Paisaje con paliza y limonada
Hay entusiasmo en la disciplinada servidumbre mediática criolla
La única trasformación efectiva y tangible se ha producido en el paisaje
urbano de Cuba
Las calles se han enriquecido con puestos de limonada o de café y con
las golpizas de la policía a los opositores
RAÚL RIVERO
Los cambios anunciados por el régimen hace unos meses para convencer a
propios y extraños de su intención de entibiar la dictadura tienen dos
grupos que los apoyan con fervor y los ven con una ilusión perturbadora.
Los empecinados creyentes son los jefes del gobierno cubano y las
jerarquías políticas de la Unión Europea y de la Casa Blanca.
Hay entusiasmo también, desde luego, en la disciplinada servidumbre
mediática criolla, en algunas viudas del comunismo en el exterior y,
sobre todo, en una variada y extensa cuadrilla de inversionistas que
miran hacia las ruinas del socialismo con la misma dosis de ambición que
de miopía.
Con unas pocas medidas superficiales en la esfera de los servicios y
otro arsenal de restricciones para que esas pequeñas aperturas no pasen
de comercializar el agua de azúcar y oficializar los almendrones como
taxis, se trasmitió una imagen que, de todas formas, favoreció a los
compañeros de la Sierra Maestra y sus herederos en el poder.
En efecto, se ha producido y se produce una arribazón de altos
funcionarios de los gobiernos empecinados en creer en la evolución de la
dirigencia castrista. Han llegado y llegan junto a ellos los avispados
inversores que, una vez que examinan la realidad, conservan intacta su
ambición, pero pierden inmediatamente la miopía.
Un asunto grave de este panorama es que se ha convertido en un juego
político sin resultados económicos ni progresos importantes mientras el
tiempo pasa y el país se hunde cada día más en el mismo pozo brujo.
Lo más terrible de todo es que la vehemencia de los defensores de la
legitimidad de los cambios alcanza para olvidar que en ese territorio
viven once millones de personas. Unos hombres y mujeres obligados a
vivir la vida real como en un laboratorio, sin voz ni voto, en un
presente eterno que sólo permite, a veces, un viaje de la esperanza al
desencanto.
Las carambolas de los cambios, además, les ha permitido a los castristas
ponerse un velo de tolerancia y guante de seda y para intensificar la
represión, aumentar el nivel de violencia contra los opositores
pacíficos y subir el número de arrestos arbitrarios.
La única trasformación efectiva y tangible se ha producido y está en
pleno vigor en el paisaje urbano de Cuba. Las calles y las esquinas de
las ciudades se han enriquecido con los rudimentarios puestos de
limonada o de café y con las brutales golpizas de la policía a los
activistas de la oposición.
Son ellos los que merecen y necesitan la vehemencia el respaldo total de
los demócratas del mundo. Los opositores están en las calles, bajo los
bastones de la policía y los palos y cabillas de las brigadas
paramilitares, para que se produzcan cambios verdaderos que renueven las
estructuras de la sociedad y la libertad deje de ser un sueño.
Poeta y periodista cubano.
Source: Paisaje con paliza y limonada | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-cuba/article91161532.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario