1 de abril de 2013

Violencia intrafamiliar, otra asignatura pendiente

Violencia intrafamiliar, otra asignatura pendiente
Lunes, Abril 1, 2013 | Por Juan Antonio Madrazo Luna

LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -El patriarcado, la homofobia,
el racismo y la violencia intrafamiliar son algunos de los ejes de la
violencia que, en la sociedad cubana, descansan sobre bases ideológicas.

Aquí no existe ley alguna contra la violencia. Mientras el mundo dispone
de programas de entrenamientos contra hombres envenenados, aquí el
sistema educacional no cuenta con personal calificado para escuchar al
otro, y el abuso de poder, por parte de muchos profesores, es una realidad.

El personal de la Salud no está capacitado para brindar asistencia a
víctimas de la violencia doméstica, ni para identificar diversas formas
de la misma. Es notable la ausencia de asistencia especializada a
víctimas y de medidas que regulen su protección. Los medios tampoco
cuentan con una pedagogía audiovisual diseñada para desmontar el fenómeno.

Según comenta la ensayista Zaida Capote, aún la sociedad cubana no
cuenta con un decreto legal que condene la violencia, y los medios de
comunicación audiovisual no tienen conciencia sobre tal hecho, aunque de
vez en cuando aparecen campañas en la televisión, pero por lo general
esto ocurre cuando son pagadas por alguna ONG. No hay política de
prevención para frenar la violencia.

El machismo y la homofobia son comportamientos naturalizados y el
silencio también es una forma brutal de violencia, particularmente el
silencio que ignora, humilla y descalifica al otro desde el
emplazamiento político. La Violencia de Estado es un conflicto que
muchos ciudadanos asumen como algo legal en nombre de la soberanía y los
intereses del pueblo.

En nombre de esa violencia que ha sido convertida en una ecuación
distinguida, se han reprimido los lazos afectivos, los amores disidentes
y las sexualidades alternativas, se parametraron a muchos intelectuales
y artistas por pensar diferente, y el acto de repudio fue incorporado
como política normativa de contención ante lo diverso.

La llamada violencia revolucionaria y la obsesión por controlar el
ejercicio del pensamiento, son relaciones marcadas y construidas por el
poder, que se cree superior. Aún recuerdo como en nombre de esa
violencia revolucionaria, fueron humilladas las poetisas María Elena
Cruz Varela y Carilda Oliver Labra; la primera, arrastrada por
fundamentalistas que le hicieron tragar sus versos, la otra recibiría
también una paliza, por lo cual ninguno de los miembros de la Unión
Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) asumió la protesta
pública, como no lo hicieron cuando el narrador Ángel Santiesteban
fuera golpeado salvajemente por traspasar los límites normativos.

También, la narrativa de la violencia de los años 60 y 70, calificada
por el ensayista Alberto Garrandés como un sendero corto y accidentado
de la literatura en Cuba, se convirtió en un dispositivo para intentar
desmontar y sustituir la edad de oro de la República, en las letras, por
literatura de consignas.

En cuanto a la violencia intrafamiliar, existe una cultura de la no
denuncia en cuanto a la misma. Es un conflicto que va ganando espacio en
los últimos años, particularmente el maltrato infantil, en el cual el
incesto ha asomado su sucia cara. No hay respuesta jurídica para los
altos índices de violencia intrafamiliar que hoy se registran, son
muchos los vacíos jurídicos que normalizan que no haya una legislación
específica.

Hoy, las vidas de muchísimas mujeres están cruzadas por este mal, y
desde fenómenos como la estética del reggaetón, la violencia se
amplifica y es bienvenida. Ahí están las canciones de Patty White,
Chocolate y Osmany García, coreadas por miles de jóvenes.

Urge la movilización de la sociedad cubana para desmontar todos los
ejercicios posibles de la violencia. Solo desde la ciudadanía está el
compromiso de que no quede anclada como una asignatura pendiente más.

madrazoluna@gmail.com

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