Cigarrillos, reggaetón y guaguas oscuras
Jueves, 06 de Septiembre de 2012 14:11
Cuba actualidad, Lawton, La Habana, (PD) Lourdita y René comenzaban a
inquietarse. Llevaban rato en la parada, ya faltaba poco para la
última tanda del Yara, y debían evitar viajar en taxis de diez pesos
para llegar al cine, pues seguramente necesitarían el dinero que
llevaban encima para regresar.
Como el transporte está tan malo, hay que montarse en lo primero que
aparezca, por eso, cuando paró aquella guagua de a peso y el chofer
anunció que iba hasta la Ciudad Deportiva, Lourdita animó a su amigo y
ambos se subieron, con la idea de conseguir en Boyeros cualquier otro
transporte que los acercara a 23.
A pesar de que la guagua estaba casi completamente oscura, Lourdita
logró vislumbrar dos asientos vacíos al fondo. Pero antes de
alcanzarlos, tuvo que parar en seco y buscar otra opción: los
muchachos que iban en los asientos de al lado encendieron un cigarro.
Como no era la primera vez que veía algo así, Lourdita pensó
regañarlos, pero al escuchar su manera tan vulgar de expresarse
decidió que lo mejor era mantenerse bien alejada de ellos, así que se
acomodó en el primer asiento vacío que encontró, y René se quedó de
pie junto a ella.
Mientras la guagüita avanzaba, Lourdita se sintió afortunada, pues el
humo de aquel cigarro no llegaba a ella. A pesar de la oscuridad de
aquel transporte y de lo incómodo de los asientos, se consoló pensando
que de esa manera al menos se ahorraban los veinte pesos que costaba
llegar a la Ciudad Deportiva.
Sin embargo, pocas paradas después, un sonido estridente comenzó a
molestarla a ella y a los demás pasajeros. Se trataba de uno de esos
antisociales que andan por dondequiera con un reggaetón bien alto en
sus teléfonos móviles, y sin audífonos, de tal modo que obligan a
todos a escucharlo, o sería mejor decir sufrirlo.
Lo peor fue que, como en el caso de los fumadores, los gestos y
expresiones de aquel joven y de su novia denotaban tan mala educación,
que las víctimas optaron por aguantar callados -aunque muchos no
ocultaban las muestras de incomodidad.
Aunque el vandalismo y la indisciplina social se han convertido en el
pan nuestro de cada día, Lourdita sintió ganas de disculparse con René
por haberlo hecho montar en aquel vehículo tan incómodo. Pero
entonces, el escandaloso y los fumadores decidieron bajarse,
casualmente, en la misma parada.
Al ver esto, Lourdita trató de ocultar su alivio, para no crearle a su
amigo una situación embarazosa. Pero la incomodidad había sido tanta,
que cuando los vándalos por fin se bajaron, Lourdita no se pudo
aguantar y exclamó para sí: "¡Al fin se acabó el tormento!
¡Abusadores!".
Para Cuba actualidad, gladyslinares42@yahoo.com
http://primaveradigital.org/primavera/cuba-sociedad/sociedad/5131-cigarrillos-reggaeton-y-guaguas-oscuras.html
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