6 de septiembre de 2012

Ciudad desvencijada

Publicado el miércoles, 09.05.12

Ciudad desvencijada
Alejandro Ríos

Hubo una Habana que sobrevive como un sueño en la saga que le dedicara
Guillermo Cabrera Infante y otra en las antípodas que cada día reproduce
con más ahínco el realismo sucio de Pedro Juan Gutiérrez. Debe haber una
Habana limbo de nuevos empresarios criollos y extranjeros, sumergida,
con alguna funcionalidad mientras no se cruce con la que padece el
desmontaje sistemático de la desidia y la inoperancia gubernamental

Para los que no alcanzamos a disfrutar "La Habana del Infante Difunto",
el descubrimiento del documental de promoción comercial 23, el Broadway
Habanero, dirigido por Alberto G. Montes a finales de los años
cincuenta, resultó ser la confirmación visual de aquella primordial
narrativa legendaria.

Durante una comparecencia en la Televisión Española, si mal no recuerdo
por los años setenta, el escritor Alejo Carpentier, quien acuñara el
término "la ciudad de las columnas", se refería, consternado, al daño
que la modernidad norteamericana había causado en la trama tradicional
de la capital cubana antes del año 1959.

Habló de bodegas en las esquinas de los vecindarios afrontando la
amenaza de soberbios mercados a la usanza de Estados Unidos. No obstante
haber vivido en París casi toda su vida, no me consta que haya tenido
tiempo, antes de morir, para ver cómo el temporal revolucionario, que él
encomiaba, terminaría barriendo, con saña, los mercados y las bodegas.

El cine ha insistido en testimoniar para el futuro cómo la ciudad se
"deshace en menudos pedazos" frente a nosotros como espectadores
impotentes sin remedio. Fue la checa Jana Boková en 1990 con su
documental Havana, quien abrió una suerte de caja de Pandora que
internacionalizó el drama de la ciudad.

Luego vendrían otros capítulos memorables de la debacle. En Cuba 111,
del año 1995, el belga Dirk Vandersypen hace una crónica, no exenta de
ternura, sobre los pobladores del hacinamiento del solar habanero. Once
años después, el alemán Florian Borchmeyer, dispensa categoría visual a
las teorías del escritor Antonio José Ponte acerca de la convivencia con
los despojos de la ciudad en su memorable Habana, arte nuevo de hacer
ruinas.

A la misma antología del descalabro pertenece una breve joyita titulada
Las camas solas, que la directora Sandra Gómez dirigiera en el año 2007
sobre el acontecer de un edificio muy próximo al Capitolio Nacional
sostenido de puro milagro y las tribulaciones sufridas por sus
habitantes ante la amenaza de un huracán.

Por estos días se acaban de estrenar dos nuevos intentos de explicar
circunstancias urbanísticas e históricas de La Habana aunque desde
puntos de vista más moderados por ser producidos por instituciones
oficiales cubanas. En Un siglo de El Vedado, sus directores Cristina
Fernández y Carlos E. León hacen la historia sucinta de una de las
urbanizaciones más hermosas de la ciudad que tampoco ha escapado al
vendaval, mientras Lourdes Prieto se ocupa de otra zona sumamente
maltrecha por la indiferencia castrista en su filme Habana del Centro,
un sueño de sombras, donde con tristeza se ve lo que queda de calles que
fueron glorias comerciales y funcionales como San Rafael, Galiano, Reina
y Belascoaín.

Vale la pena comentar y mostrar, próximamente, estas nuevas
aproximaciones en el programa La Mirada Indiscreta del Canal 41, América
TeVe y poder constatar por qué hasta un adlátere del régimen como el
Historiador de la Ciudad Eusebio Leal, es capaz de confesar, en uno de
los documentales, con tono admonitorio "Ver con pena como toda esa
arquitectura se nos viene encima simbólicamente pero también se nos
viene encima realmente", eludiendo la causa de tal desventura.

http://www.elnuevoherald.com/2012/09/05/1293592/alejandro-rios-ciudad-desvencijada.html

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