29 de abril de 2013

Sin resabios ni vanidades

Sin resabios ni vanidades
Lunes, Abril 29, 2013 | Por Jorge Olivera Castillo

LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Debo aclarar a quienes me
agreden con argumentos traídos por los pelos, que lo que expreso, por
escrito o verbalmente, sobre cualquier tema, jamás ha obedecido a bajas
pasiones, como afirma Miriam Celaya en su réplica a mi artículo
Equilibrar la balanza, publicado en este sitio, sobre el papel de los
blogs en el espectro cívico alternativo cubano, entre otras
consideraciones críticas sobre este fenómeno.

En su texto, Celaya también me acusa de poco serio, por los
planteamientos que formulé en mi análisis, hecho sin estridencias ni en
busca de atizar una polémica que ya venía gestándose por diversas
causas, algunas discutibles y otras comprensibles.

Me asombran tales alusiones, de parte de una persona con una gran
capacidad intelectual, que desafortunadamente se muestra iracunda en su
escrito, y recurre a descalificaciones personales, antes que a la mesura
y el equilibrio argumental.

No me molesta que alguien difiera de mis opiniones, pero sí lamento el
tono del texto en cuestión, muy lejano de un verdadero debate
profesional, basado en el respeto y la mesura, y que no requiere de
frases o calificativos agresivos y poco edificantes, como los utilizados
por la autora.

Sí creo que algunos se exceden al resaltar la importancia de la
blogósfera no oficial, pintando un panorama injustificadamente optimista
en cuanto al papel de la misma para adelantar la agenda prodemocrática
nacional.

Insisto -de la misma manera que lo hice en mi anterior artículo, que
motivó la ácida respuesta de Celaya- en destacar la labor de todas las
personas que utilizan las nuevas tecnologías de la comunicación a favor
del cambio, asumiendo con valentía todos los riesgos que ello implica.

Las reprimendas de Miriam por mi cuestionamiento sobre la viabilidad de
estos recursos como herramientas de concientización y movilización
social en el escenario actual de Cuba, se estrellan contra verdades
irrebatibles.

No creo que ella desconozca que el número de computadoras por habitante
en Cuba es más bajo que en Haití, ni las dificultades para conectarse en
un país donde internet sigue siendo un lujo inalcanzable para la
abrumadora mayoría. Los cubanos que usan la red de redes, y no con fines
propiamente cívicos o políticos, quizás sean ni el 1% de la población.

Invito a Miriam a que haga una encuesta para comprobar cuántos cubanos
saben qué significan los términos Wi-Fi, Twitter o Facebook, por solo
citar los más conocidos.

Para superar el analfabetismo digital en que vivimos, harían falta
muchísimos recursos y años, y sobre todo la voluntad de un régimen que
monopoliza los servicios de internet y telefonía, tanto celular como
fija, y se arroga el derecho de retirarlos o controlarlos según le convenga.

Lo que se impone en el contexto cubano de la lucha anti dictatorial,
siguen siendo los métodos tradicionales, el proselitismo cara a cara. La
blogosfera es un complemento válido, que como otras iniciativas se suma
a la lucha, pero sin altisonancias subjetivas que la presenten como la
solución mágica.

Quienes me conocen saben que jamás he alardeado de heroísmo, ni de mi
trayectoria de más de 20 años en la disidencia, o mi condición de preso
político del Grupo de los 75. Lo que he hecho hasta hoy, y haré hasta
que tenga fuerzas, solo obedece a mis profundas convicciones. Ni la
vanidad ni la soberbia tienen espacio en mí corazón.

Es lamentable que Miriam Celaya, sin realmente conocerme, me juzgue
como un hombre fracasado y lleno de animosidad, cuando en realidad me
siento realizado y no albergo odio hacia nadie. Tengo una bella familia
y amigos de gran valía, una larga trayectoria en el periodismo
independiente, seis libros publicados en diversos países y hasta una
beca en la Universidad de Harvard.

Si los verdugos que enfrentamos en común, tanto Miriam como yo, no han
podido silenciarme, menos todavía ataques cuyo objetivo no consigo
comprender.

oliverajorge75@yahoo.com

http://www.cubanet.org/articulos/sin-resabios-ni-vanidades/

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