El susto del dinero
Raúl Rivero
Madrid – Los promotores de los zurcidos en los ripios de la sociedad
cubana, y sus especialistas en celebraciones y alegrías forzadas,
organizaron ya el salón para que entre la orquesta, se acomoden las
parejas de baile, repartan las cajitas, se caliente el ponche y comience
el primer guateque con resonancia internacional en homenaje a la
presencia creciente del dólar.
Es la Oficina Nacional de Estadística (ONE) la encargada de la
preparación, convocatoria y elogio de la pachanga. Y lo ha hecho, como
impone el aprendizaje del manejo de los planes quinquenales, mediante un
adelanto generoso de cifras y por cientos. Es cierto que no consigue
contagiar el embullo, porque, con banda sonora y todo, lo que alcanza a
trasmitir es un coro de sombras, como dijo el poeta, una marea de dudas,
incertidumbres y reconcomios sobre la esencia y el final de la fiesta.
Resulta que, según esos informes, los campesinos acogidos a los repellos
dispuestos para el sector privado (un poco más de medio millón) ganaron
unos 28 dólares mensuales. Mientras que los particulares de la zona
urbana recibieron un promedio de 41. Es decir, el doble de lo ganan los
3.9 millones de empleados del estado.
La publicación de esos datos y los comentarios triunfalistas que genera
entre pícaros, interesados, cómplices y, cómo no, algunos ingenuos, no
tiene el superobjetivo de convertirse en un señuelo para los habitantes
de la isla que saben mucho de jaulas y encierros, aunque no se
menosprecia esa deriva con efecto de carambola.
Lo que se persigue con la difusión de esa reseña –donde el dinero pasa
de la vanguardia del frente enemigo a la capitanía de la tropa
proletaria– es extender en los medios noticiosos importantes la anchura
y el espesor de una mampara para que no se pueda percibir con nitidez la
realidad cubana.
Ese es el tipo de nota periodística que se privilegia para que alterne
con miles de cuartillas y fotos puntuales de Cuba como clínica privada
de Hugo Chávez; como destino de militares rusos, chinos y bolivianos y
como un sitio propicio para que una cebra se enamore de un burro, por
ejemplo. Así no queda ni un espacio para que se vea el panorama de los
grandes grupos poblaciones que quieren, es verdad, progresos en su
economía, pero en una atmósfera de libertad y respeto a los derechos
humanos.
No se trata de despreciar o hacer burla de esos 18 dólares de los
campesinos o los 41 de los hombres y mujeres que se liberaron de la
burocracia estatal. Se trata de que esos remiendos se utilicen como
propaganda.
Con la certeza de que en Cuba las cosas prohibidas se convierten luego
en obligatorias, y al ver ese entusiasmo oficial por el dinero y su
exposición como un avance del socialismo, se sospecha que en algunos
santuarios de la quincallería política criolla se preparen ya carteles
con aquella frase del camarada chino Deng Xiaoping: "Ser rico es glorioso".
RAUL RIVERO: El susto del dinero - Opinión - ElNuevoHerald.com
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