Publicado el sábado, 05.25.13
Reconocido afinador de pianos en La Habana
Estadounidense célebre por afinar los pianos más importantes del mundo
Anett Rios
EFE
La Habana -- El afinador estadounidense Ludwig Tomescu, que ha estado a
cargo de los más importantes pianos de Nueva York como el del Carnegie
Hall y el Lincoln Center, revisa estos días algunos de los Steinway de
La Habana donde, como en otros sitios del mundo, su oficio está
desapareciendo.
En la Basílica de San Francisco de Asís, un antiguo convento colonial
ubicado en el corazón del centro histórico de la ciudad, el célebre
Tomescu ha dedicado horas a diagnosticar los problemas de un moderno
piano Steinway que la humedad de la isla logró estropear en una década.
Mientras los turistas recorren el interior de la Basílica, ahora museo y
emblemática sala de concierto, el técnico da su dictamen a Efe: habrá
que cambiar los martinetes y las cuerdas oxidadas por el clima caribeño,
pero ese piano le ha servido para estudiar cómo mejorar las condiciones
de un Steinway en pleno trópico.
"La alta humedad y la sequedad dañan los pianos. El calor no es tan
malo, pero la humedad intensa sí", explicó a Efe Tomescu, quien viajó a
la isla por mediación del famoso profesor cubano de piano Salomón
Mikowsky, catedrático de Manhattan School of Music.
Mikowsky, residente en EEUU, ha impulsado junto a varias instituciones
cubanas el I Encuentro de Jóvenes Pianistas de La Habana, desde el
sábado 25 hasta el 9 de junio, en el que al menos 12 de sus mejores
alumnos en la escuela neoyorquina tocarán por primera vez en Cuba.
Por ello pidió a Tomescu que se encargara de los pianos de las salas que
acogerán el evento.
Pero el técnico norteamericano ha terminado con una lista de pedidos que
incluye, además, los pianos del Teatro Nacional, del Oratorio San Felipe
Neri en La Habana Vieja, de la emisora nacional Radio Rebelde, los
Estudios Ojalá del cantautor cubano Silvio Rodríguez y del concertista
Frank Fernández, uno de los más importantes del país.
Tomescu, de origen rumano y que dice haber crecido escuchando música
cubana, tuvo una formación de pianista concertista pero cambió de
profesión, fue contratado por el departamento de conciertos de la Casa
Steinway de Nueva York en la década de los 80 y tras 20 años de
experiencia abrió su propia empresa de asistencia.
Entre sus clientes han estado virtuosos como la española Alicia de la
Rocha, Shura Cherkassky y hasta Vladimir Horowitz, quien en 1982 eligió
un piano afinado por él para un concierto en Nueva York, según relata
orgulloso.
Las salas de concierto de Perú, Colombia y Chile están entre sus
principales clientes en Suramérica, una región que según dice entre
bromas "tiene más vibraciones culturales y es más grande" que España,
donde nunca ha trabajado.
En La Habana, el técnico, de 52 años, ha encontrado el mismo problema
que en sus viajes por otras ciudades: "En todo el mundo es un trabajo
que se está perdiendo poco a poco".
"El problema es que el trabajo se demora y mucha gente no entiende eso
ni por qué vale tanto un arreglo. Sólo una buena afinación tarda dos
horas", sentencia Tomescu.
El cubano Nelson Puig, uno de los mejores profesionales de ese campo en
la isla, dijo a Efe que en Cuba se trata de un trabajo "en declive, no
hay escuelas y cada vez hay menos técnicos".
Puig, de 45 años y quien comenzó en el oficio por tradición familiar
cuando aún era adolescente, fue uno de los asistentes a una especie de
taller práctico para cubanos que Tomescu encabezó en La Habana para
intercambiar experiencias y sistemas de trabajo.
Según fuentes del Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de La
Habana, sólo cinco técnicos respondieron a esa convocatoria, lo que
demuestra los problemas que afronta el oficio.
Tomescu planea regresar a la isla para ayudar más a los "sabios"
técnicos cubanos y tratar de salvar, por ejemplo, el piano de la
Basílica, cuya reparación podría costar unos 20,000 dólares, aunque
según afirma pagarlos es mejor negocio que gastar 180,000 en un nuevo
Steinway alemán de cola.
"Lo bueno de esos pianos es que cuando se arreglan quedan casi como
nuevos (…) y pueden durar como 100 años más", explica el reparador.
En su opinión, el "secreto" del oficio está en tener "pensamiento
abierto, sentido común y experiencia", en tanto ser músico, como es su
caso, "ayuda pero no es necesario".
"Mis dedos andan rápido, puedo tocar y oír cómo suena, percibir cosas
más sutiles, pero muchos de mis colegas no son músicos y son muy buenos
técnicos", sostiene.
Lo más importante, considera Tomescu, es que un piano esté afinado y
suene bien.
"Las cosas mecánicas pueden estar perfectas, puede ser un Steinway o un
piano de más baja calidad, pero si no está afinado bien, todo está mal",
afirma.
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