3 de abril de 2012

En torno a las críticas del castrismo a la libertad económica

Economía

En torno a las críticas del castrismo a la libertad económica

La economía de Cuba no está preparada adecuadamente para el libre
comercio, ni siquiera para alcanzar los objetivos de dar de comer a toda
la población

Elías Amor Bravo, Valencia | 03/04/2012 10:30 am

De vez en cuando, Granma publica algún artículo de interés que se sale
de la línea propagandística habitual del régimen, e introduce algún
elemento de referencia que contribuye al contraste de las ideas. Esto es
lo que ocurre con el artículo del profesor Anwar Shaik, titulado "El
verdadero sentido del libre comercio", en el que subyace una idea
central: "el libre comercio no contribuye al desarrollo de por sí. Se
necesitan políticas económicas diseñadas para promover la industria
nacional a un nivel en el que sea globalmente competitiva. De lo
contrario, el país terminará cubriendo su déficit con deuda".

Este análisis tropieza con varias dificultades conceptuales que los
críticos del libre comercio tal vez, de forma pretendida, no tienen en
cuenta, y que voy a intentar despejar.

Primero, ¿cómo se llega a una situación de desigualdades a nivel
mundial? ¿Por qué unos países tienen éxito y otros no en la acumulación
de riqueza y el logro de niveles crecientes de prosperidad? Este
análisis es fundamental para explicar las ventajas derivadas del libre
comercio. La historia muestra que quienes han tenido éxito en su proceso
de transformación no necesariamente son los que están mejor dotados de
recursos naturales o riquezas. Es posible que ello pudiera ser un
estímulo en el pasado en los orígenes de la industrialización. Pero en
la sociedad del conocimiento y de las tecnologías avanzadas, el éxito
depende de otros factores muy relevantes que se encuentran relacionados
con la eficacia de los sistemas políticos e institucionales, la
existencia de libertades, de capacidad para emprender, de estimular el
conocimiento y el capital humano. Es evidente que todo esto no existe en
el régimen castrista y por eso, su capacidad para obtener ventajas del
libre comercio es muy limitada.

Segundo, ya no resulta posible continuar analizando el liberalismo o el
neoliberalismo con las etiquetas de mediados del siglo XX e incluso
anteriores. No es cierto que la libertad de comercio se relacione con el
mantenimiento de desigualdades. Más bien lo contrario, en un entorno de
fuerte competitividad global existen múltiples experiencias de éxito en
la superación del atraso económico gracias a una mayor libertad
comercial, mientras que los países sometidos al "telón de acero" durante
medio siglo registraron un estancamiento estructural que les impidió
beneficiarse de los avances a nivel internacional, propiciando la caída
de los sistemas políticos.

Tercero, desde hace tres o cuatro décadas, empeñarse en seguir creyendo
que "la base del neoliberalismo reside en la teoría ortodoxa del libre
comercio" es un grave error que no se sostiene por las evidencias
disponibles. La globalización, un proceso que irá avanzando de forma
continua en nuestro tiempo, va a exigir un esfuerzo de competitividad a
todos los países, de eficacia en sus instituciones de gobierno y de
diseño de estrategias adecuadas para obtener ventajas del proceso. No es
cierto que las naciones ricas sean las beneficiarias directas del libre
comercio. Todos los días aparecen países que alcanzan ritmos de
crecimiento acelerados y que distan mucho de ser los "más ricos". El
caso de América Latina en los últimos años es evidente, y Cuba se ha
quedado al margen de ese proceso. Lo que tienen que hacer los gobiernos
es diseñar sistemas institucionales y de gestión eficaces que permitan
obtener una participación activa de los beneficios de la globalización.
No encerrarse dentro de sus fronteras apoyando estructuras improductivas
e ineficaces, sino todo lo contrario. Abrirse al exterior. Ahí reside
buena parte del éxito.

Cuarto, tenemos muchas experiencias recientes que prueban que la tesis
de que el libre comercio favorece al fuerte sobre el débil ya no se
sostiene en nuestro tiempo. Son precisamente muchos países, en teoría
fuertes, los que se encuentran en una situación de debilidad frente a
los teóricamente débiles que gracias al fenómeno de la reversión
tecnológica y sus mejores costes de producción terminan ocupando
parcelas crecientes en los mercados mundiales gracias al libre comercio.
China, en este sentido, puede dar muchas lecciones al régimen castrista.
Los dragones asiáticos, también, y desde luego Vietnam.

Quinto, desde hace décadas, los estudiantes de los primeros cursos de
Economía aprenden el funcionamiento del modelo Mundell Fleming para
explicar el comercio internacional, ya que ofrece evidencias suficientes
para que los gobiernos puedan determinar con bastante exactitud el
impacto de posiciones deficitarias o superavitarias en los equilibrios
internos. Este modelo liga el tipo de cambio y sus movimientos a largo y
corto plazo, con el nivel de renta y empleo de un país. De modo que es
fácil apreciar cómo las políticas económicas, monetarias o fiscales,
inciden en los equilibrios existentes. Esa idea rocambolesca de los
enemigos de la libertad económica sobre el trueque, el comercio
bilateral inter empresas y demás majaderías, hace mucho tiempo que dejó
de existir. Lo mismo que las posiciones teóricas descritas por Marx, y
casi doscientos años después por Roy Harrod, para analizar los
movimientos de liquidez asociados al comercio entre países.

El ajuste de los mercados a situaciones temporales de desequilibrios en
las cuentas externas se puede resolver por medio de instrumentos
eficaces de política económica que, para los países con bajo nivel de
apertura al exterior y por ende, escasa capacidad para competir en los
mercados mundiales como Cuba, son relativamente menos útiles. De ahí que
el régimen castrista debería conocer mejor los "secretos del libre
comercio" y entender que la superación del atraso y la ineficiencia
tiene una vía de inspiración en los países asiáticos, algunos de ellos
de ideología comunista, como Vietnam, en los que el marco de derechos de
propiedad ha avanzando notablemente para consolidar la capacidad
competitiva del país en el exterior.

La inspiración para el éxito tiene unas consideraciones que exigen
desprenderse de viejos conceptos que ya no sirven y reconocer el fracaso
de un modelo económico en el que ya nadie cree, ni siquiera a nivel
teórico. En las actuales condiciones, con una economía controlada por el
estado sin propiedad privada y dominada por oligopolios sectoriales en
los que se entremezclan intereses económicos y políticos, la economía de
Cuba no está preparada adecuadamente para el libre comercio, ni siquiera
para alcanzar los objetivos de dar de comer a toda la población,
convertidos en "seguridad nacional". Se requiere una reforma en
profundidad del marco existente que suponga el ejercicio de la libertad
económica, del espíritu emprendedor, de la vinculación real y objetiva
con el capital extranjero, sobre todo de la diáspora, y el
aprovechamiento de las fortalezas que tiene la economía de Cuba en la
globalización, que son muchas y muy destacadas.

No creo que la inspiración de todo ello esté en Marx. Lo siento, eso ya
pasó.

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/en-torno-a-las-criticas-del-castrismo-a-la-libertad-economica-275508

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