29 de diciembre de 2015

La sospechosa economía cubana para 2016

La sospechosa economía cubana para 2016
Varios hechos son sintomáticos de que algo chocante está sucediendo en
los más oscuros entresijos de nuestra economía
lunes, diciembre 28, 2015 | Ernesto Pérez Chang

LA HABANA, Cuba.- Otro año concluye y en el balance anual del gobierno
cubano, en reunión conducida por el presidente de los consejos de Estado
y de ministros, no se escucharon datos alentadores sino una sarta de
obstáculos a superar, indicaciones de redoblar las exigencias y, sobre
todo, muchas contradicciones entre la idea de un mejoramiento de las
condiciones de vida de los ciudadanos y las nuevas estrategias de
desarrollo, diseñadas en las antípodas de aquel viejo discurso donde a
muchos nos llegó a parecer que el ser humano sería el centro de todo.

Si algo ha quedado claro en este 2015 que culmina, a un año del 17D (17
de diciembre), es que, en cuestiones de economía, el gobierno cubano ha
estado trabajando en el montaje escénico de varios planos de
representación paralelos y contradictorios. Planos de representación que
no son más que protocolos de salida segura en el ocaso de un sistema
político fallido.

El primero de los protocolos pudiera decirse que funciona como una
especie de cortina de humo para atraer a empresarios extranjeros. El
país aparenta que se abre a cambios que lo actualizan y lo ponen en
sintonía con el mercado mundial y eso sirve para captar capital no con
el fin de sanear la economía sino para reunir, mediante préstamos y
regalías, suficiente dinero como para soportar la ineludible debacle; el
segundo, fundado en el discurso tradicional pleno de utopías y promesas
de mejoramiento futuro, funciona como una especie de señuelo para
retener lo que va quedando de esa mermada tropa de "revolucionarios
fieles" quienes, decepcionados por los sucesivos fracasos en la
construcción del socialismo, amenazan con retirar su voto de lealtad y,
de paso, contagiar a las nuevas generaciones con un fatal desencanto.

El tercer protocolo económico es, quizás, aquel en el cual de verdad
confían como única balsa de salvamento. Es el que con más esmero
despliegan y el que con más secretismo moldean a pesar de que, por las
profundas contradicciones que genera a la luz de los informes de las
propias instituciones estatales, se torna visible por las sospechas que
despierta entre aquellos que han aprendido a leer lo que se oculta,
entre líneas, en las declaraciones oficiales.

La pregunta sobre lo qué está pasando realmente con el dinero que
ingresa el sistema económico de las Fuerzas Armadas que, en un cálculo
bien conservador, basado en los datos publicados por la Cámara de
Comercio de Cuba, reúne a más del 80 por ciento del total de las
empresas con facultades para exportar e importar de manera directa,
debido al carácter extremadamente confidencial de sus operaciones,
quedará siempre sin la respuesta adecuada pero, en cambio, contiene los
generalizados temores de que algo se cocina al interior de los altos
mandos militares.

En este ámbito de los proyectos económicos ocultos y raros, por no decir
sospechosos, no hay mejor ejemplo que el de los seis grandes campos de
golf en proceso de construcción con respaldo de capital exterior.

Aunque atribuidos a empresas europeas y asiáticas, no resultan bien
definidos los socios gestores en las notas de prensa oficiales, como
tampoco se justifican los propósitos de tales inversiones en un país
donde la presidenta del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos
(INRH) insiste en demostrar con datos alarmantes el estado precario de
las reservas de agua en el país.

La pregunta que se impone, en el caso de los campos de golf, no sería
esa que cuestiona cómo un mercado turístico de muy bajos estándares como
el cubano atraerá clientes que aseguren la recuperación de unas
inversiones que ocupan el segundo lugar en la Cartera de Inversiones
(tanto en la del 2014 como en la del 2015); tampoco valdrá de mucho
preguntar si será un proyecto ecológicamente sostenible o si las alarmas
de la presidenta del INRH son mera actuación para justificar el
desabastecimiento del líquido a la población, en beneficio de la
extracción petrolera y la fiebre de golf.

La pregunta más esencial, a mi modo de ver, sería: ¿por qué este
disparate total no ha llamado la atención de los dirigentes cubanos?
¿Quiénes serán los verdaderos beneficiarios de estos megaproyectos de
campos de golf, insostenibles desde cualquier punto de vista (a favor
del beneficio público) que se analice? Y la pregunta del millón de
dólares sería: ¿Alguien en nuestro gobierno, o muy vinculado a él,
estará lavando dinero?

