela.
Guanche empieza con el abordaje del tema de qué se entiende por
Revolución cubana, cómo se piensa y quiénes la llevan a cabo. En estas
arenas brota el sujeto más importante para Guanche, el de una ciudadanía
con personalidad y derechos universales.
La consagración de esta, como razón de ser de todo proceso político
nacional, debe ser la medida última del triunfo o el fracaso de tal
movimiento. En cada etapa histórica de nuestro país han existido tanto
avances como retrocesos en este sentido, y Guanche revela la decadencia
de las ideologías que se atrasan irremisiblemente respecto a sus contextos.
El recorrido continúa mediante la constatación de la diferencia entre
acatar… y cumplir. Este viejo recurso cuenta con una larga tradición en
Cuba, ante la pretensión de imposiciones irrealizables por parte de
elevadas autoridades.
La legitimidad del sistema sale mal parada cuando se observan grandes
discrepancias entre orden normativo y operatividad real, con lo que la
coherencia entre fines y medios queda en entredicho.
Los temas de constitucionalismo y de participación ciudadana son la
especialidad de Guanche, como podemos atestiguar los que hemos
compartido alguna de sus siempre interesantes charlas.
Las declaraciones cubanas de derechos humanos se encuentran
desactualizadas respecto a sus pares de América Latina y a los tratados
internacionales de los que forma parte la mayor de las Antillas, revela.
Asimismo, la supuesta soberanía del sujeto popular sobre el poder
político se encuentra sin verdaderas garantías en nuestro país, según se
desprende de los análisis que realiza el autor, con lo que los poderes
discrecionales de las élites gobernantes no tienen contrapartidas efectivas.
Termina el libro con un ensayo sobre el pensamiento filosófico y
político de Raúl Roa en el que se pueden encontrar sorpresas picantes.
Resulta que el llamado Canciller de la Dignidad tuvo en alta estima el
sistema democrático de Cuba en los años de la década de 1940 y defendía
un sistema socialista con respeto del multipartidismo y ese tipo de
libertades que se tachan hoy en día, en nuestros medios, de burguesas.
Ciertamente, la publicación y venta de este volumen resulta un hecho
inédito en nuestro país. Sugiere que la apertura al pensamiento y al
debate proclamada por el presidente Raúl Castro avanza, lentamente, pero
avanza. Hace tan solo un quinquenio la censura lo habría bloqueado sin
apelación posible.
Hace diez años, habrían expulsado además al autor de su trabajo. Y hace
quince o veinte, a ningún intelectual cubano residente y trabajador en
Cuba le habría pasado por la cabeza escribirlo.
No podemos saber si esto marca una tendencia a democratizar realmente el
debate sobre las realidades de nuestro país. Una cosa es permitir
mayores libertades a los intelectuales, que escriban ensayos y filosofen
y discutan, otra muy diferente es devolver al pueblo el poder que a este
pertenece.
Nos viene a la mente la reciente autorización que fue extendida en
persona por el Vicepresidente cubano, Miguel Díaz Canel, a un grupo de
blogueros matanceros, para que siguieran su actividad, mientras que el
acceso general a Internet permanece como tema tabú.
En todo caso, me alegra sobremanera el texto de Guanche y preveo que, a
todo el que lo consiga, le será de tanta utilidad como me ha resultado a
mí, para entender e interpretar la realidad que vivo.
http://www.havanatimes.org/sp/?p=85682
No hay comentarios:
Publicar un comentario