2009-08-31.
Alfredo M. Cepero
(www.miscelaneasdecuba.net).- Casi desde el principio de la pesadilla
desatada sobre el pueblo de Cuba por la mafia de los hermanos Castro se
han alzado voces acusando a Washington de designios imperialistas y a la
mayoría del exilio cubano de intolerancia política. Según la prensa
sensacionalista de aquellos tiempos los guerrilleros que bajaron de las
montañas en enero de 1959 no querían otra cosa que construir una
democracia "a la cubana" sin interferencias foráneas.
Hasta cierto punto, resultaba lógica la alianza entre el guerrillero
"heroico" y la prensa interesada en vender periódicos. También era
lógico que, junto a esa prensa, se encontrara una larga lista de
personalidades y gobiernos progresistas; así como de organizaciones
internacionales en los campos políticos, literarios, artísticos, de
derechos humanos y hasta religiosos.
Después de todo, eran muy pocos quienes conocían la conducta criminal y
la naturaleza diabólica de los jefes de aquella abigarrada banda de
jóvenes barbudos, ojos desorbitados ante la sorpresa de una victoria
inesperada y rosarios ostensiblemente colgados al cuello.
Lo que escapa a toda lógica es que después de cincuenta años de aplicar
una política que se ha caracterizado por el asesinato y el
encarcelamiento de centenares de miles de cubanos, la destrucción de la
riqueza nacional y la eliminación de todo vestigio de democracia el
régimen de La Habana siga disfrutando del apoyo de muchas de estas
personalidades, gobiernos e instituciones. Resulta inexplicable que
estos defensores y apologistas de la tiranía sigan diciendo que los
responsables de las penurias y el terror que sufre el pueblo de Cuba
somos aquellos que apoyamos el embargo fantasma y nos negamos a perder
el tiempo hablando con sordos o dialogando con tiranos.
La falacia de este argumento fue demostrada la semana pasada por una
noticia que parece haber pasado desapercibida para muchos analistas de
la realidad cubana. El régimen comunista se negó a otorgar permiso de
salida a treinta jóvenes cubanos que fueron favorecidos con becas de
estudio en los Estados Unidos. ¡Qué hermosa y edificante habría sido la
comunicación sin interferencias oficialistas entre jóvenes cubanos y
norteamericanos! Sin embargo, la respuesta del régimen al programa de
becas auspiciado por Washington fue tajante y característica de su
política de atrincheramiento ideológico.
El Ministerio de Educación emitió un comunicado donde afirma: "Una
muestra de las acciones que realiza la actual administración
norteamericana para tratar de penetrar ideológicamente a la juventud
universitaria es el otorgamiento de becas a través de la Sección de
Intereses". Y como prueba del terror al que son sometidos los jóvenes
estudiantes, una de las favorecidas por la beca declaró bajo condiciones
de anonimato: "Se me ha dicho que estoy separada de la universidad y que
tengo pendiente un proceso ante la Unión de Jóvenes Comunistas."
Esto demuestra hasta la saciedad que quienes no quieren comunicación,
negociación, ni diálogo no somos nosotros sino los carceleros del pueblo
de Cuba. Estamos convencidos de que cualquier comunicación, negociación
o diálogo encaminados a la liberación incondicional de presos políticos,
la garantía de una absoluta libertad de prensa y la celebración de
elecciones libres y transparentes en un breve plazo serían vistas con
beneplácito por la mayoría del pueblo cubano tanto dentro como fuera de
la Isla.
Pero eso sería un anatema y un riesgo al poder absoluto de los
verdaderos intransigentes que no son otros que el presidente sin
elecciones y los generales sin batalla que se benefician con la
esclavitud del hambreado pueblo cubano. Ellos están conscientes de que
los totalitarismos no pueden permitir el acceso de sus súbditos a ideas
de libertad porque las mismas constituyen un virus contra el cual los
tiranos no tienen antídoto. Han aprendido de la experiencia del colapso
de la Unión Soviética y de la caída del Muro de Berlín.
Saben muy bien, porque los han aplicado con éxito por medio siglo, que
el aislamiento, el hambre y el terror son los instrumentos más eficaces
para convertir a los pueblos en rebaños sumisos e inofensivos. Ahí está
la razón por la cual quienes conocimos la Cuba de la democracia y de la
libre empresa no tenemos explicación para la conducta de nuestros
compatriotas nacidos y formados bajo este horrible, despiadado y
alucinante régimen totalitario instaurado por seres foráneos a nuestra
alegre y vociferante idiosincrasia tradicional.
Esta gentuza mercantilista y mezquina no quiere negociaciones
encaminadas a lograr aceptación internacional y prosperidad para su
pueblo sino negocio sin el más mínimo riesgo de contagio ideológico.
Negocio brutal, despiadado y descarado. No quieren abrirse al mundo como
predicó Juan Pablo Segundo sino que el mundo les abra las billeteras y
les conceda créditos para eternizarse en el poder.
Quieren inversionistas internacionales dispuestos a asociarse con el
gobierno en la explotación del obrero cubano. Quieren turistas de baja
ralea que busquen saciar su libido en la carne de famélicas "jineteras".
Quieren clientes para venderles el trabajo esclavo de médicos, maestros
y policías cubanos que les permitan perpetuarse en el poder en sus
respectivos países. Quieren en síntesis cash a toda costa y a cualquier
precio. Su conducta deleznable me recuerda un anuncio que contaminó por
mucho tiempo las ondas radiales aquí en Miami donde el dueño del negocio
decía: "Aquí lo que cuenta es el cash".
LO QUE CUENTA ES EL CASH - Misceláneas de Cuba (31 August 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=22542
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