3 de febrero de 2012

Botar el sofá

Cuentapropismo, Carretilleros

Botar el sofá

Alguien con sentimiento peyorativo habló de La Habana como la ciudad de
las carretillas, ahora podrá rebautizarla como la ciudad de la extrema
escasez

Oscar Espinosa Chepe, La Habana | 31/01/2012

Nuevamente se vive en Cuba un episodio de irracionalidad y falta de
sentido común contra la iniciativa individual, que aunque no ha llegado
a los excesos de las operaciones "Pitirre en el Alambre" o la lucha
contra los llamados "macetas", se centra igualmente en la
superficialidad, sin ir a la raíz de los problemas.

Las víctimas actuales son los carretilleros, autorizados meses atrás a
trabajar por cuenta propia mediante la venta en la calle de productos
agrícolas, fundamentalmente vegetales y algunas viandas y granos. Estas
personas que cuentan con licencias y pagan impuestos, están sometidas a
una fuerte crítica de los medios y un asedio constante de los
inspectores, que aplican grandes multas y pérdida de las licencias, con
pretextos de que no estar en movimiento las carretillas, ofertar los
productos en espacios "prohibidos" y venderlos a precios altos; no
obstante el Estado aceptar que se formaran sobre la base de la oferta y
la demanda.

Por supuesto, en una situación de escasez de productos en general, los
precios se disparan y se crea un mercado de los vendedores, ante lo cual
el Estado a pesar de tener todas las posibilidades para contar con
productos de calidad y a precios más bajos, ha sido incapaz de servir de
contrapeso.

En La Habana existen cientos de Mercados Agropecuarios Estatales (MAE) y
puntos de venta de productos agrícolas también estatales, caracterizados
por carecer de ofertas. Cuando las tienen, los productos son de ínfima
calidad, sucios y deteriorados. Comercializados muchas veces con largas
filas de espera, por trabajadores que, mal retribuidos, no tienen apuro
en atender a los clientes, y en ocasiones alteran el peso para procurar
ganancias impropias, lo que ha llamado el conocido escritor cubano
Guillermo Rodríguez Rivera, las "libras de 10 y hasta de 8 onzas" (1
libra=16 onzas).

Los carretilleros usualmente ofertan productos de primera clase, frescos
y limpios, mientras atienden bien a los clientes. Al cierre de noviembre
ejercían este oficio de manera legal 16.000 personas en el país, 3.200
en la capital, según datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social,
publicados por Granma. A ellos se agregan personas que no han sacado sus
patentes y laboran ilegalmente. Estos cuentapropistas recorren las
calles con sus pregones, dándole una nueva vida a ciudades y pueblos, a
la vez que acercan los productos al consumidor, en beneficio de las amas
de casa y del amplio sector poblacional en la tercera edad, que antes
tenía en muchos casos que recorrer largas distancias para poder comprar
viandas, hortalizas y determinados granos. Ciertamente, los precios son
altos para la menguada capacidad de compra del ciudadano corriente, pero
en ocasiones no difieren mucho de los de la inestable oferta estatal.

Ahora se acusa a los carretilleros por la caída de las ventas en los MAE
e incluso en los Mercados Agropecuarios de Oferta y Demanda, en los
cuales también comercializan los privados, pero con impuestos más
elevados, lo cual podría corregirse disminuyendo los gravámenes para que
puedan competir en igualdad de condiciones con los carretilleros. Sin
embargo, aunque las cuestiones organizativas pudieran estar incidiendo,
no constituyen la base del problema, que reside en la insuficiente
producción agropecuaria y la inestabilidad en el suministro al mercado.
Desde hace semanas, por ejemplo, no hay huevos en el mercado estatal, a
pesar de ofertarse a un elevado precio de 1,50 pesos la unidad, y en
muchos lugares ha existido demora en las 10 posturas vendidas
mensualmente por persona a través del racionamiento.