Varios hechos son sintomáticos de que algo chocante, muy distante del
caos aparente y hasta amparado por él, está sucediendo en los más
oscuros entresijos de nuestra economía.

Hace apenas unos meses, el diario oficialista Tribuna de La Habana,
publicaba un reportaje sobre una fábrica procesadora de alimentos en
polvo que fue adquirida en la India y que, transcurrido más de un año de
inaugurada, aún no había echado a andar supuestamente por una cadena de
negligencias e ineptitudes.

Al parecer, a nadie ha preocupado el costo de la inversión ni su
recuperación porque tal vez, como explica un funcionario del Ministerio
de Comercio Exterior que no desea revelar su identidad, la operación
real "concluyó con la adquisición y el montaje de la fábrica, [ambos]
como "tapadera" de otra [operación] donde alguien se echó buen dinero en
el bolsillo". Una maniobra que, según esta misma persona, es "muy
normal" entre los compradores cubanos.

Manuel González, un ex trabajador de un megaproyecto para un supuesto
Centro de Salud, en el municipio Santiago de las Vegas, en La Habana,
perteneciente al Ministerio del Interior, me aseguraba que, durante casi
una década, se habían invertido en la obra cerca de 10 millones de
dólares en la compra de equipamientos hospitalarios y menajes a los
cuales no se les daba ninguna utilidad. Todo permanecía en locales
clausurados, echándose a perder, mientras los planes de construcción y
adquisición de insumos continuaban ejecutándose con normalidad para un
futuro que jamás llegaba.

"Me fui porque aquello era demasiado extraño y yo no sé si lo que hacen
los jefes es legal o ilegal. Mira, al final la soga siempre corta por el
lado más débil", cuenta Manuel entre anécdotas de su paso por ese lugar
sobre el cual no aparecen publicados datos en la prensa.

El panorama de las inversiones en Cuba está plagado de este tipo de
hechos más enigmáticos que confusos. Aquellos proyectos que tienen que
ver directamente con ambiciosos planes constructivos y la importación de
grandes volúmenes de insumos de alta calidad, casi siempre asociados al
turismo, a los planes de salud o de restauración patrimonial,
generalmente terminan por dar amparo a verdaderos agujeros negros por
donde se escapa más de la mitad de lo invertido, unas veces hacia el
mercado subterráneo pero, otras, a destinos insospechados porque ni
siquiera pasa por los inventarios y jamás se refleja en la contabilidad.

"Con lo que se ha importado tan solo en mármoles y cristalería [para la
restauración del Capitolio] se pueden restaurar dos capitolios más",
asegura un inversionista de la obra que prefiere no ser identificado.
Por su experiencia de años en la construcción, sabe cómo funciona el
sistema: "Si se necesita una sola lata de pintura, hay que pedir diez
para que te lleguen cinco. La mitad no sabes dónde se quedó y es bueno
que ni lo averigües; las otras son para que uses la mitad de una en la
pared, la otra mitad te la llevas para la casa, y el resto es para
callar bocas".

Nadie logra explicarse por qué en las cíclicas redadas anticorrupción,
en Cuba (uno de los países que, según informes de Transparencia
Internacional, está entre los menos corruptos de la región
latinoamericana), algunos "atrapados" son juzgados con severidad,
mientras otros "pejes gordos" son perdonados y hasta reciclados, de modo
silencioso, en el sistema de ministerios y empresas estatales.

Más allá de aquel famoso escándalo que involucraba al presidente del
Instituto de Aeronáutica Civil y su esposa, o de la inmunidad de la cual
goza el golfista de la familia Castro, sobran los ejemplos que
convierten el asunto del doble rasero en un auténtico misterio.

Lo que nos deja el 2015 como herencia para el 2016 son cientos de
contradicciones entre los planes y estrategias de desarrollo y la
ejecución de estos por parte de los propios dirigentes, más escasez de
mercancías, más bajos salarios, más precios exorbitantes que no se
corresponden con la calidad de los productos y un exceso de circulante
que no se respaldará jamás con un aumento de la producción en las
empresas estatales, todas tributando a un mercado negro que pareciera
marchar a la "institucionalización". En fin, el mismo panorama que ha
definido a la economía cubana en varias décadas de intentos, por parte
del gobierno, de hallarle alguna solución a eso que los mejores
economistas del patio no han dudado en definir como un caso perdido.

Source: La sospechosa economía cubana para 2016 | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/la-sospechosa-economia-cubana-para-2016/

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