Martes, Enero 10, 2012 | Por Francisco Chaviano González
LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org -El 6 de enero de 1995, las 
autoridades cubanas, como regalo por el día de Reyes o Epifanía, me 
dejaron ver el expediente de cargos. Se trataba de un legajo con un 
volumensemejante al de un bloque de hormigón de 15 centímetros. Ese día, 
cumplía yo ocho meses de estancia en Villa Marista. Y para hojear aquel 
bloque debí emplear más de siete horas.
Durante mucho tiempo habían mantenido el caso bajo secreto, dándole 
vueltas, en busca de un modo para abordarlo sin que se convirtiera en 
algo escandaloso para ellos. Manejaron hasta la posibilidad de juzgar 
sólo a los oficiales del Departamento 21 de la Contrainteligencia que 
estaban implicados, y presentarme como testigo. Pero la promesa primaria 
de sancionarme a 15 años de cárcel, y el rencor del que más manda, lo 
impidieron.
En el voluminoso rollo de fojas había algunos documentos interesantes. 
Por ejemplo, el correspondiente al Jefe del Departamento América del 
MINREX, referente a su asombro por el hecho de que todos en Naciones 
Unidas tuvieran copia de la carta que le informaba a los Diputados de la 
Comisión de Relaciones Exteriores, de la Asamblea Nacional, que el 
programa de política exterior de Cuba no se discutiría con ellos.
Había también otro documento de JUCEPLAN, donde un grupo importante de 
economistas daban como inservibles los métodos socialistas de economía, 
e instaban a implantar la economía de mercado.
Un informe del Departamento 21, consignaba su objetivo de 
prefabricarnos, a toda costa, una imagen de malversadores, y con este 
empeño revelaba la identidad de agentes y colaboradores, que desde 
nuestras filas se empeñaban en tales objetivos.
Entre otros muchos documentos, igualmente constaba en el legajo un 
informe de los oficiales amigos, alertándonos de que se preparaba un 
asalto a nuestros domicilios.
Al concluir la hojeada del expediente, le señalé al fiscal, teniente 
coronel Raúl Sierra Galindo, que faltaban documentos más importantes aún 
por relacionar, los cuales se encontraban en el mismo archivo.
Le cité el documento demostrativo de que el entonces vicepresidente del 
Consejo de Estado, Dr. Carlos Lage Dávila, sirvió de provocador de los 
grupos de Derechos Humanos, para hacernos caer en una trampa, junto a la 
Fundación Nacional Cubano Americana y la Sección de Intereses 
Norteamericana.
El objetivo, en esa ocasión, era presentarnos como patrocinadores de 
unos planes de atentados a dirigentes del más alto nivel del gobierno 
cubano.
Asimismo, cité una retahíla de documentos demostrativos de la 
responsabilidad de la policía política en los hechos que se juzgarían y 
en otros más.
El fiscal, teniente coronel Raúl Sierra Galindo, dijo que no le 
importaba ningún documento que inculpara al gobierno, o a su policía 
política. Aceptó que a él no le interesaba velar por la legalidad, como 
establece su cargo, ni hacer cumplir las leyes, sino servir a quienes 
detentan el poder. Luego enfatizó: "Eso siempre es así".
Pues no señor, no siempre ha sido así. Nuestra historia recoge el caso 
de muchos juristas que han defendido ante todo, la dignidad. Por 
ejemplo, el coronel José González Valdés, que era amigo personal del 
presidente Gerardo Machado desde la guerra de independencia. Incluso 
éste le ascendió de gracia en su toma de posesión. Sin embargo, cuando 
le tocó decidir en un tribunal que presidía, juzgando un atentado 
realizado contra el Presidente, puso por delante el deber patrio y el 
decoro.
En nombre de Machado, fue a verle el general Herrera, jefe del ejército 
por entonces, para pedirle que aprovechara la cobertura y condenara a 
muerte al comandante Espinosa, con quien tenía un problema personal. A 
lo que el coronel González Valdés, respondió: "Dígale que mi dignidad y 
mi honra no se manchan para complacer la maldad de nadie. Y dígale, 
además, que yo soy Coronel del Ejército Nacional y no coronel del 
presidente Machado".
http://www.cubanet.org/articulos/un-dia-de-reyes-en-villa-marista/
 
 
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