Cuba, vivienda en crisis
Oscar Espinosa Chepe
En los últimos años la situación de la vivienda en Cuba se ha tornado 
más compleja. En el periodo 2008-2010 fueron terminadas 113,761 
unidades, según datos oficiales; una cifra insuficiente para reponer las 
viviendas destruidas por el desgaste del tiempo, los fenómenos 
meteorológicos y la falta de mantenimiento. Tan solo los huracanes que 
azotaron la isla en 2008 afectaron a 647,110 viviendas, de las cuales 
84,737 se derrumbaron. La tendencia al descenso en la construcción de 
nuevas viviendas se refuerza. En el primer semestre del 2011 únicamente 
fueron terminadas 12,037, o sea, 1,788 menos que en igual lapso del año 
anterior para un decrecimiento del 12.9%. Aunque podría haber una 
reactivación en el segundo semestre, es improbable que el total sea 
superior a las 33,901 edificadas en 2010.
Por otra parte, los datos sobre las acciones de conservación y 
rehabilitación de viviendas en el primer semestre indican que tampoco 
marchan bien. De un plan de 50,477 rehabilitaciones se realizaron 
únicamente 13,501 para una dinámica del 26.7%. En tanto, de un plan de 
18,923 conservaciones, solo se realizaron 16,898 para un cumplimiento 
del 89.3%.
Estas cifras no solo denotan la incapacidad para incrementar el fondo 
habitacional, sino además para reponer y mantener las viviendas. Debe 
subrayarse que las edificadas después de 1959 tienen una gran cantidad 
de deficiencias constructivas, por la mala calidad de los materiales 
empleados y trabajos efectuados; mientras las más antiguas han 
subsistido, en su mayoría, sin un mantenimiento mínimo, como el resto de 
las edificaciones del país.
Como puede apreciarse, las viviendas en construcción, un poco más de 
30,000 anuales, no solo no alcanzan para resolver el déficit 
habitacional, sino ni siquiera para reponer las pérdidas por diversas 
causas. Por tanto sigue aumentando el déficit. A la vez que por la falta 
de mantenimiento y recursos, el fondo habitacional continúa 
deteriorándose aceleradamente. El estado en los últimos tiempos ha 
vendido algunos materiales a la población, pero a precios muy altos, lo 
cual dificulta a las personas con ingresos bajos reparar sus moradas. 
Por ejemplo, un saco de cemento de 100 libras a 112 pesos y bloques de 
barro hasta 22 pesos la unidad, en un país cuyo salario medio mensual 
fue 448 pesos (equivalentes a 18 dólares), a fines del 2010, de acuerdo 
a las estadísticas oficiales. Otro factor que afecta la construcción y 
mantenimiento es la carencia de personal especializado como albañiles, 
electricistas, carpinteros y plomeros, debido a la ausencia de prioridad 
en la formación de mano de obra calificada, en particular para la 
construcción. A lo que también contribuyeron las persecuciones y la 
falta de recursos para quienes deseaban realizar esas labores de forma 
independiente.
El problema habitacional, entre los muchos que asfixian a los cubanos, 
es uno de los más graves y a todas luces uno de los más difíciles de 
solucionar. El Instituto Nacional de la Vivienda presentó en junio del 
2005 un informe sobre la situación del fondo habitacional del país donde 
se señala un déficit de más de medio millón de viviendas, que 
necesitaría un programa de construcción con un costo estimado de 4 mil 
millones de dólares de inversión para resolver un problema acumulado por 
muchos años de insuficiente edificación de moradas y falta mantenimiento 
a las existentes. Asimismo, el Informe reflejó que el 43.0% de las 
viviendas registradas en aquel momento se encontraban en un estado entre 
regular y malo.
Esos datos fueron considerados conservadores por algunos especialistas, 
que situaban el déficit real cercano al millón de viviendas, mientras 
estimaban las viviendas en estado entre regular y malo en más del 50.0% 
del total. El gobierno, ante la creciente crisis habitacional, a 
mediados de 2005 anunció un programa de construcción de 150,000 nuevas 
viviendas para edificarlas entre finales de ese año y 2006. Además, se 
planteó elevar el ritmo de terminaciones a no menos de 10,000 por año a 
partir de 2006; programándose realizar 380,000 labores de conservación y 
rehabilitación entre finales de 2005 y 2006, proyectos todos incumplidos.
En conclusión puede afirmarse que el problema de la vivienda empeora con 
consecuencias muy negativas para la sociedad. El hacinamiento de las 
familias en lugares sin las condiciones mínimas para una vida digna no 
es precisamente un factor para promover las virtudes, sino conflictos y 
desencuentros. La falta de vivienda es una de las causas fundamentales 
de que las tasas de natalidad sean sumamente bajas, con el efecto de que 
en cuatro de los últimos 5 años la población en términos globales haya 
descendido y el envejecimiento ronde el 18.0% de la población total. No 
pocos cubanos jóvenes, asfixiados por la situación general del país, en 
particular por la falta de vivienda, optan por marcharse de Cuba en 
procura de un futuro mejor.
Economista y periodista independiente cubano.
http://www.elnuevoherald.com/2011/10/30/1054858/oscar-espinosa-chepe-cuba-vivienda.html
 
 
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