2009-11-23.
Alfredo M. Cepero
(www.miscelaneasdecuba.net).- (Segundo de cuatro en la serie "Tiempos de
Destinos Inciertos")
En el curso de nuestra pesadilla de cincuenta años los cubanos
demócratas hemos sido víctimas de numerosas calumnias. Pero ninguna ha
sido tan vitriólica ni tan injustificada como la patraña de que somos un
pueblo de cobardes que hemos acatado como borregos el yugo de la tiranía
comunista.
Esa es la versión de nuestra historia reciente elaborada por los órganos
de difamación del comunismo internacional y repetida hasta el cansancio
por la prensa corrupta y materialista que lo mismo promueve el aborto
indiscriminado que convierte en gobernante respetable a matarifes como
Fidel Castro, a quién ni siquiera se atreven a llamar dictador. En las
líneas que siguen nos proponemos poner la historia de nuestro heroísmo y
de nuestra disposición a inmolarnos por amor a la patria en su verdadero
contexto.
Desde mediados de 1959, a solo unos meses de triunfar la revolución, los
patriotas cubanos Luís Santana y Ramón Trujillo se alzaron en armas en
las Montañas del Escambray. Para mediados de 1960 ya el Escambray se
había convertido en un polvorín y en una amenaza real al férreo control
del régimen comunista. Fue entonces cuando la tiranía desató una fiera
ofensiva que tuvo su mayor intensidad entre 1960 y 1962 pero que no
terminó hasta 1966 en que fue hecho prisionero el campesino Pepe Rebozo.
Las primeras víctimas de este heroico esfuerzo fueron Porfirio Remberto
Ramírez, Plinio Prieto, Angel del Sol, Sinesio Walsh y José Palomino
Colón, quienes fueron fusilados por proceso sumario el 12 de octubre de
1960 en La Campana, cerca de la ciudad de Santa Clara. Todos estos
hombres eran veteranos de la lucha contra la dictadura de Fulgencio
Batista y decidieron retomar las armas cuando comprobaron los derroteros
comunistas de la revolución.
Después del fusilamiento de Plinio Prieto, el Comandante Evelio Duque
Mijares fue designado jefe de los alzados en el Escambray. Gracias a su
talento organizativo fueron creadas siete columnas guerrilleras al mando
de hombres del temple de Edel Montiel, Joaquín Membibre, Diosdado Mesa,
Vicente Méndez y Osvaldo Ramírez. Fue por esa época de finales de 1960
que la tiranía designó al comunista Dermidio Escalona a llevar a cabo lo
que ellos llamaron La Primera Limpia del Escambray y los rebeldes
calificaron como La Gran Ofensiva.
Al mismo tiempo, los cubanos que buscaron refugio en los Estados Unidos
mostraban su disposición a regresar con las armas en la mano formando
filas en los campamentos de entrenamiento autorizados por el Presidente
Dwight D. Eisenhower el 17 de marzo de 1960. Trece meses después, el 17
de abril de 1961, 1200 cubanos pisaron las arenas de Playa Girón
imbuidos de una fe ciega en sus aliados norteamericanos. Después de
todo, los Estados Unidos eran no solamente "el coloso" del norte sino la
primera potencia del mundo. Los dos pueblos, el de Cuba y el de los
Estados Unidos, estaban estrechamente unidos por lazos históricos,
geográficos y económicos. Además, los cubanos considerábamos como verdad
incontrovertible el argumento común por aquellos días de que "los
americanos no van a permitir una base comunista a 90 millas de sus costas".
Muy pronto nuestra inocencia se vería pulverizada por la traición de un
presidente más preocupado por su imagen de estadista ilustrado que por
el cumplimiento del compromiso con hombres que habían sido entrenados
para desafiar las balas en nombre de la salvación de la democracia y de
la preservación de la libertad en el continente.
Porque nadie con suficiente información puede negar que la debacle de
Girón fue el resultado de la falta de apoyo aéreo prometida a los
invasores por funcionarios de muy alto nivel en el gobierno de los
Estados Unidos. A partir de ese momento, y con seguridad durante muchos
años por venir, Washington será mirado con cautela y hasta con
desconfianza por una proporción considerable del pueblo cubano. Sobre
todo, si tenemos en cuenta que, como resultado del Pacto
Kennedy-Khrushchev, en octubre de 1962, el presidente norteamericano se
comprometió a la ignominia de perseguir a los grupos cubanos que se
proponían derrocar a la tiranía con las armas en la mano.
Los cubanos, aunque decepcionados ante la traición, demostramos que no
necesitábamos ayuda norteamericana para continuar la lucha. En el mismo
mes de octubre de 1962, comandos de Alpha 66 atacaron el Puerto de
Isabela de Sagüa dando muerte a 20 militares castristas, incluyendo a
algunos rusos. El 15 de octubre el mismo grupo hundió una lancha
guardacostas del régimen comunista y el 31 del mismo vez volvieron a
atacar instalaciones militares en la costa norte de Cuba.
