2009-12-04.
Elías Amor, Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- En las últimas semanas, asistimos a un
espectáculo sorprendente en el que, una vez más, las relaciones del
régimen castrista con la Unión Europea entran en un proceso polémico,
cuyo resultado final no se vislumbra con los datos que disponemos
actualmente.
Parece lamentable que la Unión Europea, una de las concentraciones de
democracia, respeto a los derechos humanos y libertades más importante
del mundo no sitúe a la dictadura comunista de Castro en el lugar que le
corresponde, al igual que otros regímenes políticos similares que han
recibido el menosprecio, el rechazo y la presión sistemática para
evolucionar hacia un sistema político comparable.
En tales condiciones, el castrismo goza de una ventaja de legitimidad
que resulta inconcebible para quienes creen que la democracia, los
derechos humanos y las libertades no admiten grados ni escalas.
El origen de todo este proceso, sin duda polémico, arranca del deseo
expreso y personal del ministro de exteriores español Moratinos de
enterrar para siempre la denominada Posición Común, estrategia de
actuación de los 27 frente al régimen de La Habana, en la que se
contiene una clara defensa de los derechos humanos como condición
necesaria, pero no suficiente, para que el castrismo pueda obtener
beneficios directos de la cooperación económica europea.
El momento elegido para este cambio de política es el primer semestre de
2010 en el que España ejerce la presidencia rotativa de la Unión Europea.
Lo cierto es que, pese a la línea marcada en este documento, el régimen
castrista se ha visto beneficiado de numerosos programas de apoyo
procedentes de distintos países europeos, comunidades autónomas y
ayuntamientos españoles incluidos, en tanto que el comercio exterior,
los turistas y las inversiones se han ejecutado sin trabas, salvo las
dificultades financieras de la Administración castrista, siempre en el
límite de la bancarrota.
Ni la represión desatada en la Primavera Negra de 2003 contra los
disidentes, que terminó con el encarcelamiento de los 75 presos de
conciencia, frenó ese clima de relaciones económicas y comerciales
crecientes.
Ahora, el cambio que pretende el ministro Moratinos encuentra dos
posiciones aparentemente enfrentadas entre los demócratas.
De un lado, los disidentes en la Isla, que comparten los mismos valores
en defensa de las libertades, la democracia y los derechos humanos que
los 27 países de la Unión Europea, han trasladado a la Unión su
preocupación por el cambio de política.
Además, lo califican de "grave error", ya que consideran, sin duda de
forma acertada, que los compromisos que el castrismo pudiera firmar para
desmontar la Posición común a corto plazo, serían papel mojado,
incumpliéndolos, como hace con otros acuerdos adoptados de organismos
internacionales como Naciones Unidas, OEA, Cumbres iberoamericanas, etc.
Además, la retirada unilateral de la Posición común supondría un
beneficio directo para el gobierno, sin que se produjera una mejoría en
la situación de los derechos humanos en la Isla.
Los disidentes, integrados en organizaciones como Agenda para la
Transición, Asamblea para Promover la Sociedad Civil y Todos Unidos,
consideran que el gobierno castrista debería ofrecer gestos claros de
buena voluntad, y levantar de forma inmediata "la permanente
represión', cumplir con los acuerdos internacionales de derechos humanos
que ha firmado, liberar a los presos políticos y propiciar elecciones
libres en el plazo más corto de tiempo.
Por otra parte, los países de la Unión Europea que pertenecieron al
bloque soviético tampoco parecen muy favorables a suscribir las tesis
del ministro Moratinos. El Presidente del Parlamento Europeo, el checo
Jerzy Buzek, expuso este jueves su opinión sobre este asunto durante una
rueda de prensa en Madrid con el presidente español, el socialista José
Luis Rodríguez Zapatero.
En la misma, Buzek dijo que está dispuesto a que la Unión Europea sea
"flexible' con Cuba si la isla ''respeta los estándares europeos' de
derechos humanos, violados en el país "hasta ahora' y durante
"muchísimos años'.
A todo ello se añade, finalmente, la opinión de la nueva super ministra
de exteriores de la Unión Europea, la británica, Catherine Ashton, que
de visita en Madrid, también señaló que la Unión Europea podría cambiar
su Posición común hacia Cuba si Estados Unidos hacía lo mismo, en
referencia a los planes anunciados por el presidente Obama de facilitar
viajes y envíos de dinero de las familias cubanas residentes en Estados
Unidos.
¿A quién asistirá finalmente la razón? ¿Qué resultados cabe esperar de
todo este proceso? Nuestra opinión es que la respuesta debe proceder, en
primer lugar, del gobierno castrista, que debe poner en marcha gestos de
buena voluntad que permitan, tanto a la Unión Europea como a Estados
Unidos, confiar en su apuesta por los derechos humanos, las libertades y
la democracia.
Cualquier cambio en esta dirección en las actuales condiciones
imperantes en la Isla, se va a percibir como una clara mejora de la
situación por aquellos que están luchando por los mismos valores que las
democracias occidentales. Negar esa posibilidad es otorgar un cheque en
blanco de un alto valor político para quién ni siquiera asume sus deudas
económicas.
CUBA Y LA UNIÓN EUROPEA: CONTINÚAN LOS DESENCUENTROS - Misceláneas de
Cuba (4 December 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=24615
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