27 de mayo de 2013

Croquetas explosivas y otras barbaridades

Croquetas explosivas y otras barbaridades
Lunes, Mayo 27, 2013 | Por Moises Leonardo Rodriguez

ARTEMISA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Desde la estatalización de las
empresas privadas, en los primeros años de la revolución, los cubanos
hemos sufrido, además de la desaparición o carestía de muchos productos,
la mala calidad de los que sobrevivieron. La consigna "La calidad es el
respeto al pueblo", fue precisamente una de las primeras promesas falsas
del gobierno.

Desde los primeros tiempos, las cerillas (fósforos) lanzaban la cabeza
encendida, los vehículos del transporte público de la Cooperativa de
Ómnibus Aliados (COA), viciaban la atmósfera con una negra y maloliente
humareda, y en las calles se multiplicaban los charcos de aceite de
motor, debido a las adaptaciones con piezas y componentes rusos que
sustituyeron los originales norteamericanos.

El cumplimiento estricto de los turnos y horarios de las rutas cubiertas
por la COA fue quedando como recuerdo, y el servicio de transporte de
pasajeros presentó altas y bajas, más bajas que altas, por décadas,
hasta su colapso definitivo, cuando desaparecieron los subsidios
soviéticos que suplían la falta de una economía real en la Isla.

Con el establecimiento de las Granjas del Pueblo y otras estructuras
copiadas de los soviéticos, la producción agrícola decreció notablemente
y, junto con ella, la calidad de la alimentación de los habitantes de a pie.

Desde entonces y hasta la fecha, la calidad del pan, el café y otros
productos vendidos por racionamiento, a precios subsidiados, son de
pésima calidad, a pesar de las constantes quejas de la población ante
instituciones, cuya calidad también es dudosa, por no haber sido capaces
de solucionar definitivamente estos problemas.

De la década de los setenta, aun muchos recuerdan la dieta diaria
obligada de arroz, chícharos y huevos, lo mismo en casas, comedores
obreros y escolares, mientras la gastronomía prácticamente solo ofertaba
pizzas y croquetas. En esa época se popularizó el dicho de un animador
de televisión (Salvador) "Si no fuera por el huevo, el espagueti y las
pizzas, el cementerio de Colón llegaría hasta La Lisa".

Las "croquetas explosivas" de esos tiempos dejaron un saldo de varios
rostros quemados y algunos tuertos. Además, por carecer de sabor, se
decía popularmente que eran croquetas de ave…, no de la especie animal,
sino de "ave-rigua" de que estaban hechas. Todavía las croquetas del
mercado estatal carecen de sabor, y aún no logramos saber su contenido.

Por su parte, el mercado informal, que ocupó muchos vacíos dejados por
la economía estatal, ha sido nicho de estafadores de todo tipo: carne de
conejo que realmente proviene de desafortunados gatos callejeros, latas
de pinturas que al abrirlas están llenas de arena, leche condensada
sellada, conteniendo sustancias sin rastros de lácteos, y otro sinnúmero
de estafas.

Parece que la filosofía revolucionaria anda errada al relacionar calidad
y cantidad, pues ambos polos han mantenido por más de cincuenta años en
la Isla una relación donde la oferta se caracteriza por cantidades
generalmente insuficientes y por la total ausencia de calidad.

corrientemartiana2004@gmail.com

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