En 1964, Alpha 66 puso en marcha el llamado "Plan Omega" que consistía
en infiltrar guerrilleros dentro de la isla. El primer grupo, bajo el
mando del Comandante Eloy Gutierrez Menoyo, fue a parar a la cárcel. En
los próximos veinte años Alpha 66 continuó sus hostilidades contra la
tiranía con el desembarco de fuerzas al mando del Capitán Vicente Méndez
el 17 de abril de 1970, otro desembarco encabezado por el Coronel José
Rodríguez Pérez en septiembre del mismo año y varios desembarcos en la
década de 1980 dentro del llamado "Plan Máximo Gómez". Todos terminaron
en fracasos a causa de la escasez de recursos y la falta de ayuda por
parte de gobiernos supuestamente amigos de nuestra causa.
Otro de los grupos que decidió continuar operaciones militares contra el
régimen comunista fue el JURE, encabezado por el ex Ministro de Obras
Públicas Manolo Ray. Durante casi todo el año 1964, Ray adquirió
armamentos y estableció bases de operaciones en distintos lugares del
Caribe, incluyendo Cayo Anguila a unas 40 millas náuticas de Cuba. Sin
embargo, su presencia fue detectada por el gobierno de Las Bahamas, los
combatientes fueron hechos prisioneros y las armas incautadas dándose
por terminada la operación.
Otra historia, pero con un desenlace verdaderamente trágico, fue la de
Tony Cuesta, quién fundó los "Comandos L" en 1962 y a quien se le
atribuyen mas de 30 operaciones de infiltración y ataque contra el
régimen comunista. En 1966, en el curso de una de esas operaciones, Tony
perdió la vista y una mano con el agravante de sufrir un encarcelamiento
de doce años en las prisiones comunistas.
Por otra parte, el escenario de nuestra lucha por la libertad se ha
extendido a los cuatro puntos cardinales. Nuestros combatientes por la
libertad han asestado golpes a la tiranía comunista y a sus testaferros
en México, Venezuela, Bolivia, Estados Unidos, Angola, Perú, Brasil y
otros países que harían interminable la lista. Específicamente en
Panamá, los compatriotas Luís Posada Carriles, Guillermo Novo Sampol,
Gaspar Jiménez Escobedo y Pedro Remón trataron de poner fin a nuestra
pesadilla nacional ajusticiando al verdugo de nuestro pueblo durante la
Décima Cumbre Iberoamericana de Panamá en el año 2,000. Por ello,
sufrieron cuatro años de vejación y cárcel antes de ser exonerados.
Asimismo, y dentro de la misma tónica, salta el ejemplo del Dr. Orlando
Bosch , el pediatra que sacrificó felicidad personal y bienestar
material para luchar por su patria en su guerra "por los caminos del
Mundo". Pero si queremos un ejemplo del patriotismo y el valor personal
elevados al grado sumo, ahí tenemos al Ingeniero Ernestino Abreu Horta,
quién a los 73 años, edad en que muchos estamos acariciando nietos, se
infiltró en Cuba en 1998 para combatir a la fiera con las armas en la
mano en su propia madriguera.
Y en tiempos recientes hemos sido testigos del encarcelamiento inaudito
e ilegal del compatriota Santiago Álvarez y de sus compañeros de lucha
Osvaldo Mitat y Ernesto Abreu. Ilegal por haber violado la propia
constitución norteamericana e inaudito porque estos hombres no
representaban amenaza alguna para los Estados Unidos. Por el contrario
trataban de combatir a un enemigo jurado de este país. Sin embargo,
Washington los envió a la cárcel esgrimiendo el manido argumento de
violación de la Ley de Neutralidad. Una Ley de Neutralidad que
Washington convenientemente ignoró cuando en 1954 financió la
sublevación contra Jacobo Arbenz en Guatemala, cuando en 1965 invadió la
República Dominicana, cuando en 1983 mandó los infantes de marina a la
Isla de Granada y cuando en 1994 derrocó al dictador Raúl Cedras en Haití.
No podemos, por otra parte, concluir este trabajo sin mencionar el
ejemplo heroico y edificante de nuestro presidio político de todos los
tiempos. El presidio sí de Oscar Elías Biscet, de Héctor Maseda, de
Antúnez, de Víctor Rolando Arroyo , de Ariel Sigler y de tantos otros.
Pero cuidado con olvidarnos del presidio de Pedro Luís Boitel, de
Armando Valladares, de Huber Matos, de Roberto Martín Pérez, de Mario
Chánez de Armas, de Eusebio Peñalver y de millares de cubanos con tantos
méritos como ellos pero que no caben en el espacio limitado de un
comentario.
De lo que no cabe dudas es de que entre los patriotas que hemos
mencionado unos han confrontado a la tiranía por medios no-violentos
mientras que otros decidieron combatirla con las armas en la mano pero
todos, absolutamente todos, han hecho despliegue de valor personal y
amor a la patria. Su ejemplo debe ser para nosotros acicate, ejemplo y
compromiso de no abandonar jamás este camino glorioso de luchar por la
libertad de Cuba.
Miami, Noviembre del 2009.
GUERREROS SOLITARIOS Y TRAICIONADOS - Misceláneas de Cuba (23 November 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=24416
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