La entrega de tierras en usufructo, llena de prohibiciones y
limitaciones, no ha brindado los frutos esperados. La producción
agropecuaria en 2010 se redujo en 5,1 %, mientras según cifras
preliminares en 2011 creció en 2,1 % para llegar a los niveles de 2008,
cuando el país fue afectado por varios huracanes. Incluso el periódico
Granma, el 27 de enero, reconoció que "en el mes de diciembre los
mercados capitalinos recibieron poco más de la mitad de los volúmenes de
productos agropecuarios contratados", y que "el incumplimiento de las
entregas pactadas por parte de las bases productivas es motivo reiterado
del desabastecimiento".

Las perspctivas de 2012 no son mejores. En el informe sobre el Plan de
2012, presentado por el ministro de Economía y Planificación en la
Asamblea Nacional, se anunció la importación de alimentos por valor de
casi 1.800 millones de dólares, o sea, continúan aumentando las compras
externas debido a la incapacidad nacional de abastecer el mercado.
Insólitamente no se toman las medidas adicionales en la entrega de
tierras en usufructo sobre asuntos que hasta muchos funcionarios
oficiales de alto nivel han expresado la necesidad de acometer. Continúa
sin permitirse la construcción de viviendas en las áreas recibidas; se
mantiene el plazo de solo 10 años para la tenencia de la tierra
(prorrogable a 10 más); no se amplía la extensión de superficie a
entregar, ni se facilitan recursos, mientras se siguen importando
colosales cantidades de alimentos que podrían producirse perfectamente
en el país, y hasta exportarse si se crearan las condiciones apropiadas.

Por otra parte, se obvia que los carretilleros tienen gastos
sustanciales en la búsqueda de los productos, con dificultades para el
transporte, y deben pagar altos precios a los intermediarios o
productores que los traen a La Habana, no pocas veces desde provincias
muy distantes, que originan notables gastos por usar vehículos altos
consumidores de combustible. También hay que tener esto en cuenta para
hacer un juicio acertado sobre la ganancia real de los carretilleros.

Paralelamente, en Cuba ya existen enormes disparidades en los ingresos
personales. Ciertamente una libra de tomate a 6 pesos resulta cara para
un trabajador medio y mucho más para un jubilado, si no cuentan con
ayudas adicionales, particularmente alguien que envíe remesas desde el
exterior.

El presidente Raúl Castro reconoció que con el salario es imposible
vivir en Cuba, en el discurso del 26 de julio de 2007, y esa situación
no ha cambiado, por el contrario empeorado. Por ello son comprensibles
las quejas de muchos ciudadanos pertenecientes a los sectores más
humildes, que se quedan en la superficie al solo criticar los precios de
los carretilleros, sin tener en cuenta el nivel medio general de los
precios que son extremadamente altos para un país con un salario medio
mensual inferior a los 20 dólares y una pensión media mensual de
alrededor de 10 dólares, en un entorno donde prevalece la dualidad
monetaria. Sería aconsejable que quienes atacan los precios de los
carretilleros y los cuentapropistas, elevaran también sus quejas al
diario Granma porque en las tiendas estales de venta en divisas un
kilogramo de leche en polvo cuesta 5,25 CUC (equivalente a 131 pesos),
un litro de aceite comestible 2,40 CUC (60 pesos), 250 gramos de café
3,45 CUC (86 pesos), mientras otros alimentos básicos, los artículos de
tocador esenciales como el jabón de baño, los de vestir y el calzado
tienen también precios astronómicos. Deberían preguntar cuánto debe
pagar un joven carretillero por un par de zapatos, un pantalón o una
camisa decentes, nunca menos de 500 pesos, por cada artículo.

El resultado del acoso a los útiles carretilleros ha sido su casi
desaparición de las calles habaneras, en los últimos días. Alguien con
sentimiento peyorativo habló de La Habana como la ciudad de las
carretillas, ahora podrá rebautizarla como la ciudad de la extrema
escasez. Además de perjudicar a los carretilleros, la ofensiva aumentará
la incertidumbre entre todos los cuentapropistas y los usufructuarios de
tierras ante un Estado tan voluble, que en cualquier momento puede
desaparecerlos como ha ocurrido en el pasado. Ni que decir de las
posibilidades de inversión extranjera en un país con tanta inseguridad
para hacer negocios.

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/botar-el-sofa-273463

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