Después de Sandy, un futuro de espanto
Miércoles, Octubre 31, 2012 | Por Miriam Leiva
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -La patética situación de los
cubanos en las provincias de Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo, por
el azote del huracán Sandy, y de Villa Clara y Sancti Spíritus, por sus
lluvias, causantes de inundaciones con el alivio de los embalses, como
la presa Zaza, no podrá resolverse en mucho tiempo. La miseria se
intensificará para todos los habitantes del país, desgastado
progresivamente, desde hace más de 20 años, por la crisis económica,
política y social más intensa de su historia.
Cuba no cuenta con recursos económicos para detener el proceso de
descapitalización, una vez destruida su principal industria (la
azucarera), por voluntad del gobierno, y con las demás industrias
obsoletas, así como por la caída permanente de productos exportables,
como el café.
Se une a ello, la incapacidad de producir alimentos, con la consiguiente
necesidad de importar alrededor del 80% de los que consumimos, ofertados
en poca cantidad, variedad y calidad a la población. Mientras los
ingresos en divisas del país se basan en los servicios del personal
médico, paramédico y, en menor medida, de especialistas deportivos y
otros, alquilados por el gobierno a otros países. Bien conocida es
además la dependencia respecto a Venezuela, más allá del petróleo a
precios bajos.
Los salarios de los cubanos son bromas de mal gusto, porque hasta el
presidente ha reconocido que no alcanzan para vivir. Pero el gobierno
continúa aferrado a permitir pocos trabajos por cuenta propia, cobrando
elevadísimos impuestos que hacen que los que trabajan por su cuenta no
puedan beneficiarse, mientras impone multas a derecha e izquierda o
quita licencias impunemente.
La construcción de viviendas por el Estado, en 2009, fue de 35 085; en
2010, de 33 901; y en 2011, de 32 540; cifras muy bajas para reponer las
destruidas por los fenómenos climatológicos y las perdidas por la
antigüedad y la falta de mantenimiento. El reciente huracán, tan solo en
Santiago de Cuba, afectó a 132 mil, con el derrumbe total de 15 392,
según estimados de las autoridades. A estas habría que añadir las
destrozadas en los 8 municipios más dañados de Holguín, donde todavía no
se habían recuperado del ciclón Ike, de 2008, y además, las de
Guantánamo, Granma y poblados de Villa Clara.
Es predecible que las calamidades van a continuar al paso de próximos
fenómenos meteorológicos. Considérese la fragilidad de las tejas de
fibrocemento y zinc con las que ahora se proponen sustituir los techos
destrozados. Para el próximo vendaval que nos azote saldrán volando o se
destruirán.
Muchos miles de personas han perdido sus pertenencias, desde las más
necesarias, como ropa, calzado y colchones, hasta refrigeradores,
televisores y equipos eléctricos para cocinar, que Fidel Castro decidió
debían sustituir al gas o el keroseno. ¿Cómo los repondrán?
Se escucha o lee que en las zonas afectadas, el gobierno está
garantizando la entrega de productos de la canasta básica,
correspondiente a noviembre. Sobresale la mención del arroz, chícharo,
azúcar, pastas y algunos huevos, los cuales no solo son parte de la
cuota vendida por el sistema de racionamiento, sino toda la alimentación
garantizada en pequeñas cantidades, que usualmente se completa con unas
onzas de pollo y picadillo mezclado con soya.
La carne de res hace muchos años es una extravagancia para los cubanos,
la de puerco es cara y el pescado, la langosta y los camarones pueden
llevarnos a la cárcel. El litro de leche de vaca solo se vende para los
niños hasta la edad de 7 años. Para alimentarse mejor hay que comprar en
las carísimas tiendas estatales, que solo venden en divisa. También en
ellas hay que comprar los artículos de aseo personal y doméstico, pero
desde hace meses ni en esas tiendas hay detergente ni bayetas para
limpiar el piso.
Los habaneros respiran aliviados cuando el Instituto de Meteorología
anuncia que los ciclones pasarán por otras regions del país. Y no es por
egoism; "la capital de todos los cubanos", como dice el slogan, tiene el
fondo habitacional en tan malas condiciones que un huracán podría ser
una hecatombe. Al constatar la destrucción dejada por Sandy en Santiago,
la segunda ciudad de Cuba, se refuerza la convicción de que "La Habana
no aguanta más". Afotunadamente, esta temporada de ciclones está a punto
de concluir, así que al parecer se podrá respirar con menos temor,
aunque las lluvias hacen lo suyo.
La solidaridad material de la población podrá ser muy escasa, porque no
existen reservas personales; por muy solidarios que seamos, los cubanos
tenemos muy poco que ofrecer. Los salarios y las pensiones que ganamos
no cubren las necesidades propias, y muchi menos alcanzan para poder
apoyar a los familiares, amigos o simplemente a otros cubanos que están
urgidos en las zonas tan seriamente afectadas. Tampoco la gente se puede
trasladar hacia el oriente, para auxiliar en la reconstrucción, porque
serían una carga en el alojamiento y la alimentación. Además, existen
los fuertes controles represivos de las autoridades cubanas, que limitan
el libre movimiento de los ciudadanos en el territorio nacional y su
permanencia en lugares ajenos a su area oficial de residencia.
Los damnificados requieren no solo solucionar sus acuciantes problemas
actuales, sino también ver algo de luz al final de este túnel, que les
prometa un major future para sus hijos. Si seguimos por el rumbo que
llevamos, días muy duros aguardan a todos los cubanos. La nación se
hunde más y más en la miseria y el atraso, ante la inacción del
gobierno. Las "orgullosas" autoridades cubanas han anunciado que
realizarán la reconstrucción de las zonas afectadas, principalmente con
los recursos propios. Pero, ¿por qué no pedir apoyo internacional?
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