Disminuye la población, crece la desesperanza
MIÉRCOLES, 30 DE OCTUBRE DE 2013 05:38 ESCRITO POR LEONARDO CALVO CÁRDENAS
Cuba actualidad, Boyeros, La Habana, (PD) Un año después de realizado el 
último Censo de Población y Vivienda, asoman algunos de los resultados.
Sin haberse hecho públicas todavía varias de las estadísticas emanadas 
de la encuesta realizada hace más de diez años, las cuales parecen 
haberse convertido en secreto de estado, comienzan a deslizarse por los 
medios informativos algunas preocupantes cifras que reafirman la 
dimensión de la crisis social y existencial que nos agobia.
El primer resultado anuncia la escalofriante realidad de que después de 
más de dos décadas de haber llegado a la cifra de once millones de 
habitantes, somos menos de 11 200 000, lo cual constituye la tácita 
aceptación de que el caótico experimento social que, en el paroxismo del 
delirio, algunos aun se atreven a llamar revolución, además de barrer 
con tradiciones productivas y culturales, destruir la familia como 
institución y las buenas costumbres como valor esencial de convivencia, 
también ha hecho disminuir la población.
De este censo, como del anterior, tal vez ignoremos por siempre los 
índices de pobreza y marginalidad, los niveles reales de desempleo y 
subempleo, la dimensión real de la creciente polarización social y la 
verdadera proporción demográfica de los afrodescendientes, quienes, por 
cierto, cada vez somos más en las calles y menos en las estadísticas 
oficiales.
Ese estancamiento demográfico que se concreta cuando concluye la edad 
fértil de los cubanos que nacimos durante la explosión demográfica de 
principios de la década de los sesenta, deja claro que estamos 
condenados a la disminución de la población por primera vez en más de un 
siglo.
La revolución que en sus inicios colmó a toda Cuba de expectativas y 
esperanzas convirtió a un país de inmigrantes en una tierra de 
emigrantes, al agotar estructuralmente los espacios y capacidades de 
desenvolvimiento económico, social y cultural, amén de convertir en ley 
de vida toda suerte de excluyentes intolerancias.
Más de una vez, en un escalofriante alarde de cinismo, autoridades y 
voceros oficialistas han asegurado que el envejecimiento de la población 
y la disminución de la natalidad nos igualan a los países desarrollados.
La disminución de la población, que será dramática en los próximos 
lustros y en la actualidad constituye una tendencia ya innegable, 
resulta una manifestación de la profunda crisis socioeconómica que ha 
convertido la existencia de cada cubano en un duro vía crucis.
El colapso irreversible del modelo estatista totalitario, las muy 
disminuidas posibilidades de desenvolvimiento socioeconómico 
independiente, el altísimo costo de la vida y el bajo poder adquisitivo, 
la tremenda crisis habitacional que implica el deterioro generalizado 
del insuficiente fondo habitacional y ha lanzado a decenas de miles de 
cubanos a las villa miserias que rodean y ensombrecen nuestras ciudades, 
disuaden fuertemente a la población en edad fértil de procrear en la 
dimensión que la estabilidad demográfica demanda.
Son a estas alturas muchos los jóvenes cubanos que se abstienen de 
formar una familia porque ponen todas sus esperanzas de vida en 
abandonar el país por cualquier vía, para buscar en otras latitudes los 
espacios de realización personal que se cierran en Cuba. Los muchos 
cubanos que sueñan con abandonar el país a toda costa se agregan a los 
cerca de dos millones de compatriotas diseminados por el mundo, que 
conceden a nuestra diáspora una proporción sin precedentes para un país 
que no ha sufrido grandes catástrofes bélicas.
La población cubana envejece, el por ciento de personas de la tercera 
edad debe dispararse en los próximos años y la profunda debilidad de la 
economía deja a la sociedad cubana bastante incapacitada para enfrentar 
las enormes exigencias materiales que implica garantizar una adecuada 
calidad de vida a tantos ancianos. Ya hoy una de las realidades más 
lacerantes de la Cuba actual es la terrible situación socioeconómica de 
los ancianos, muchos de los cuales después de haber trabajado durante 
muchos años, soportan los rigores de la debacle económica frente a las 
pensiones de miseria y la ausencia de adecuados mecanismos de protección 
social. Golpea nuestra sensibilidad el creciente número de ancianos, 
muchos discapacitados, lanzados a la mendicidad o la dura economía 
informal, mientras el alto liderazgo no cambia su discurso de supremo 
benefactor paternalista.
La información recogida en el censo de cualquier manera resulta poco 
confiable, en tanto a la manipulación y falta de transparencia de las 
autoridades se agrega la poca de confianza de los ciudadanos para 
aportar datos exactos y confiables. De cualquier manera, aunque los 
gobernantes cubanos no tengan la honestidad de ofrecer los datos reales 
dimanados de la encuesta, ojalá les sirvan para reconocer la gravedad de 
la tragedia por ellos provocada y se dignen a abrir el espacio a todas 
las libertades para que Cuba por fin renazca de sus cenizas revolucionarias.
Para Cuba actualidad: montesinos3788@gmail.com
*Historiador y politólogo
Source: "Disminuye la población, crece la desesperanza | Cuba noticias 
actualidad.Periodismo independiente." - 
http://www.primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/8998-disminuye-la-poblacion-crece-la-desesperanza.html
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