Familiares honran la memoria de las víctimas de Castro
CHABELI HERRERA
cherrera@miamiherald.com
El teléfono de la exiliada cubana Ana Díaz Gutiérrez se iluminó el
sábado por la madrugada con un mensaje de una prima en España: "Prima,
este es el mejor día de todos los días. Qué bueno, que día más maravilloso".
"Y estaba acompañado de emojis de champaña y bailarinas españolas", dijo
Díaz Gutiérrez, recordando el mensaje a las 5:30 a.m. "Miré el texto y
me pregunté: '¿De qué habla ella? ¿De qué cumpleaños me habré olvidado?'"
Pero no era una celebración de la vida, sino de una muerte, que llevaba
celebrándose en las calles de Miami desde hacía por lo menos cuatro
horas. Fidel Castro, el líder represor de Cuba durante tantos años,
había muerto.
"[Mi mamá] fue en la primera que pensé", dijo Díaz Fernández. Su madre,
María de la Concepción Gutiérrez Castaño, huyó de Cuba en 1960 con
varios familiares, entre entre ellos la propia Díaz Gutiérrez, que
entonces tenía 7 años, el año siguiente que Castro tomó el poder. La
madre falleció en el 2015 a los 94 años .
Para muchas familias cubanas, el sábado sus pensamientos se centraron en
familiares que fallecieron antes que Fidel Castro, quienes sintieron
desde el principio el puño de hierro del tirano ensañarse sobre la isla,
hasta que quedó asfixiada.
Cementerios en todo Miami se convirtieron en símbolos de las casi seis
décadas de implacable control de Castro sobre Cuba. Por cada uno de los
miles de cubanos de primera, segunda e incluso tercera generación que
celebraban en la Calle Ocho, en Miami hay un número similar de lápidas
de los que no pudieron hacer ondear sus banderas frente al Versailles.
"Deben estar celebrando en el paraíso", dijo Díaz Gutiérrez, quien
visitó las tumbas de su madre, tío, tía, abuela y padrinos en el
Woodlawn Park North Cemetery en la Calle Ocho el domingo por la tarde.
Allí, docenas de tumbas estaban recién arregladas con pequeñas banderas
cubanas y flores. En el Flagler Memorial Park Cemetery, no muy lejos,
docenas de tumbas más tenían banderas cubanas con las palabras "Cuba
Libre". Una urna dentro de una caja de vidrio tenía un nuevo texto:
"Salimos del tirano".
Para las familias de los exiliados cubanos que huyeron de la isla
después del triunfo de la revolución de Fidel Castro, los recuerdos de
la represión siguen ahí.
La familia de Díaz Gutiérrez, original de Cienfuegos, en la región
suroeste de la isla, eran descendientes de un acaudalado empresario
español dueño de los Almacenes Castaño, y posteriormente bancos con el
apellido familiar. Años después, sus tíos también trabajaron en los
negocios. La familia se mudó a La Habana, y su padre, piloto de la
aerolínea nacional Cubana de Aviación, llegó a ser piloto privado de
Raúl Castro, hermano menor de Fidel y quien gobierna hoy la isla.
Pero Castro comenzó a tomar el control de los negocios y se corrió la
noticia de que el gobierno estaba confiscando las viviendas.
"Todos en mi familia sabían que ese hombre era mala noticia", dijo Díaz
Gutiérrez. Se marcharon en la primera oportunidad: en un vuelo de KLM de
La Habana a Miami, con dinero y joyas ocultos en el baúl de muñecas de
Díaz Gutiérrez, sus brazaletes de oro cubierto de talco de bebé para que
parecieran de juguete. Después de desertar en Canadá un año después, su
padre y dos tíos fueron pilotos de apoyo en la fallida invasión de Bahía
de Cochinos.
La familia se asentó inicialmente por tres meses en un motel en Brickell
llamado Villa Grande ("allí las niñas aprendieron a comer grits"), con
la abuela, dos tíos, una tía, sus dos hermanos y tres primos de Díaz
Gutiérrez, contó. Pensaban que Estados Unidos los iban a devolver en
cualquier momento.
Pero no fue así, y la familia se quedó en Miami. Díaz Gutiérrez tiene
dos hijos y cuatro nietos, y trabaja con su hermano en una compañía
distribuidora de plásticos.
Aunque la mayoría de las personas que vinieron en los primeros Vuelos de
la Libertad ya fallecieron, no han olvidado lo que aprendieron de su pasado.
Su madre se aseguró de que así fuera, dijo Díaz Gutiérrez, enseñando a
cada nuevo hijo a decir "Qué mala está la situación en Cuba", con las
manos en la cabeza.
En el cementerio el domingo, Díaz Gutiérrez se dirigió a su nieta,
Andrea Carolina, de 4 años, a quien llevó en la visita al lugar: "¿Quién
es el hombre malo de Cuba?", le preguntó en español. Las dos tenían
planes de participar en las manifestaciones en el Versailles esa tarde.
Después de colocar flores frescas en la tumba de Gutiérrez Castaño,
donde descansan su madre, abuela, tía y tío, Díaz Gutiérrez y Andrea se
sentaron sobre el césped y oraron.
En medio del verdor se destacaba el pulóver blanquísimo de la abuela,
que en el frente tenía una bandera cubana y las palabras "Al fin libertad".
Source: Familiares de víctimas de Castro visitan sus tumbas | El Nuevo
Herald -
http://www.elnuevoherald.com/noticias/sur-de-la-florida/article117412503.html
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