2009-09-02.
Hugo Araña, Corresponsal de Misceláneas de Cuba
(www.miscelaneasdecuba.net).- El escándalo por subversión que llevaban a
cabo Carlos Lage Dávila, Felipe Pérez Roque y Carlos Balenciaga, cuyas
intenciones eran más o menos realizar transformaciones del estatus
político del régimen y en el cual ellos, el primero y el segundo
ocupaban altos cargos, y el tercero fungía como Jefe de Despacho del
mismo Fidel Castro, este asunto hoy todavía mueve inquietudes,
desconciertos, y en algunos, cierta insatisfacción al comprobarse que el
sueño más que acariciado de buscar otras vías de aperturas políticas, no
sólo estaban y continúan presente en los movimientos de la oposición
Interna.
Pero lo que llamó y llama más la atención hasta nuestros días, y que
todos se preguntan, es que de acuerdo a las leyes penales cubanas toda
aquella acción que viole ese status quo, principalmente enmarcadas en
las números 87 y 88, conlleva ser remitidos a juicio, con sus
correspondientes sanciones, como les sucedió a los 75 cubanos en lo que
a partir de marzo y abril del 2003 todos nombran la llamada Primavera
Negra cuando los mismos fueron condenados por el supuesto delito de
atentar contra la seguridad nacional (¡!).
Sin embargo, y si nos atenemos en cambio a lo que la misma prensa
oficialista dio a conocer, estas tres personas mencionadas más arriba,
(y por supuesto otras más que en la actualidad permanecen detenidos que
se desconoce su totalidad), conspiraban, …..así, conspiraban contra el
régimen de la Isla en contubernio con servicios secretos de otras
naciones según se dio a conocer a través principalmente en la misma
prensa plana. Dicho en pocas palabras, la traición se hacía presente y
nada menos en figuras que ocupaban altas responsabilidades en dicho
Gobierno.
Y es ahí donde esta reflexión (ojo, que no se pretende emular con las
escritas por Fidel Castro que a menudo aparecen en los diarios de la
Isla), se llena de preguntas que hasta ahora carecen de una respuesta
adecuada y convincente.
Y aunque a veces las comparaciones muchos las critican, se han hecho
presentes cómo a estos cubanos, y nos referimos ahora a los 75, que no
ocupaban cargos de ningún nivel en la nomenclatura y sólo tomaron con
mucho pesar el sendero, por cierto bastante espinoso por lo que les
traería, la posición de opositores , con el anhelo de inyectar un poco
de democracia en una sana gestión de acercamiento por mínima que fuese
con la dirigencia del régimen y les sucedió todo lo contrario. La
respuesta recibida, fue ser remitirlos a los tribunales por traición
(¡!) a la Patria, imponiéndoles severas condenas que alarmó y alarma a
la opinión mundial todavía pese a los años transcurridos.
Pero para Carlos Lage Dávila, Felipe Pérez Roque y Carlos Balenciaga no
hubo ningún juicio según lo establece las leyes penales. Y mucho menos,
remitirlos a la larga lista de los condenados por motivos políticos.
Sencillamente, separaciones de sus puestos y ya.
E inevitablemente como era de suponer, la pregunta se llenó más de
inquietudes, de ¿cómo podría entenderse esto? ¿No traicionaron también?
Entonces, ¿quién pudiera encontrar la verdadera razón para un hecho como
este que hizo tambalear la monolítica estructura del régimen donde al
parecer el ansia de cambiarlo o transformarlo comenzaba a coger fuerzas?
¿Eso no es traición? ¿O es que para los comunistas dicha palabra con
todo lo que encierra tiene otro significado, según sus conveniencias? ¿O
es que acaso la leyes en Cuba no son iguales para todos?
Pero para colmo de esta supuesta aberración, y perdonen el epíteto, los
tres, estos tres rostros más que conocidos hasta la saciedad, tres
figuras gubernamentales que adoptaron aparentemente muestras de una
severa modestia tanto en sus vidas privadas como pública, como si fueran
monjes tibetanos, para sorpresa de los juristas que conocen los
procedimientos legales según se ha consultado, con ellos sucedió lo no
esperado.
Permanecen libres por nuestras calles como cualquier otro ciudadano,
desde que fueron conminados a renunciar a sus elevados cargos, limpios
de culpas, y lo más sorprendente, exonerados de padecer el calvario de
verse detrás de una reja como sucede con el resto de los 75 que todavía
pagan sin causa alguna un delito impugnado más por bajos intereses
políticos que otra cosa.
Palabra, nadie encuentra la respuesta adecuada para este caso. O al
menos la más convincente. La que pudiera disminuir en lo posible la
serie de interrogantes que flotan en el ambiente. O quizás sí, llegado
el caso de aceptarse lo inaudito, una conclusión bastante cínica es la
prima: usted puede conspirar contra el régimen, siempre y cuando lo haya
apoyado hasta el momento de ser descubierto. Pero no se preocupe, con
separarlo de sus funciones, asunto resuelto.
JUSTICIA PARA UNOS Y PARA OTROS NO - Misceláneas de Cuba (2 September 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=22606
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