Enfoque de género
Exceso de testosterona, maltrato, resignación y una desinformación 
galopante son rasgos de la cultura política nacional
Marlene Azor Hernández, Ciudad de México | 18/07/2017 10:34 am
Ana León, periodista de Cubanet, nos refiere su análisis sobre las 
nuevas preferencias de los niños cubanos en juegos aparentemente 
ingenuos y no masivos pero que detectan el corrimiento de valores en 
Cuba. Los niños obligados a decir en sus escuelas que quieren ser como 
el Che, en sus ratos libres juegan a ser como el Chapo.[1] La 
naturalización de la violencia y el maltrato, las maneras 
delincuenciales de actuar en la vida civil, militar y empresarial se han 
instalado sin que el Gobierno haga nada más que exhortaciones superfluas 
sin cambiar ninguna condición que las genera y las reproduce.
Ellos mismos, los generadores del poder, establecen reglas difusas y 
prácticas avasalladoras para la empresa privada para incitar el robo. Lo 
mismo en las empresas estatales que por las prohibiciones, falta de 
transparencia y estructuras disfuncionales propician el robo y la 
corrupción. Cuando el Gobierno y los órganos represivos colocan a los 
ciudadanos en condiciones de jungla, la violencia se instala y el 
maltrato es la norma para sobrevivir. Y son condiciones de jungla los 
salarios más bajos del Hemisferio Occidental, confiscaciones de salarios 
por el Estado, precios de Inglaterra sobre los productos de las TRD, el 
abandono de los sectores más vulnerables sin subsidios o con subsidios 
paupérrimos, el grave problema de la vivienda que hace vivir en pocilgas 
de albergues improvisados 20 años, el acceso al agua potable con 
trifulcas callejeras para lograr un balde del preciado líquido, o un 
transporte público en el que los ciudadanos se rifan a la suerte a ver 
si pueden abordarlos y servicios públicos generadores de abuso de poder 
e irrespeto ciudadano cotidianos.
La naturalización de la violencia en lenguaje y acción y el maltrato 
generalizado vienen impuestos por un "socialismo de cuartel" gestionado 
por un gobierno y por los órganos represivos que martillan diariamente 
con la desinformación y actúan violando todos los derechos humanos de 
los ciudadanos. En Cuba el respeto a la integridad personal y a la 
dignidad individual es letra muerta de la Constitución.
Cuando la seguridad del Estado lleva a un opositor a una zona recóndita, 
pone su revólver en la sien de un hombre maniatado y golpea sus 
genitales con total impunidad está siguiendo la línea del Gobierno que 
clasifica a los opositores en "no personas".
Cuando los oficiales de la seguridad del Estado amenazan con matar a un 
opositor con total impunidad, les roban sus pertenencias, los arrestan 
con fuerza y sin legalidad, los golpean y encierran en celdas de 
castigo, maltratan y amenazan a los hijos e hijas de opositores, niños y 
adolescentes, e irrumpen y vandalizan sus casas a cualquier hora e 
inventando supuestos delitos comunes, siguen las orientaciones del 
gobierno y sus órganos represivos, empezando por la Fiscalía General de 
la República y llegando al último policía.
El baluarte de la cultura política nacional es el macho prepotente, 
agresivo y sin educación
Los gestores son los órganos represivos y la correspondiente 
militarización de la sociedad. La prepotencia se observa en todos los 
dirigentes "históricos" empezando por Fidel Castro. Horas de martirio 
con su incontinencia verbal y menosprecio del pueblo y sus necesidades 
en una dualidad narrativa de ocuparse de "las ollas arroceras" y del 
"imperialismo yanqui" para no resolver ninguna necesidad vital de la 
población y reprimir toda disconformidad con sus letanías 
embrutecedoras. Los militares cubanos se comportan de la misma manera: 
una voz engolada disque de virilidad, una gestualidad grotesca por 
encima de sus mesas, violencia gestual, discurso de abuso de poder, e 
incompetencia neuronal, sin que el ciudadano o ciudadana pueda apelar 
esa violencia arbitraria.
Esta "cultura" permea de violencia a hombres y mujeres. La Fiscal que 
acude a la ONU para defender a la delegación cubana ante las 
desapariciones forzadas, replica el mismo estándar en su gestualidad y 
en su narrativa. Sucelys Morfa es premiada por su grotesca forma y 
mentiras públicas. Yuli, la policía que amenaza de muerte a una 
opositora próximamente tendrá un ascenso. En la jungla se deslindan los 
sobrevivientes de los perdedores por la ley darwinista de "selección 
natural" de acuerdo a los criterios del Gobierno y sus órganos represivos.
La resignación y el ADN
La resignación viene de la mano del determinismo cultural e histórico 
—una especie de masoquismo por impotencia en el que nos auto 
flagelamos—, que llega a afirmar alegremente que si en el siglo XIX 
éramos "cavernícolas" lo seremos por siempre y es una condición 
genética. No podremos ser otra cosa que una república "bananera" 
disfuncional y pobretona porque carecemos de ingenio, y la educación es 
contraria a la "espontaneidad". Parece ser que no hemos salido de los 
pensadores del siglo XIX que leían el imaginario nacional por rasgos del 
supuesto carácter de la nación o por los visitantes que publicaban sus 
relatos de viaje sobre los países exóticos. Estos exabruptos mal 
informados sobre las identidades culturales, infantiles de pasillo de 
escuela, inundan el imaginario sobre excitado de testosterona o se 
presentan como simple broma con la cual la impotencia personal relaja 
sus tensiones.
Los "vikingos" se han trasladado a Cuba. Con su carácter predador y su 
fama de machos prepotentes agresivos y mal educados han emigrado a la 
isla porque sus países de origen evolucionaron hacia otros rumbos en los 
cuales hay una riqueza próspera y políticas públicas sensatas, políticos 
con probidad pública y un diálogo permanente entre dirigentes y 
dirigidos. En ese contexto no podrían desarrollar los "vikingos" el 
deporte nacional cubano que no es el béisbol. El deporte nacional es 
hablar mal del otro aunque eso sólo nos lleve a un callejón sin salida y 
al maltrato sistemático de unos contra otros. ¿Y la política nacional? 
Esa comenzará a hacerse cuando la democracia sirva para dirimir los 
conflictos de manera pacífica, y cuando dejemos de flagelarnos en ese 
masoquismo impotente e infantil y ejercer la violencia con la referencia 
de un macho dominador agresivo y mal educado. Pasemos a valorar los 
méritos y virtudes del macho compasivo, educado y culto para bien del 
desarrollo nacional.
[1] Ana León "De ser como el Che a ser como el Chapo" en Cubanet.com, 7 
de julio de 2017.
Source: Enfoque de género - Artículos - Cuba - Cuba Encuentro - 
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/enfoque-de-genero-330054
 
 
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