15 de agosto de 2013

Mensaje siciliano en clave cubano-coreana

Mensaje siciliano en clave cubano-coreana
FRANCISCO ALMAGRO | Miami | 14 Ago 2013 - 11:53 am. | 24

El mensajero —el Chong Chon Gang— es el mensaje: No hay blindaje que no
podamos pasar. No hay crisis y hambrunas que rindan a nuestros pueblos.

En la primera parte de la famosa película El Padrino, Luca Brassi (corto
papel eficientemente interpretado por el ex luchador Lenny Montana)
recibe la encomienda de infiltrarse en las filas enemigas y saber sus
planes. Pero el turco Virgil Sollozo (Al Lettieri) lo descubre. Los
hechos se suceden de manera precipitada: atentan contra la vida del
Padrino, y la Familia, anonadada por el golpe, organiza el contraataque
bajo la dirección de su líder emergente, el impetuoso Santino Sonny
Corleone (James Caan, en la vida real un practicante de artes
marciales). En ese justo momento, traen el chaleco de balas de Brassi
envolviendo un pez. Sonny, italoamericano, no puede descifrar aquello.
Pero uno de los capos, siciliano, lo entiende perfectamente: Luca reposa
en el fondo del mar, con los peces.

De la misma forma, pareciera indicar que pocos entienden el mensaje del
barco coreano Chong Chon Gang, sorprendido en el Canal de Panamá cuando
transportaba un alijo de armas. Como el chaleco de Brassi, parece un
absurdo. El barco es una inmunda nave, también vetusta, vigilada por sus
antecedentes delictivos. La carga era sospechosa: azúcar cruda cargada
en sacos, cuando suele transportarse a granel. Al ser descubiertos, el
capitán se resiste a la inspección e intenta el suicidio, como si
llevara armas nucleares (probablemente se le dijo en Cuba que la carga
era extremadamente sensible). Los tripulantes se niegan a cooperar
(quien calla, otorga). El equipo que registra la travesía, apagado. En
menos de 48 horas La Habana envía al viceministro de Exteriores para
pedir al Gobierno panameño liberar el buque.

Pero donde el absurdo alcanza el punto máximo es cuando se abre el
chaleco, es decir, la bodega primera, y se encuentran armas de casi
medio siglo, aún potencialmente funcionales, pero obsoletas tanto para
los coreanos como para los cubanos. La justificación del Gobierno cubano
añade ilógica, por no decir burla: son enviadas a Corea para su
reparación y regreso (¿y por qué no declararlas?).

Tal vez el mensaje hay que buscarlo, como en la obra de Coppola, en las
circunstancias que rodean a la Familia, es decir a Cuba, a Corea del
Norte y a sus relaciones internacionales actuales. Desde tiempos
inmemoriales, el mensaje suele ser el mensajero; el mensajero, a su vez,
no entrega palabras sino símbolos. Eso permite tantas lecturas como de
lectores se disponga.

Una lectura plausible es que las crisis económicas de ambos países
comunistas, primariamente dadas por sus métodos arcaicos de control y
pérdida de libertades individuales, con la adición de embargos externos,
pueden generar situaciones explosivas al interior. Pero el enemigo más
amigo, ese que siempre está presto a dar la justificación, léase "el
imperialismo norteamericano", esta vez ha jugado a la riposta, algo que
a las víctimas hace mucho daño. Ha dicho el Enemigo-Amigo: esto que lo
resuelvan las Naciones Unidas.

Puede no gustarnos la respuesta del "imperio", pero es, sin duda,
también mafiosoide: ante una carnada tan apetitosa hay que descubrir el
anzuelo. Sin embargo, para una buena parte de los analistas y políticos
cubanoamericanos hay que ser más agresivos, pues Cuba y Corea son
traficantes internacionales de armas. Puede ser cierto. Es más, hay
pruebas de que eso fue cierto. Pero, ¿se trata de eso el Chong Chon Gang?

A Panamá acaban de llegar unos expertos de Naciones Unidas para
investigar los detalles técnicos. Ellos dirán qué tipo de armas y cuán
funcionales pueden ser. Pudieran poner en ridículo al expresidente
colombiano Uribe, hombre firme y cauteloso, quien ha dicho que parte de
las armas iban a las FARC (¿de qué base en la selva pueden despegar los
Mig-21?). Pondrían en aprieto a los congresistas cubanoamericanos,
quienes reclaman el fin de los acercamientos sobre temas migratorios
pues Cuba ha violado las sanciones sobre entrega de armas a Corea
(¿llamar armas a eso?).

Como oí decir a un analista cubano hace poco, nada de lo que sucede en
Cuba es pura casualidad. Todo está amarrado y bien trincado, como los
contenedores bajo miles de toneladas de azúcar "prieta". El Gobierno de
Raúl Castro puede ser más impetuoso, vehemente, como Sonny Corleone.
Pero aun están allí Clemenza y Tessio, y el Padrino, quien todo lo ve y
todo lo oye desde sus habitaciones, y, no dudarlo, no se mueve una hoja
sin su consentimiento.

Vistas así las cosas, y no hay que ser absolutos, el mensaje en clave
cubano-coreana es que seguimos y seguiremos siendo los mismos, bajo
cualquier circunstancia habrá que contar con nosotros, y aunque seamos
chicos malos, nos portemos como buenos psicópatas contra lo establecido
y sin remordimientos, debemos sentarnos a conversar. No hay blindaje que
no podamos pasar. No hay crisis y hambrunas que rindan a nuestros
pueblos. El chaleco —el barco cargado de armas— y el pez muerto —la
azúcar cruda— son nuestro mensaje.

Source: "Mensaje siciliano en clave cubano-coreana | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1376468383_4633.html

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