Martes, 29 de Noviembre de 2011 00:10
Osmar Laffita
Capdevila, La Habana (PD) Es tal el descontrol de la masa ganadera, que
en las provincias de Pinar del Río y Sancti Spíritus no se sabe a
ciencia cierta donde están las 82 000 cabezas que dicen controlar.
Esto es posible porque desde el año 2000 no se realiza un censo
ganadero. Es prácticamente imposible conocer con exactitud la masa de
ganado con que se cuenta y mucho menos dar una cifra exacta de los robos
y sacrificios de reses. Razón por la que los bandoleros y matarifes
continúan a sus anchas, aprovechándose del descontrol reinante.
Según ha informado la prensa oficial, hasta fines de agosto, cuatreros y
matarifes sacrificaron 22 980 cabezas de ganado.
Ante ese desastre, el gobierno puso recientemente en marcha la Operación
Tauro, encaminada a poner coto a la acción de estos bandidos, que han
creado una eficiente red de sacrificio de ganado y distribución y venta
de la carne por todo el país.
Esta operación no ha sido divulgada por los medios oficiales, pero en la
edición del 11 de noviembre del periódico Granma, la periodista Yudy
Castro Morales, en su tercer trabajo titulado Hurto y sacrificio del
ganado mayor, plasma las sanciones contempladas en el Código Penal, que
en su capítulo XVI, articulo 240.1 sobre el sacrificio ilegal de ganado
mayor y venta de carne, establece penas de privación de libertad de uno
a diez años, con mutas de 100 hasta 300 pesos.
Lo que propicia esta ilegal actividad es el descontrol y la deficiente
vigilancia, que en estos momentos adquieren grado superlativos. Esta
desorganización es aprovechada al máximo por cuatrero y matarifes, que
realizan sus actividades delictivas con casi total impunidad.
Los operativos policiales han desarticulado redes dedicadas al hurto y
sacrificio de ganado, que vendían la carne a 30 ó 50 kilómetros de donde
se cometían las fechorías.
El vandalismo que azota a la ganadería cubana está motivado porque la
carne de res no se oferta de manera liberada y a precios accesibles a la
población. En las Tiendas de Recuperación de Divisa (TRD), un kilogramo
de carne cuesta 12,50 dólares, más de la mitad del sueldo mensual de un
trabajador cubano.
El floreciente comercio ilegal de la carne de res, entraña riesgos a la
salud, por que no siempre cumple con las reglas sanitarias en la
manipulación y conservación de la carne.
Por las prohibiciones y arbitrariedades que las autoridades imponen a
los que se dedican a la cría de ganado mayor, se da el absurdo de que
siendo ellos los dueños, no pueden sacrificar reses para comer o vender.
Están obligados a venderlas al Estado. Sencillamente, crían y alimentan
animales que en la práctica no son de ellos.
Algunos propietarios a los que se les han muerto reses (o se las han
matado), al no poder esclarecer debidamente lo ocurrido, han ido a parar
a la cárcel.
Con tales arbitrariedades, desde todo punto de vista, tener ganado mayor
resulta una carga de la que no se obtiene casi ningún beneficio.
Hace 50 años, en los potreros cubanos pastaban más de 6 millones de
cabezas de ganado. Ahora se calcula que apenas llegan a 4 millones.
Resulta una vergüenza para los actuales gobernantes que una persona sea
condenada por robar, sacrificar, traficar o comprar ilegalmente carne de
res, porque sus estructuras productivas y de comercio no puedan
garantizar su venta liberada a un precio asequible para la población.
El asunto reside en que se tiene que restituir el derecho de propiedad
real del ganado mayor a los campesinos y cooperativistas. Que hagan lo
que quieran con los animales que les pertenecen. Que la carne de res se
venda libremente, igual que la de cerdo y carnero. De lo contrario, las
cárceles no alcanzarán para encerrar a todos los que hoy se enriquecen,
de una forma u otra, con el floreciente negocio de la venta ilegal de
carne de res.
http://primaveradigital.org/primavera/component/content/article/129-comercio/2781-la-carne-prohibida
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