Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión
LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Mientras los bolsillos
pierdan pesos, inevitablemente tendremos que apretar el cinturón. Ahora
mismo, el ministro de Economía acaba de anunciar que los cubanos
padeceremos de restricciones en el consumo.
Para el buen entendedor esto significa que si hasta hace poco
extendíamos un cartucho pequeño para que el bodeguero echara los granos
y legumbres distribuidas por la cartilla de racionamiento, a partir de
ahora pondremos la palma de la mano hacia arriba y allí se echarán los
alimentos.
El mimbre de la canasta básica continúa deteriorándose. La tierra en
Cuba no produce los alimentos necesarios y producirlos cuesta más que
importarlos.
Sucede que faltan los insumos mínimos (obviamente…por culpa del
bloqueo). Tampoco basta la fuerza de trabajo para acabar con las malas
yerbas y el implacable marabú, aunque según el Noticiero Nacional de
Televisión, la producción de carbón vegetal aumenta. ¡Cocinaremos con
carbón en el siglo XXI!
Es conocido por la mayoría que el 80 % de los alimentos que consumimos
se importan. Un hombre de la tercera edad preguntó si la mermelada de
guayaba se importaba también. Agregó que su esposa la hace muy buena con
poca azúcar, porque no alcanza para más la que le toca por la libreta de
abastecimiento. Respondí que en las shoppings se encuentra en los
anaqueles y las latas de mermelada son de producción nacional, y cara.
Él insistió en recordarme que antes, en su pueblo natal, había una
fábrica que la hacía muy buena y la vendían enlatada, etiquetada, a
cincuenta centavos la lata mediana. Y si se iba a la fábrica con un
recipiente se compraba igual. "Según dicen ahora eso era malo o es
mentira. ¿Por qué en medio de esta crisis no se puede hacer eso?"
–preguntó el hombre.
La culpable de todo lo malo que sucede en Cuba es la crisis económica
mundial. Hay que agregarle el bloqueo imperialista, la dominación del
capital extranjero sobre la economía mundial, el desinterés del gran
capital por la suerte de los pueblos, y un larguísimo etcétera de
falacias que los izquierdosos nostálgicos repiten sin parar.
La verdad está en que las prohibiciones nos ahogan. Está, además, en que
no se deciden a realizar los cambios que la sociedad cubana necesita,
con excepción de la burocracia gubernamental.
El nudo a romper es el de las trabas políticas en el campo de la
economía, y dejar que los campesinos cultiven, produzcan y vendan
libremente; que los obreros decidan cuánto deben producir con los
recursos que consigan y vendan su producción a precios asequibles, que
los ciudadanos que puedan crear pequeñas y medianas empresas las creen y
se asocien en gremios de ayuda y gestión mutuas sin trabas
gubernamentales, que paguen impuestos, que ayuden al crecimiento de las
empresas y a la sociedad en general.
Valdría la pena hacer el experimento. De todas formas, vivimos en una
sala de experimentación hace medio siglo y solamente retrocedemos en
todos los aspectos.
La dirección opuesta a ese camino es continuar con los bolsillos vacíos
y el cinturón apretado. ¿Hasta cuándo?
Bolsillos vacíos y cinturón apretado (30 June 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/junio09/30_C_3.html
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