Los Estados Unidos en nuestra historia
Jueves, Abril 26, 2012 | Por Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Digan lo que digan los
historiadores castristas, fue gracias a los norteamericanos que Cuba se
independizó de España. Aunque la Isla tenía una población de un millón
de personas en aquellos momentos, apenas veinte mil luchaban en la
manigua, contra un ejército bien armado y entrenado, compuesto por 200
mil españoles. Creo que esta información es suficiente para preguntarse
cómo hubiéramos ganado la guerra sin la intervención de los Estados Unidos.
Y digan lo que digan los mismos historiadores castristas, también fueron
los norteamericanos quienes pusieron punto final a la lucha entre los
menos de tres mil guerrilleros que formaban el Ejército Rebelde de Fidel
Castro -en un país con seis millones de habitantes- y los cincuenta mil
hombres sobre las armas con que contaba el dictador Batista.
En 1958, Fidel Castro, después de haber permanecido en las montañas
orientales durante trece meses, estaba ansioso por llegar al poder de
cualquier forma. También estaba ansioso, por segunda vez en la historia
de Cuba, el gobierno de Estados Unidos, porque terminara la guerra.
En abril, cuando por iniciativa de Fidel Castro el Movimiento 26 de
Julio pidió a todos los cubanos que se sumaran a una huelga general con
el fin de que terminara la guerra, éstos dieron una respuesta que muchos
comunistas han querido olvidar: la huelga fracasó porque el pueblo, con
su abstención, se negó a intervenir en los asuntos políticos.
La desesperación de Fidel Castro iba en aumento. De Nuevo, a través de
la emisora clandestina Radio Rebelde, exhorta a los soldados de Batista
a que abandonen la lucha y se sumen a las guerrillas, pide al pueblo
que no pague los impuestos, que no asista a fiestas, que no compre la
prensa favorable al régimen, que no juegue la Lotería; y pide a los
jueces, policías y militares que renuncien a sus puestos.
Al ver que nada logra los guerrilleros, el 26 de junio Raúl Castro
secuestra a diez norteamericanos y dos canadienses en la zona de Moa, y
luego a numerosos empleados de la United Fruit Co., no para lograr apoyo
de Estados Unidos, puesto que como se sabe ya lo tenía. Desde el 11 de
enero de ese mismo año, Washington había declarado el embargo de venta
de armas al dictador Batista, sino para apresurar el triunfo.
Es precisamente el 17 de diciembre que Earl Smith, el embajador de
Estados Unidos, pide abiertamente a Batista que deje el poder para
evitar más derramamiento de sangre y rechaza días después la propuesta
de crear una junta militar sin Batista.
En la madrugada del 31 de diciembre, el dictador, su cúpula militar y
toda su familia parten de Cuba hacia República Dominicana.
¿Podría decirse, teniendo en cuenta estos acontecimientos, que la guerra
de guerrillas de Fidel Castro triunfó solo debido a las acciones de los
combatientes?
Es cierto que lucharon, que cayeron cientos de revolucionarios -no los
veinte mil que asegura la propaganda oficial-, que una gran parte del
pueblo simpatizaba con ellos. Pero de no negarse los Estados Unidos a
ayudar con armas a Batista y de no haberlo presionado para que
abandonara el poder, la guerra se hubiera prolongado más de lo que
podríamos calcular y quien sabe cuál hubiera sido el desenlace. Quizás
otra sería hoy la realidad cubana y no una dictadura más dura, más cruel
y más prolongada que la anterior.
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