Disidencia y concertación
Juan Antonio Blanco | Miami | 12 Jun 2013 - 7:41 am.
Si el régimen divide, las fuerzas del cambio deben aprender a concertar.
Lo que está en juego es la creación de una sociedad abierta, insertada
en la civilización del conocimiento.
Concertar supone en política la posibilidad de armonizar y conjugar la
acción de actores diferentes, autónomos, a menudo portadores de
diferencias sustantivas de opinión.
Para la elite de poder cubana la clave está en hacer exactamente lo
opuesto: sembrar la división, exacerbar rencores, envidias y conflictos
viejos o nuevos entre los opositores y también entre sectores de
población. Propagar miedo al cambio y resquemores entre sus
protagonistas es la única herramienta que le queda para fomentar la
pasividad ciudadana.
Los que todavía monopolizan el poder ya no pretenden pasar por heraldos
de un porvenir de prosperidad. De las consignas que llamaban a construir
un futuro feliz han transitado a los llamados a "resistir" para defender
"el socialismo". ¿Resistirse a qué? ¿Cuál socialismo llaman a defender?
La ciudadanía desea saber a donde la llevan, pero nadie sabe —o quiere—
decirle nada en concreto.
Esta no es una batalla entre consignas ideológicas del siglo XIX y XX.
Lo que ahora está en juego no es un conflicto entre construir el
"capitalismo" o el "socialismo". Esos fueron los dos sistemas de
administración de la civilización industrial. El proceso actual podría
definirse como la opción entre iniciar una transición hacia una
civilización tecnológicamente avanzada y una sociedad abierta —que
faciliten el bienestar y la libertad del ciudadano— o quedar
arrinconados en la periferia de la economía mundial como una nación
atrasada, autoritaria y miserable. ¿Es el "destino" de Cuba ser el Haití
del siglo XXI? No. Pero ese futuro es, lamentablemente, también posible.
Después de medio siglo de creciente depauperación y ausencia de
libertades existe hoy un anhelo de prosperidad que permea capas muy
amplias y diversas de la población e incluso alcanza a no pocos
funcionarios. Ahí hay un amplio campo para la concertación ciudadana. No
es asunto de dividirse en torno a etiquetas ideológicas propias de la
civilización industrial, sino de saber identificar el mejor camino de
incorporar la nación, de forma competitiva y socialmente inclusiva, a la
nueva civilización del conocimiento.
Para concertar las vías que materialicen esa aspiración se hace
necesario entrenar a los activistas del cambio en la construcción de
consensos y el desarrollo de estrategias de concertación. Organizar la
enseñanza de esas habilidades resulta una contribución urgente e
imprescindible en la fase que ahora vive el país.
La disidencia —entendida como sustantiva inconformidad con el actual
status quo— es hoy un fenómeno de masas. La elite de poder lo sabe
perfectamente. Por eso intenta confundirla sembrando rumores para
asesinar la reputación de los opositores e incluso de los nuevos
emprendedores del sector privado. Ellos siembran el miedo al futuro. Los
activistas del cambio deben resaltar su fe en el porvenir. Ellos
dividen. Las fuerzas del cambio deben aprender a concertar.
http://www.diariodecuba.com/cuba/1370956964_3697.html
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