13 de junio de 2013

Sobre el sindicalismo cubano

Sobre el sindicalismo cubano
Elías Amor | Valencia | 13 Jun 2013 - 8:47 am.

La CTC debería olvidarse de su obediencia al poder político y aprender a
disentir, a liderar el cambio social.

Ante el próximo Congreso de la CTC, que hace su número XX, toca prestar
atención a lo que significa el movimiento obrero cubano, y lo que puede
aportar en este siglo un sindicato único, correa de transmisión del
poder político que emana, a su vez, de un partido que representa a una
sola ideología.

Un modelo de estas características rompe la esencia de lo que es el
sindicalismo moderno, que posee bases plurales, no se identifica con una
determinada ideología y trata de representar al mayor número posible de
sectores sociales.

El sindicalismo emana de los informes y enunciados de organismos
internacionales como la OIT, que defienden ese papel activo de los
sindicatos en la gobernanza democrática, a través de fórmulas como la
participación social y el consenso, que son las que permiten avanzar más
y mejor a las sociedades que disfrutan de mayores niveles de vida en el
mundo. Reivindicar el papel de las organizaciones sociales
representantes de los trabajadores es un ejercicio democrático
responsable, que convive con la organización productiva del mercado que
se basa en la obtención legítima de beneficios.

Desde hace muchos años, los sindicatos modernos, de amplio espectro, han
reconocido que el objetivo de las empresas es la rentabilidad y la
permanencia de los empleos a medio y largo plazo. Por su parte, los
sindicatos tratan por medio de la negociación colectiva de mejorar las
condiciones laborales de los trabajadores. El acuerdo lleva a un
equilibrio de consenso en el que todo el mundo cede, para alcanzar una
posición que, si bien no es la que se traslada al proceso de
negociación, sí que representa mejoras para que todos puedan sentirse
satisfechos del esfuerzo realizado.

Los sindicatos que han adoptado ese modelo han permitido a los
ciudadanos alcanzar notables mejoras sociales en ámbitos como la
contratación, los salarios, la formación, cualificación y las carreras
profesionales. Nadie cuestiona este modelo.

En ninguna sociedad moderna, los sindicatos califican su papel como
"fundamental" para ser desempeñado "en este momento histórico de nuestra
Revolución", como anuncia el sindicato único CTC ante su XX Congreso.

Pero, ¿de qué papel fundamental están hablando? ¿Tal vez de la ausencia
de libertad de elección profesional y de carrera que ha existido y sigue
existiendo, de la obligación de dejar unos empleos en el sector
presupuestado sin compensación de ningún tipo, de enterarse por la
prensa o la radio que sus empleos van a ser suprimidos, de pasar por la
vergüenza de someterse a condiciones de contratación precarias cuando se
trata de empresas extranjeras? Durante muchos años, la organización
monolítica del Estado castrista ha jugado con el movimiento sindical
cubano, sin ofrecer más que un papel secundario y aceptante de
directrices, muchas veces contrarias a los objetivos de la lucha
sindical clásica. Ausencia total de derechos.

El papel que el régimen ha exigido a los sindicatos es el mismo que al
resto de organizaciones sociales e institucionales, como la ANAP e
incluso el parlamento: callar, escuchar y asentir. Nada más. Los grandes
retos y debates que estas organizaciones podrían plantear para que la
sociedad cubana fuera más próspera son eliminados en las primeras
asambleas con las técnicas de control que domina la organización
castrista, o simplemente eliminando las voces alternativas.

Pluralidad sindical

Y sin embargo, la organización sindical cubana —que tiene un pasado
anterior a la revolución castrista y que jugó un papel clave en el
proceso de redacción de la Constitución democrática de 1940, una de las
más avanzadas de América y posiblemente del mundo en aquellos años—
debería despojarse del pesado lastre del actual régimen y sentar bases
de lo que puede y debe ser su papel en el futuro democrático de la Isla.

Sindicatos capaces de negociar con el Gobierno, desde el respeto. No
obedecer. Sindicatos que representen libremente a los trabajadores. Que
se autofinancien con sus cuotas. Que defiendan los intereses laborales,
en los distintos ámbitos en que un trabajador puede encontrarse a lo
largo de su vida. Que sean capaces de movilizar un diálogo democrático
con el resto de organizaciones políticas que apuesten por la libertad.
Que tengan sus propios medios de comunicación y puedan llegar a sus
públicos con mensajes nítidos, transparentes, sin interferencias.

Algún día no muy lejano en el tiempo, los cubanos deberían poder
beneficiarse de ese modelo de organización sindical libre y plural.

La CTC tiene mucho que hacer. Debe olvidarse de su obediencia al poder
político o de pretender ser algo "fundamental para una revolución", y
aprender a disentir, a liderar el cambio social sin necesidad de
demostrar nada a la cúpula política. La separación de poderes es
necesaria, y ello supone aumentar la legitimidad social y llegar a los
ciudadanos con este mensaje. Los sindicatos están para defender los
intereses de los trabajadores y no para trasladar consignas políticas o
exigir cumplimientos de planes o de misiones. Deben estar para alzar la
voz cuando se pisoteen los derechos laborales, para reivindicar la
protección y seguridad en el trabajo y la seguridad laboral, exigir
normas modernas de contratación, de aprendizaje a lo largo de la vida,
de libre elección de estudios y de profesión, de movilidad laboral
ascendente, de recompensas salariales vinculadas a la productividad y el
esfuerzo de organizaciones dirigidas correctamente, con adecuados
niveles de gobernanza.

Sí, el programa sindical es muy amplio y variado. La somera enumeración
de estos objetivos apunta a un cambio necesario en el régimen castrista:
la pluralidad sindical. Ya no tiene sentido un solo sindicato para todos
los trabajadores, porque no todos los trabajadores tienen los mismos
objetivos. De esa pluralidad social, se construye la política y la
económica que necesita Cuba para recuperar la democracia. Ese es el camino.

http://www.diariodecuba.com/cuba/1371106037_3729.html

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