25 de marzo de 2014

Últimos días de Carromero

Últimos días de Carromero
ORLANDO LUIS PARDO LAZO | La Habana | 25 Mar 2014 - 10:33 am.

'Ángel Carromero tiene sus días contados': El político español publica
el testimonio de sus días en Cuba.

El joven político español Ángel Carromero tiene sus días contados.
Pueden ser 6 o 666 días, pero su muerte "natural" no lo será tanto. Él
lo sabe y sus verdugos también saben que él lo sabe. Así ha de constar
en su expediente todavía abierto en los archivos confidenciales de la
Seguridad del Estado cubana. Así se lo advirtieron, con toda honestidad
histórica, los matones del MININT que lo dejaron salir de Cuba contra
cualquier pronóstico: si hablas, nadie te salva de la larga mano de la
maldad.

En paz descanses, Ángel Carromero, testigo del totalitarismo en fase
terminal. Nadie escapa del castrismo criminal en las democracias. De ahí
el repudio fascistoide que fue la bienvenida de la izquierda ibérica
contra este soplón de dos asesinatos, que la corrección política exige
que hay que perdonarle al clan de los comandantes cubanos.

La editorial española Anaya acaba de publicar Muerte bajo sospecha. Un
libro que la intelectualidad hará literalmente mierda. No le creerán a
esta víctima, ni a ninguna que venga de Cuba. No quieren leer este tipo
de testimonio tétrico de lo que significa sobrevivir al socialismo real.
No quieren —y mucho menos por culpa de un político del Partido Popular—
dejar de ser solidarios con la revolución socialista real. No quieren
creer que son posibles los crímenes de Estado en la meca del
antiimperialismo internacional. Nadie le ha pedido a este tipo de
derechas, preso en Cuba y en España por lo demás, que eche a perder la
fiesta fáustica de la Europa siniestra con su castrismo sentimental.

Especialmente en España, donde el odio a todo lo que sepa a español se
huele incluso desde La Habana (única ciudad del planeta donde todo el
mundo quiere ser español).

No diré una sola palabra del libro. No hay nada novedoso en sus páginas.
Es solo un testamento de cara a la posteridad, para que las generaciones
nuevas recuerden, cuando les dé la gana, que al mediodía del domingo 22
de julio de 2012 en Cuba se cometió un doble asesinato de Estado contra
el activista de derechos humanos Harold Cepero y el fundador del
Movimiento Cristiano Liberación (MCL), Oswaldo Payá, nuestro primer
Premio Andrei Sajarov para la Libertad de Conciencia del Parlamento
Europeo (2002), acaso también nuestro primer Premier cuando colapsara el
castrismo.

Carromero ya habló. Habló desde el minuto cero, cuando hombres de civil
se lo llevaron a un hospital militarizado del oriente de Cuba, la zona
más vil de nuestra envilecida islita. Hombres de civil de los que jamás
se habló en el juicio secuestrado con que condenaron a Carromero en
Cuba, un juicio cuya sentencia a 4 años ahora tal vez hasta el mismísimo
Rey de España considera impecable, por lo que la Audiencia Nacional
ibérica tira literalmente también a mierda todo este conspicuo caso de
un español muerto a manos de otro español.

No sería de extrañar que la muerte de Oswaldo Payá hubiera sido pactada
de antemano, más allá de la Plaza de la Revolución: acaso con sectores
del exilio cubano interesados en pavimentar un camino económico hacia la
reconciliación —la nueva reconcentración—; acaso con el cuacuacuá
cardenalicio que al final prácticamente hizo de Payá un paria católico
dentro de Cuba; acaso con la alta política que se cocina entre
Estrasburgo y Washington DC, donde, más allá de los mil y un foros
infértiles, todos están de acuerdo en que la democracia en Cuba tiene
que esperar. Contrario a la prédica redentora de Payá, a los cubanos lo
último que se les quiere reconocer son sus derechos. Hemos vivido
demasiadas décadas sin derechos, ¿por qué ahora estas ansias de libertad
que sólo conseguirían inestabilizar nuestra región ante Europa y EEUU?

El pueblo cubano debiera expresar su agradecimiento por el coraje sin
coraza de Ángel Carromero y debiera apurarse mientras todavía esté vivo.
Pero sospecho que, tras el testimonio de Muerte bajo sospecha, una vez
más entre nosotros revolución y crimen-sin-castigo serán sinónimos de
lesa insolidaridad.

Source: Últimos días de Carromero | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1395663495_7784.html

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