Publicado el viernes, 08.02.13
La apariencia del poder
AMERICOMARTIN
Recibo una noticia que parece sorprendente, aunque no tanto para mí,
como explicaré más abajo: Ricardo Alarcón ha salido -¿fue destituido?-
del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. No sé si eso lo coloca
en un limbo porque ya había sido desplazado de la presidencia de la
Asamblea Nacional, cargo ejercido por él durante cuatro períodos, si no
más. Lo sustituye Esteban Lazo, uno de los emergentes civiles, joven
destacado de la nueva élite de poder.
Ricardo es mayor que yo. Puede estar cerca del universo de los 80, y el
caso es que después del VI Congreso del PCC reunido en abril del 2011,
fue reoxigenada la gerontocracia del partido por causas que explico en
mi última y más reciente obra: Huracán sobre el Caribe. De Fidel a Raúl.
Si la vieja guardia castrista no iba a ser sacrificada a las exigencias
de la reforma, no habría en principio razones para remover por viejo a
Ricardo. En comparación con el resto de los ancianos anclados en el
poder, es más experimentado en el hacer del gobierno que casi todos.
¡Extrañas las decisiones de la cumbre revolucionaria de Cuba! La reforma
es percibida por Raúl –y ahora también por Fidel- como asunto de vida o
muerte. Para ellos no hay retorno. El caudillo escandalizó a los
periodistas norteamericanos Jeffrey Goldberg y Julia Sweig de la revista
Atlantic al reconocer sin coacciones ni apremios que "el modelo cubano
no nos sirve ni a nosotros". Las necesarias reformas -agregó- con
seguridad serán resistidas por los comunistas ortodoxos y la burocracia.
El hermano menor, ahora con todo el poder en la mano, puso su programa
reformista en clave deliberadamente apocalíptica. "Rectificamos -dijo
una y muchas veces- o se acaba el tiempo de seguir bordeando el
edificio, y nos hundimos"
Teniendo a la vista el drama económico de la isla, no puede uno sino
compartir esas dos calificadas e irrebatibles opiniones. Si no hay
cambios dolorosos y profundos, si las inversiones foráneas no vienen, si
no se liberaliza la economía y la sociedad, el modelo fidelista se
esfumará como esos caudalosos ríos de la Península Arábica que se
evaporan en el desierto sin llegar al mar.
Muchos se permitieron dudar al ver cómo quedaron integrados el Consejo
de Estado, el Comité Central y el Buró Político sobre todo en y después
del VI Congreso, primero organizado, inspirado y dirigido por Raúl.
Bueno ¿cómo es eso? ¿Cuál es la sinceridad del nuevo jefe de la
revolución? Anuncia reformas profundas y las pone en la mano de quienes
deberían ser los primeros reformados. Porque en efecto, los
octogenarios, los generales de cuerpo de ejército y los de división
aparecen al frente de partido y Estado como nunca en el pasado. ¿Se
volvió loco el hombre o quiere suicidarse?
Esos octogenarios y altos militares, muchos de ellos fosilizados, tienen
su suerte atada a la del nuevo mandatario. Perdieron el ardor
revolucionario, no quieren más aventuras, quisieran normalizar
relaciones con Occidente y saben que el único que podría emprender esa
vía es Raúl. Su misión es apoyar la reforma, sí, y simultáneamente
impedir movilizaciones sociales deseosas de llevarlas más allá. Son una
llave de seguridad cuando se necesita cargar de combustible el tanque de
la reforma y mantener el férreo control del régimen.
Los dos rostros del dios Jano: uno mirando hacia la liberación del
mercado, la atracción de inversionistas foráneos (incluyendo la próspera
comunidad cubana de Florida), el otro sosteniendo el orden público con
mano de hierro y controlando el deseo de apertura política que se
propaga en el pueblo y en el seno del propio partido.
Raúl y su entorno saben que si no hay reformas profundas todo se irá al
diablo. No más aventuras revolucionarios pero cuidado con los
impacientes y los desenfadados enemigos de la dictadura del partido. Esa
contradicción marca la Cuba de hoy. Avances ralentizados, estímulo a las
trabajadores por su cuenta, la iniciativa privada y el mercado, pero
control hermético de medios, partido único y muy poca tolerancia para
los disidentes.
¿Quién más útil que el experimentado Ricardo para moverse en ese camino
de brasas humeantes y vidrios quebrados? Algo debió pasar para que lo
dejaran fuera.
Ricardo fue un líder del M26-7, el partido de Fidel. Nos conocimos hace
56 años. Batista gobernando allá y Pérez Jiménez aquí. Ambos estábamos
en la clandestinidad y vino a Venezuela a ganar solidaridad para la
resistencia contra la dictadura cubana. Tuvimos fructíferos
intercambios. Nos encontramos de nuevo en el IV Congreso Latinoamericano
de estudiantes, celebrado en Natal-Brasil. Yo, presidente de la FCU de
Venezuela y él de la FEU de Cuba. Me habló del asedio sectario de los
viejos comunistas de Aníbal Escalante, a la sazón el hombre de Moscú.
Expulsado Escalante, Ricardo subió en la escala del partido, no del poder.
En la actualidad sigue influyendo en el gobierno. Pero su poder es
vicario y frágil. Pudiera perderlo repentinamente por muy encumbrado que
esté Y así parece haber ocurrido. Si los servicios prestados durante
décadas no sostienen a los dirigentes en el firmamento, nadie estará
seguro en su montura.
Oye tú: nadie.
Source: "AMERICO MARTIN: La apariencia del poder - Opinión -
ElNuevoHerald.com" -
http://www.elnuevoherald.com/2013/08/02/v-fullstory/1536035/americo-martin-la-apariencia-del.html
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