2009-12-23.
Elías Amor, Economistra ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Con una estética cada vez más alejada de
los símbolos marxistas y leninistas que inspiraron a la dictadura
comunista de Fidel Castro, la Asamblea Nacional, que se reúne durante
dos días al año, designó al Ministro de Informática y Comunicaciones, el
"comandante de la revolución" Ramiro Valdés, y a la contralora general,
Gladys Bejerano, vicepresidentes del Consejo de Estado.
Dos baluartes sobre los que se va a cimentar la máxima autoridad del
gobierno del país, presidida por el general Raúl Castro. Tiempo habrá de
analizar con detalle lo que significan estos cambios introducidos en la
cúpula del poder, pero de lo que no cabe duda es que suponen la apertura
de un escenario cuyo desenlace está por ver.
De momento, que un personaje como Valdés, que está en las antípodas de
la democracia y las libertades, ascienda a las alturas, es el resultado
lógico de su capacidad para granjearse la simpatía de Raúl Castro y su
habilidad para estar a las duras y maduras.
Recuérdese que sus responsabilidades al frente de la informatización del
país han dejado mucho que desear. Por lo tanto, si su capacidad como
gestor no está en el origen de la promoción que se le ha reconocido,
habrá que buscar en otros atributos la razón de su nueva ubicación en la
estructura de poder del castrismo.
El ascenso de una funcionaria como Bejarano al Consejo de Estado, cuya
experiencia está relacionada con el control financiero y presupuestario
de una administración caótica, no parece otra cosa que el resultado de
una decisión burocrática de poner al frente del país a la persona que
debe ejecutar con mano dura los planes de ahorro en los gastos sociales
anunciados meses atrás y reiterados en la Asamblea. Y poco más, de momento.
Lo dicho. Tiempo habrá de analizar con más detalle lo que significan
estos cambios en la estructura de poder de un régimen que atraviesa, qué
duda cabe, el peor momento de su historia.
Durante mucho tiempo, cualquier especulación sobre el desenlace final
del castrismo apuntaba a las dificultades derivadas de un momento en el
que, abrumado por los pagos y las deudas internacionales, no quedara al
régimen otra solución que impulsar cambios. Parece que el momento ha
llegado.
Durante las sesiones de la Asamblea, el ministro de economía, Marino
Murillo dijo que lo que todo el mundo sabe, que la economía cubana no
está para experimentos, que el crecimiento económico durante 2009 fue
sólo de un 1,4%, lejos de las previsiones realizadas a comienzo del
ejercicio de un 6%, y que llegaba un momento más difícil para afrontar
la grave crisis que, como siempre, viene desde el exterior.
La cuestión es cómo casar este argumento con la cruda realidad de las
cifras ofrecidas por el ministro y observadas a nivel internacional, ya
que su discurso, en contra de lo que viene siendo habitual, fue
transmitido por las televisiones a todo el mundo. Murillo declaró que el
problema de la economía cubana se encuentra en el difícil encuadre de
tres indicadores que confirman que el modelo actual no funciona: la
productividad del trabajo en descenso, un 1%, los salarios nominales
(que no los reales) en aumento, un 2,9% y las inversiones privadas, en
caída libre, con un descenso del 16%.
Además, las exportaciones bajaron un 22,9%, y las importaciones, todavía
más, un 37,4%. En tales condiciones, ¿qué puede ofrecer el régimen al
Mundo que no sea fracaso?¿qué puede ofrecer la economía cubana a la
economía mundial para salir del grave atolladero en que se encuentra?
Se ha anunciado el recorte masivo de los planes sociales a los
ciudadanos, eliminando subsidios a numerosos alimentos. El objetivo es
que los gastos no crezcan por encima de los ingresos, reduciendo el
consumo de energía si fuera preciso. En el frente externo, se ha
anunciado de forma expresa, la enésima renegociación de unas deudas que
muchas empresas extranjeras que operan en la Isla ya no pueden soportar,
a la vez se apuesta por el impulso a todas las actividades e
inversiones que proporcionen divisas, que son muy limitadas.
Sinceramente, lo sucedido en la Asamblea Nacional pone de manifiesto
que el castrismo ha llegado a su fin. No querer reconocerlo y dar un
giro de 180 º es una grave irresponsabilidad con 11 millones de sufridos
ciudadanos. Ni la "silla vacía" del dictador sirve para justificar un
desastre de estas proporciones.
La incapacidad de Raúl Castro para apartar esa silla vacía, o pasar a
ocuparla él personalmente, es un ejemplo de que él no será quien realice
la transición en Cuba, y que para mal de muchos cubanos, los problemas
van a continuar sin solución. Los gobiernos internacionales deben tomar
buena nota del inmovilismo que presenta el régimen de La Habana.
Moratinos el primero, empeñado en ir contracorriente de la historia.
LOS GRANDES PROBLEMAS DE LA ECONOMÍA CUBANA: FIN DE CICLO - Misceláneas
de Cuba (22 December 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=24888
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