2 de agosto de 2013

Nunca más, 26

Publicado el jueves, 08.01.13

Nunca más, 26
PEDRO CORZO

El golpe militar del 10 de marzo de 1952 desencadenó en Cuba una serie
de acontecimientos que derivaron en un proceso insurreccional, que
culminó con el establecimiento de un sistema político que situó al país
en pleno escenario de la Guerra Fría.

El golpe, de una manera u otra, afectó la vida de todos los ciudadanos
al extremo que es posible que si Fulgencio Batista y sus acólitos no
hubiesen producido el "cuartelazo'', Fidel Castro no habría tenido las
oportunidades que le brindó un régimen que interrumpió un proceso
constitucional, en el que hubieran sido elegidos democráticamente cuatro
presidentes de manera consecutiva.

Pero Fidel Castro, que desde sus tiempos de pandillero contó con una
pequeña corte de incondicionales, nunca disfrutó de la confianza popular
para lograr una de las muchas posiciones electas a las que siempre aspiró.

Por lo que es de suponer que recibió con agrado el golpe militar. Sus
muchos fracasos en las lides electorales le convencieron que era más
fácil luchar con las armas que participar en una contienda electoral en
la que el perdedor desaparecía sin gloria y el ganador, tenía que
someterse periódicamente a la voluntad popular.

Las nuevas condiciones políticas del país fueron el caldo de cultivo
para que Castro se proyectara a dimensiones que ni sus asociados más
íntimos eran capaces de imaginar. Su ambición desmedida, un aguzado
sentido de la oportunidad, la audacia que le caracterizaba, una absoluta
falta de lealtad a los compromisos contraídos, su tenacidad y talento
político, maduraron y fortalecieron en la medida que demandó el
liderazgo que él mismo se impuso y que logró gracias a su naturaleza
cruel y despiadada.

Evaluando el ataque y la personalidad del individuo que lo gestó y
condujo, se puede concluir que fue una jugada arriesgada de todo ó nada,
un escalón en procura de una imagen de héroe que todo lo podía y todo
vencía y a quien la derrota solo servía como trampolín para otro combate.

Castro, que se había fogueado entre gánsters, actuaba como "guapo de
pandilla'', peleaba, corría riesgos pero estaba listo para salvar la
vida; su audacia era complementada con un aguzado sentido para cambiar
de bando en el momento oportuno, que nunca le falló en las traiciones
que le infligió a grupos como el MSR o a la UIR.

A pesar de que el ataque al Moncada fue un rotundo fracaso por lo mal
planeada y organizada que estuvo la operación por quien después se
autotitularía Comandante en Jefe, y cuyos sus sicarios han gustado de
presentar a través de los años como un excepcional estratega militar,
los sobrevivientes del asalto han logrado imponer un régimen que ha
llevado a Cuba a la destrucción moral y material.

La crisis política que padecía la nación fue la coyuntura ideal para que
se estableciera una dictadura carismática-ideológica, al extremo que
sería irracional negar que el 1ro. de enero de 1959 y los meses
siguientes, fueron jornadas luminosas para la mayoría de la población,
mientras las minorías eran victimizadas.

Pero el terror y sus consecuencias, el miedo y la parálisis social, no
tardaron en difundirse. El país se fue hundiendo económicamente. Se
escindieron amistades y familias. La miseria, la cárcel, el exilio y la
muerte, fueron derivaciones que afectaron a toda la sociedad.

Sesenta años después del Moncada y a cincuenta y cuatro del triunfo de
la revolución, hay muy poco de lo que se pueda enorgullecer el castrismo.

En la isla se ha establecido una nomenclatura que ha disfrutado sin
interrupción del poder absoluto, que ha degradado tanto a la nación que
el propio Raúl Castro, el otro arquitecto de la dictadura, no tuvo otra
alternativa que criticar públicamente.

Raúl, el hermano de Fidel, el hombre que ponía más argamasa en cada
ladrillo sobre el que se sostiene la estructura del totalitarismo, dijo:
"Hemos percibido con dolor, a lo largo de los más de 20 años de período
especial, el acrecentado deterioro de valores morales y cívicos, como la
honestidad, la decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez y la
sensibilidad ante los problemas de los demás".

La realidad es que la vagancia, la irresponsabilidad, la vulgarización
del lenguaje, las costumbres y la masificación exterminaron al
ciudadano. La corrupción, el abuso de poder y el cisma provocado por el
sectarismo moral e ideológico impulsado por el castrismo han alcanzado
niveles nunca imaginados.

El totalitarismo es el principal responsable de la casi generalizada
corrosión moral de la nación, en consecuencia no se puede confiar que en
un proceso de sucesión comandado por el dictador designado pueda
conducir al país a la libertad y la democracia.

No hay cambios posibles bajo la férula de Raúl Castro, porque han
construido una sociedad que salvo excepciones, ha perdido las esperanzas.

Source: "PEDRO CORZO: Nunca más, 26 - Columnas de Opinión sobre Cuba -
ElNuevoHerald.com" -
http://www.elnuevoherald.com/2013/08/01/1535232/pedro-corzo-nunca-mas-26.html

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