Conciencia de timbiriche
Viernes, Mayo 24, 2013 | Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Adictos a movernos entre los
extremos, los cubanos estamos expuestos a un nuevo peligro, otro más,
condicionado precisamente por nuestra vocación de péndulos que es
innata, pero que ha sido exacerbada -hasta sobrepasar todos los colmos-,
por las dramáticas circunstancias históricas de las últimas décadas.
Entre los rezagos de la entumecedora Emulación Socialista y la
agresividad de la competencia que ahora aplicamos, sin conocer sus
mecanismos ni respetar sus reglas, tal parece que hemos perdido por
entero el sentido común y el auténtico espíritu de progreso. Y no sólo
eso. También estamos perdiendo la vergüenza.
Antes, únicamente le temíamos al régimen, el cual, al mismo tiempo que
nos asustaba, se encargaba de neutralizar nuestros temores ante el
futuro, mediante una especie de hipnosis colectiva que nos hacía sentir
relajados y hasta, a veces, felices con lo mínimo indispensable,
materialmente hablando, y con mucho menos de lo mínimo en otros
aspectos, incluidos el espiritual y el moral.
Hoy, aún más que el régimen, parece asustarnos lo que vendrá después. Y
podría decirse que ese susto nos hace inmunes ante todos los demás
sentimientos.
El afán por convertirnos masivamente en pequeños comerciantes, como vía
para ganar el sustento sin tener que trabajar bajo las miserables y cada
vez más inseguras normas del empleo estatal, es una exteriorización de
ese pavor que nos mantiene en vilo ante el mañana, si acaso dispuestos a
luchar por la sobrevivencia, pero combinando el menor esfuerzo posible
con la más absoluta irresponsabilidad ciudadana, a la vez que competimos
todos contra todos, sin pizca de ética y sin escrúpulos, fieles nada más
que a nuestra conciencia de timbiricheros.
Cada día son menos los paisanos que producen y más los que quieren
vender, no importa el valor de lo que vendan, ni que todos vendan lo
mismo y a iguales precios, apilados unos encima de los otros, mientras
el régimen se muestra conforme, pues cada timbirichero en acción es otro
ciudadano que no tiene tiempo ni disposición para asustarse, no ante el
mañana, sino de cara a un presente que lo mantiene económicamente contra
la pared y que lo está aniquilando moralmente, al mediatizarle el
espíritu emprendedor y la capacidad productiva.
Es el nuevo círculo vicioso escogido por nuestros caciques para
embobecer al personal. Ya que no les resulta posible ni rentable seguir
dominándonos bajo la condición de hijos bobos, dependientes a tiempo
completo de sus migajas, fingen que nos están abriendo la talanquera del
corral. Pero realmente, más allá no hay sino otro corral, y en éste nos
estamos encerrando nosotros mismos.
Luego, para rematar, escucharemos los comentarios de los nostálgicos del
fidelismo, que muy pronto van a echarle la culpa de nuestros problemas
económicos y limitaciones cívicas a eso que gustan hablar del
capitalismo salvaje.
http://www.cubanet.org/articulos/conciencia-de-timbiriche/
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