Sic Transit Gloria Mundi
CUBAENCUENTRO continúa este nuevo año con la sección cuyo tema central
es lo que se podría catalogar de "memorias de la revolución"
Blanca Acosta Rabassa, St. Louis, MO | 03/01/2017 12:01 am
Guevara fue un asesino sanguinario enamorado de la Muerte, seco, hostil,
sin ninguna gracia. Públicamente en la ONU dijo: "Fusilamos y seguiremos
fusilando"; se fue a varios países extranjeros a exportar el caos; no
tuvo nada por qué admirarle. Sin embargo, ha pasado a la Historia con un
halo mesiánico que a veces recuerda a Cristo. La juventud de todo el
mundo, por varias generaciones, sigue su ejemplo con una admiración sin
límites. La famosa foto de Korda ha recorrido el mundo y se encuentra en
camisetas, carteles y miles de artículos de consumo. ¡Se lo pone,
horror, al nivel de Gandhi y el Dr. King!
Tuvo una hermosa Velada Solemne al que acudieron miles de cubanos. Su
muerte causó una gran conmoción en el mundo.
Sin embargo, lo conocí, no buscaba el culto a su personalidad; poco le
importaba destacarse; más bien era modesto.
¡Pobre Castro! Era un tirano ególatra que solo se amó a sí mismo
(recuérdese que públicamente declaró que cuando estaba muy enfermo
quería que el mundo se acabara). Desde joven deseó ser el Uno, aunque
fuera usando la violencia o la abyecta adulación como cuando quería ser
el segundo de Chibás. No admitía nadie que potencialmente le hiciera
sombra; se deshizo de Camilo Cienfuegos y de Guevara, y a castrico lo
tenía dominado a fuerza de galletazos.
Gobernó como un señor medieval dueño de vidas y haciendas; le importó un
bledo su pueblo, solo su gloria. Quería ser el Rey del Tercer Mundo y,
apoyado por la URSS, no tuvo la menor hesitación en derramar mucha
sangre cubana para lograr su objetivo.
No tenía ningún reparo en insultar horriblemente al que apenas
disintiera de él; se abrogaba el derecho de tutear a todos, después de
todo los demás estaban por debajo de él.
Cobarde siempre, se pintó como un héroe; la famosa foto de él bajándose
del tanque cuando Bahía de Cochinos se tomó tres días después acabado el
combate.
Tenía un instinto histriónico, como todo ególatra, que lo llevaba a
golpes de efecto geniales; cuando el gobierno de los Estados Unidos lo
trató torpemente, ni corto ni perezoso improvisó un genial golpe
propagandístico; se fue a alojar al Hotel Teresa en Harlem.
Le llamaban "Bola de Churre", pero sabía mandarse a hacer carísimos
trajes a Holanda cuando la ocasión lo requería.
Tenía un grupo de santeros, encabezados por Celia Sánchez y el Dr.
Vallejo, para "protegerlo".
No fue un dictador oscuro y desagradable como Stalin; realmente tenía
carisma.
De poco le sirvió todo eso. La muerte nos llega a todos, bastante se
tardó en llevárselo. El que murió fue un anciano consumido, patético
porque en su senilidad quería seguir "reflexionando".
Carlos Puebla no le dedicó una canción, ni poeta alguno un homenaje; ni
el Bardo de la dictadura, Silvio Rodríguez, dijo ni pío.
¡El "pueblo" fue a "rendir homenaje" a una foto!, sus cenizas hicieron
un ridículo recorrido en una gran caja de fósforos pintada de verde
olivo. Nadie lo lloró. Desapareció pronto de la memoria colectiva. Ya no
es nada.
¡Lástima que la destrucción de un país en aras de su persona haya sido
en vano!
Source: Sic Transit Gloria Mundi - Artículos - Cuba - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/sic-transit-gloria-mundi-328223
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