Chicles de la democracia
José Hugo Fernández
La Habana 03-07-2011 - 10:06 am.
Algunos políticos cubanoamericanos parecen competir en irracionalidad
con el régimen.
El descachimbado que provoca en nuestros ánimos la actitud de ciertos
políticos cubanoamericanos, ajenos, imperturbables y olímpicamente fríos
ante lo que siente y padece la gente de a pie en Cuba, solo es
comparable con la confusión que ellos mismos concitan al competir en
irracionalidades con el régimen.
En su viejo y cada vez más retrógrado intercambio de desmadres con la
dictadura (evento en el que, dicho sea con justicia, siempre se ponchan
con la mala) pareciera que olvidaron la esencia de la porfía. Hasta un
punto en que ya no es posible distinguir qué defienden, como no sea su
odio y tal vez algún íntimo egoísmo.
Es como quien se ha propuesto capturar a toda costa a un ladrón que está
oculto dentro de una escuela. Entonces no le tiembla la mano para cerrar
todas las puertas de escape, con el alumnado en las aulas, y prenderle
fuego al plantel.
Igual de absurda nos resulta la "Enmienda para revertir la
flexibilización de viajes y remesas a Cuba", que es la última perla que
estos señores han puesto en vidriera, sin que les importe un bledo que
se levanten voces desde las cuatro esquinas con el fin de alertarlos
acerca de su perjuicio para los cubanos. Un perjuicio comparable con el
que producen los dictados del régimen. Sólo que más frustrante —y hasta
cínico—, porque es presentado como alternativa salvadora.
Ya que tanto nos gusta sobresalir como únicos en todo, podemos anotar
este caso (y otras perlas similares de los Díaz-Balart y compañía) como
exclusivo total en el mundo, toda vez que el objetivo supremo de los
políticos es legislar y actuar procurando el respaldo de aquellos que
dicen defender, aunque sea en teoría.
Alguien debiera advertirles a esos señores que si hoy nuestra gente de a
pie no los rueda, ni aun enchapados en oro, no es debido únicamente a la
mala prensa que les hace aquí la dictadura, sino, sobre todo, a las
descorazonadoras coincidencias que observamos siempre entre el proceder
de ella y el de ellos.
También, de paso, alguien debiera despejar el misterio de su
comportamiento como políticos en activo dentro de uno de los sistemas
democráticos más sólidos del planeta, mientras que demuestran ignorar el
abc de la política, actuando en nombre de los verdaderos intereses de un
pueblo sin conocer cuáles son éstos.
No en balde los masticamos de vez en cuando, en busca de la útil
sustancia. Pero qué va. No hay modo de que nos brinden la oportunidad de
verlos sino como los chicles de la democracia: muy puliditos por fuera
pero viscosos por dentro. Y para colmo, no alimentan, ni llenan la
barriga, ni hay quién se los trague.
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