Alejandro Castro prepara la isla para la mafia rusa
Llegó protegido por un séquito impresionante de militares encubiertos y 
confiables desconfiados.
Juan Juan Almeida
octubre 29, 2012
El oscuro y empecinado escritor de fin de semana, Alejandro Castro 
Espín, a quien cariñosamente algunos apodan "Tres Meses", porque ese es 
justo el tiempo que duran en libertad las víctimas de su mirada que, 
aunque torcida, y no perezosa, es tenebrosa.  El cuentista aterrizó este 
viernes 26 de octubre en Moscú para presentar la primera edición en ruso 
de su libro "Imperio del terror seguridad trasnacional, antiterrorismo y 
crisis global".
Llegó protegido por un séquito impresionante de militares encubiertos y 
confiables desconfiados. Es normal, no hay por qué criticar, en las 
obras de caballería no existe un hidalgo honorable que no tenga su 
escudero; lo preocupante es que, hablando de honor, el hijo de Raúl y 
Vilma no haya tenido la decencia de mencionar al verdadero autor de tan 
indigesta escritura. Se llama Juan Francisco Arias Fernández, pero le 
dicen Paquito, hasta hoy, es un fiel correligionario, poco atractivo, 
infiel marido, peor amigo, y con pretensiones linajudas.
El título del libraco es agotador, lo cutre se ha puesto de moda y 
rebuznar puede inspirar; pero mucho peor fue escuchar la monserga, que 
Alejandro se largó frente a una veintena de personas entre los que se 
encontraban el embajador cubano, ex asesores militares rusos, alumnos de 
postgrado en la academia de la diplomacia, periodistas, y otros tantos 
invitados interesados en seducir a quien actualmente es la persona más 
poderosa de la jerarquía social cubana.
La presentación del texto tuvo lugar en la "Casa del Libro" ubicada en 
Nueva Arbat, avenida que se hizo famosa porque en 1991 por ella 
marcharon los rusos para impedir que el país regresara al comunismo. 
Quizás por ello, fue todo un poema ver la cara de Alejandro cuando la 
presentadora, con especial sutileza dijo "Hace como 20 años nosotros 
comenzamos un proceso de cambio llamado Perestroika. El apellido del 
invitado de hoy tiene, para muchos rusos, significado especial".
En el clímax de su intervención, el creído filósofo Castro Espín frunció 
el seño, alzó su voz, y con la vista en lontananza lanzó una frase fuera 
de todo parámetro, por estúpida, que quedara para la posteridad, dijo: 
"No hay mejor lugar para el lanzamiento de un libro, que una librería". 
Aplaudieron, claro está, los comprometidos integrantes de la delegación 
cubana y, por imitación, los que no entendían español.
Escucharlo disertar sobre los temas actuales de la realidad cubana, nos 
da una medida cercana a lo alejado que se encuentra de ella. Para mí, 
hablaba de Suecia, Noruega o Finlandia.
Maestro de la cautela, Alejandro no accedió a responder la pregunta de 
qué escritores o qué libros son los de su preferencia. Eso es asunto 
privado, casi un secreto de estado. Pero eso sí, como decía mi abuela 
"Quienes quieren gobernar, se preparan para gobernar"; dejó claro que 
hace poco terminó una maestría en relaciones Internacionales.
Al terminar agradeció a quienes llamó compañeros, el grupo de 
solidaridad con Cuba, a los organizadores del evento, a los presentes, y 
se marcho.
Concluyó su apretada agenda de sábado en una oficina de Stolenshnikov 
Lane (una de las calles de tiendas de lujo más cara de toda Europa), 
conversando en ambiente  muy ameno con un grupo de "inversionistas" que 
proponen convertir la isla en nuevo y atractivo destino  para miembros 
de la mafia rusa.
http://www.martinoticias.com/content/article/16076.html
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