Arriesgada invitación
Jueves, 06 de Junio de 2013 03:43
Escrito por Hortensia Alfonso Vega
Cuba actualidad, Marianao, La Habana, (PD) Diana es una joven que fue
educada en los principios de la buena convivencia. Sus relaciones con
los demás y su comportamiento fueron siempre excelentes.
Nunca pudo imaginar que, en su propia tierra, sería tratada como una
criminal, sin serlo.
Una amiga de la infancia, que residía en Italia le pidió, en
conversación telefónica, que alojara y atendiera a unos parientes de su
esposo que viajarían a La Habana. Estos permanecerían en la isla durante
una semana.
No podía negarse Diana a complacer a su amiga. Así que no le dio más
vueltas al asunto e hizo todos los arreglos necesarios para recibir a
los visitantes y servirlos.
Pasados unos días, los recogió en el aeropuerto, como habían acordado.
Se trataba de un matrimonio napolitano. Gentes muy simpáticas, que
hablaban un español, casi perfecto.
Llevó la anfitriona a la pareja a su modesto domicilio. Allí, pese a las
limitaciones económicas, los europeos se sintieron como en casa. Gozaban
de una tranquilidad y una atención envidiables.
Pasados varios días, los huéspedes, antes de su partida, quisieron
agradecer a la joven, su gentileza. Entonces, la invitaron a pasar,
juntos, un rato agradable en un bar cercano a la vivienda...
Un grupo de música tradicional, animaba la cálida noche. Parecía que las
horas se esfumaban. La pareja disfrutaba la cubanía del lugar y la
jocosidad de la muchacha.
De súbito, la magia del momento fue rota por un intruso; alguien que no
había sido invitado, truncaba la charla amistosa. Un hombre, con ropas
de civil, arribó se acercó a la mesa. Tras identificarse como agente de
la Dirección Técnica de Investigaciones (DTI), ordenó salir del local a
Diana. Inmediatamente le informó que estaba detenida, por relacionarse
con extranjeros.
Quedó la infortunada estupefacta ante la noticia. Ella no había cometido
ningún delito. Su conducta era intachable.
El oficial no la dejó hablar, le retiró la cédula de identidad personal
y la condujo a la prisión provincial de mujeres de Matanzas.
Los extranjeros protestaron por semejante absurdo. Indignados, quisieron
interceder por la joven. Lamentablemente, todos sus esfuerzos fueron
inútiles.
Permaneció Diana arrestada durante 15 horas. En ese tiempo la
interrogaron, y acusaron de prostituta. Otro de los cargos que le
imputaron fue asedio al turismo extranjero. Salió en libertad después
que le hicieran una advertencia oficial y la obligaran a comprometerse a
no reincidir.
Consternada, la muchacha se marchó a casa. Por el camino, una idea no se
apartaba de su mente: "este no es el país que yo deseo para mis hijos..."
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