Publicado el lunes, 09.24.12
Raúl Castro y los médicos cubanos
Alejandro Armengol
Si una clase profesional ha sido hostigada en Cuba a partir de 1959 es
la de los médicos. Estos han tenido que sufrir las órdenes y hasta los
caprichos de un poder que siempre los ha considerado uno de sus recursos
más valiosos.
Ahora, sin embargo, esta situación podría estar cambiando. Al parecer un
grupo de cirujanos del Hospital Calixto García ha mandado una carta al
gobernante cubano en que presenta una serie de quejas válidas. El
documento circula en internet y ha llamado la atención no sólo por su
carácter de denuncia, sino por el hecho de que se une a una serie de
protestas que dentro de la isla, en algunos casos por las vías
establecidas por el mismo gobierno y sin manifestar una posición
política o siquiera ideológica opuesta al régimen, han comenzado a
manifestarse en Cuba. Este fenómeno, no imaginado hace apenas unos años,
empieza a definir una situación en que la población deja a un lado la
apatía y trata de dar a conocer sus puntos de vista, sin pretender
constituirse en disidencia u oposición, salvo por el hecho de no
claudicar ante el dictado de una obediencia sin frontera, una paciencia
sin límites y una confianza más allá de toda duda hacia los gobernantes
cubanos.
En una de sus partes, dice el documento de los médicos:
"Cuando los gobiernos, con sus leyes, decretos, circulares especiales, y
sus decisiones y disposiciones, van comprometiendo el futuro, ¿hasta
cuándo vamos a agradecerle a la generación del centenario por haber
cumplido con su deber y su obligación de liberar a Cuba, mientras
nuestra generación espera para cumplir con su deber de desarrollar y
darles a nuestra familia, a nuestros hijos, a nuestros hermanos cubanos
la vida que se merecen, mientras las destructoras huellas de la
corrupción transitan con libertinaje singular para cada lado de la
sociedad al que se pueda dirigir la mirada?".
El párrafo resulta de singular importancia para entender lo que ocurre
en Cuba y los fines adecuados, acordes con una estrategia de cambio y no
fundamentados en ilusiones desde Miami, en que deben plantearse los
reclamos en la isla.
Cuando junto a tres comandantes de la revolución Raúl Castro pasó
revista a las tropas del desfile del 2 de diciembre del 2006 –en uno de
los actos políticos más importantes del año en que Fidel Castro se vio
obligado a ceder el poder– ofreció a Cuba y al mundo la única prueba de
legitimidad que consideró necesaria para asumir el mando.
No hizo más que repetir un gesto y un principio desarrollado muchos años
antes por el dictador español Francisco Franco, que utilizó igual
recurso para mantener su dictadura durante largo tiempo: su victoria en
la guerra civil le garantizaba la autarquía.
Sin embargo, con el caudillo español en pleno dominio del mando, fue
necesario superar la etapa de la "legitimidad de origen" para dar paso a
la "legitimidad de ejercicio", marcada por la promesa de una prosperidad
alcanzada mediante la inversión extranjera y una liberalización
económica que pretendió prescindir de sus equivalentes políticos,
sociales y culturales.
Por un momento se pensó que las tan anunciadas reformas de Raúl iban a
conducir si no a una vía similar a la española, al menos a un remedo de
cambio económico y una esperanza de futuro. La realidad ha sido, en lo
esencial, la continuación de un inmovilismo sin fin. No es que todo siga
igual. Es que todo avanza hacia atrás. El régimen castrista de Raúl
sigue recurriendo a la "legitimidad de origen" del régimen castrista de
Fidel.
Mientras tanto, el deterioro en el país continúa. En una serie de puntos
muy precisos, los cirujanos del Calixto García describen no solo el
deterioro de las instalaciones y equipos del centro hospitalario, sino
también humano, de los especialistas que trabajan allí:
"Solo a este panorama deprimente necesitamos sumarles las condiciones de
confort que tienen los médicos y el personal en general, donde empezando
por un salario que no le alcanza para vivir a él y a su familia, una
atención degradante en los servicios de trabajo y guardia, que incluyen
la ausencia de un lugar para descansar en las largas jornadas
quirúrgicas o de trabajo, los varios kilómetros caminados en el
recorrido entre salas, bajo el polvo, el sol y muchas veces la lluvia,
la pésima calidad y suficiencia de la alimentación, la falta de un lugar
decente donde practicar sus necesidades fisiológicas, y duchas para
refrescar en el intenso calor o su limpieza ante una intervención
contaminante, casi obligan, cuando se convierten en permanentes, a
cambiar mentalidades", agrega el documento.
Los cirujanos del Calixto García han dado un paso que es muy probable
sea imitado por otros sectores.
Ya no están dispuestos a seguir esperando callados.
http://www.elnuevoherald.com/2012/09/24/1306000/alejandro-armengol-raul-castro.html
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