Los sindicatos y el código
Fernando Ravsberg
BBC Mundo, @ravsberg
Jueves, 1 de agosto de 2013
Tras la visita de la prensa extranjera a la provincia de Artemisa, el 
primer secretario del Partido Comunista fue removido de su cargo. El 
chiste entre los periodistas fue que cayó en desgracia cuando todos 
escribimos positivamente sobre el experimento que él dirigía.
No fue así. Muy pronto Ulises Guilarte reaparecería como organizador del 
Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), la organización 
que nuclea a la mayoría de los cubanos que laboran en el país y además 
la única permitida por las autoridades.
Que la CTC esté dirigida por un cuadro comunista no es algo nuevo. De 
hecho ha ocurrido siempre, incluso desde antes del triunfo de la 
revolución, cuando esta central sindical estaba estrechamente ligada al 
pro soviético Partido Socialista Popular.
Pero sí resulta interesante que ahora promuevan al frente de los 
sindicatos a un dirigente con experiencia en "planes pilotos", es decir, 
a un cuadro del PCC con capacidad para impulsar reformas sobre el 
terreno, evaluar sus consecuencias y proponer opciones.
Ya en Artemisa Guilarte enfrentó la complejísima tarea de descentralizar 
el poder político-administrativo, delegando potestades en la provincia y 
los municipios. Ahora el reto podría ser terminar con la alianza 
contra-natura de los sindicatos y la administración empresarial.
El nuevo código del trabajo asegura que la tarea del sindicato es 
"representar a los trabajadores en la defensa de sus intereses y 
derechos, y propugnar el mejoramiento de las condiciones de trabajo y de 
vida de estos". Semejante meta implica un cambio radical.
Lo cierto es que durante años las secciones sindicales han estado 
funcionando como un apéndice de los directivos, gerentes y 
administradores de las empresas. Han estado más ocupadas en "bajar 
directrices" que en elevar las demandas, opiniones, críticas y 
aspiraciones de sus afiliados.
No recuerdo ningún discurso de los dirigentes sindicales cubanos en los 
que propusieran elevar los salarios, pagar en moneda dura, reducir la 
jornada laboral o la edad de jubilación. Por el contrario, la CTC ha 
apoyado todas las iniciativas impulsadas por el gobierno.
Sindicalistas cubanos me aseguran que con la defensa del socialismo se 
protegen los "intereses estratégicos de los trabajadores". Podría ser, 
pero lo cierto es que durante las últimas décadas han hecho poco en 
favor de los "intereses inmediatos" de sus afiliados.
Hoy debaten un nuevo código del trabajo donde se especifica que todos 
los cubanos y cubanas tienen derecho a un empleo que les permita 
satisfacer sus necesidades y las de su familia, algo que aún está lejos 
de suceder debido a los bajos salarios.
Otros acápites interesantes promueven la igualdad de la mujer, la 
protección de la maternidad y sostiene que "los trabajadores tienen 
derecho a participar en la dirección de las entidades estatales donde 
trabajan", aunque no especifica cuál será su poder de decisión.
Por fin se separa a los empleadores de los empleados porque con la 
autorización de la pequeña empresa resulta que podrían terminar en el 
mismo sindicato los obreros y los empresarios, metidos todos en la bolsa 
de los trabajadores por cuenta propia.
Sin embargo, quedan otras cosas poco claras como las facilidades para el 
despido que parecen beneficiar bastante al empleador. Se habla de una 
semana de vacaciones anuales y aunque se dice que es el mínimo da miedo 
que después se interprete otra cosa.
No se especifica si se permitirá la contratación directa de los 
empleados en empresas extranjeras, quienes en la actualidad reciben su 
salario en pesos cubanos y a un cambio muy desfavorable, a pesar de que 
sus contratantes pagan en moneda dura al Estado.
Hay otra nebulosa en el trabajo de los médicos en el extranjero, cuyos 
ingresos y condiciones serán determinados por los ministerios de Salud y 
el del Trabajo. La CTC no tendrá poder decisorio, apenas se promete que 
será "oído el parecer de la organización sindical".
Semejante indefinición no es poca cosa cuando se produce en el sector 
que ingresa el mayor monto de divisas al país, muy por encima del 
turismo o las remesas familiares. Un código justo podría ser la clave 
para mantener contenta a "la gallina de los huevos de oro".
El debate será muy productivo si los trabajadores analizan a fondo el 
código y defienden sus intereses, si la central sindical se convierte en 
su portavoz ante las autoridades y si el gobierno incluye esas opiniones 
en el documento, demostrando así que la consulta no es una mera formalidad.
Source: "Los sindicatos y el código - BBC Mundo - Blogs" - 
http://www.bbc.co.uk/mundo/blogs/2013/08/130801_blog_cartas_desde_cuba_sindicatos.shtml
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