Javert persigue a 'los miserables' en La Habana
VICENTE MORÍN AGUADO | La Habana | 5 Mayo 2016 - 8:19 pm.
El martes 3 de mayo fue día agitado en La Habana. Al mediodía, mientras
en Prado se ultimaban los preparativos para el desfile de Chanel,
camiones de bomberos rodaban por la avenida Carlos III, rumbo a la
esquina de Belascoaín, para apagar los almacenes incendiados de la
tienda recaudadora de divisas Yumurí.
Al caer la noche, cuando la lujosa firma francesa realizaba su desfile,
decenas de vendedores informales huían a la desbandada de la Policía,
que llegaba para requisar sus míseras mercancías.
El incendio de Yumurí resultó de pequeñas proporciones, sin que por ello
dejara de reunirse en el lugar un nutrido grupo de peritos y oficiales
del Ministerio del Interior, olfateando el posible "sabotaje",
acompañante de la sospecha de una conspiración. Minutos antes de "la
redada de Javert contra los miserables", un carro de bomberos acudía a
la esquina de Reina y Campanario, avisado de un posible derrumbe.
Los guardias avanzaron por la acera izquierda de Carlos III (mirando la
calle desde el centro comercial que hay en ella). Fueron requisando
libros viejos, ropas bien usadas, lavadas a última hora, cables de
conexión para equipos electrodomésticos —vaya usted a saber si
funcionan—, carcasas de licuadoras, radios antiguos, cámaras
fotográficas rusas… Les dicen "buzos" a estos vendedores porque muchas
veces hurgan en los latones de basura buscando sus mercancías.
Varios bicitaxistas que pasaban por la senda aledaña a la acera
avisaron, solidarios: "Apúrense, que ahí vienen los policías". Los
improvisados comerciantes recogieron apresurados lo que pudieron,
temerosos de multas o de ir presos.
Felizmente para algunos, los guardias se detuvieron ante un hombre en
silla de ruedas, frente al amplio portal donde se ubica la iglesia
bautista Aposento Alto. La mujer acompañante increpó a la pareja de
uniformados y comenzó una larga disputa que favoreció a los demás
vendedores. Uno que abandonaba sus piezas recibió aliento: "Dale, te da
tiempo a recogerlo todo, están entretenidos con el inválido".
El final, los agentes tuvieron compasión y dejaron marchar al hombre de
la silla de ruedas y a la mujer. No hizo falta más, la acera quedó
desierta en pocos minutos; sin embargo, los que estaban ubicados antes
de la pareja no tuvieron mucho tiempo de reacción. Dejaron abandonados
numerosos artículos ante el imperativo de huir.
Aunque los policías y "los miserables" se retiraron del lugar, quedaron
sobre el amplio piso de granito testimonios de la redada. Un hombre se
acercó, curioso, sin saber lo sucedido minutos atrás; examinó algunos
libros, titubeó al tomar uno en sus manos y miró a su alrededor. "Nada,
amigo, lléveselo sin miedo —le dijo un borracho que lo observaba—, lo
dejaron ahí porque vino la Policía y los vendedores se fueron corriendo".
"Es que yo le descargo a la literatura y este libro me gusta", se
justificó el hombre.
De leerse el libro completamente, descubrirá a Víctor Hugo, quien parece
revivir su gran novela Los miserables en La Habana:
"El humano sometido a la necesidad extrema es conducido hasta el límite
de sus recursos. Llega un punto en que los desafortunados y los infames
son agrupados, fusionados en un único mundo fatídico".
Source: Javert persigue a 'los miserables' en La Habana | Diario de Cuba
- http://www.diariodecuba.com/cuba/1462475967_22172.html
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